Las Ruinas de Butrinto, o Butrint, se encuentran al sur de Albania, a menos de 50 km de Grecia y frente a la Isla de Corfú. Se trata de las ruinas de uno de los puertos costeros más importantes del Mediterráneo habitado por griegos, romanos, bizantinos, venecianos y, cómo no, otomanos. Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1992.
Salimos de Gjirokastër tras haber visitado el Túnel de la Guerra Fría y teníamos casi 80 km por delante hasta llegar a Butrinto. Por el camino, unos cuantos kilómetros de montaña, y la visita a The Blue Eye.
The Blue Eye
El Ojo Azul es, junto con las Ruinas de Butrint, uno de los lugares más visitados de Albania. Son un conjunto de manantiales que brotan de la tierra y, en uno de ellos, el agua termina naciendo directamente en una corriente de agua transparente, con lo cual hay un bello contraste entre el agua cristalina y el azul oscuro de la oquedad desde la que brota el agua.
Es un paraje muy bello, lleno de arboles y una rica y variada flora y fauna, en el que se puede comer, hacer trekking y pasar el día. Y los valientes pueden también pegarse un chapuzón, aunque la temperatura del agua oscila entre los 10 y los 13 grados.
El problema de The Blue Eye en verano es que está absolutamente lleno de gente que se acerca a pasar el día. La cola de coches es kilométrica y todos los senderos, así como los chiringuitos están atestados. No diré que no es asombroso e hipnotizador ver el fenómeno geológico, pero no es nada cómodo compartir un lugar tan mágico con una horda de albaneses apretados y vociferando.
Para entrar, tuvimos que pagar 100 lekë por el coche y 50 lekë por persona, aunque como Macarena iba durmiendo en el asiento trasero, no cobraron su entrada.
El Lago Butrint
Pasada la ciudad de Sarandë, nos dirigimos –dirección Ksamil- a las Ruinas de Butrinto por el istmo que, por un lado baña el Mar Adriático y, por el otro, el Lago Butrint.
El lago, de agua salada, es un lugar ideal para el cultivo de mejillones y para la ubicación de piscifactorías y, como nosotros somos de pescado y mar y además me encantan los mejillones, paramos a comer en un restaurante encantador llamado The Mussel House, en donde pagamos 22€ por una deliciosa comida.
Las Ruinas de Butrinto
Llegamos a las ruinas a eso de las 15:00 horas con un calor y una humedad asoladores. Así que, en lugar de aparcar el en aparcamiento vigilado (por el que hay que pagar) aparcamos unos metros más arriba en un solar arbolado de un restaurante.
Llegamos a la taquilla y vimos que el precio de la entrada es de 1.000 lekë (8€) para adultos y de 500 lekë (4€) para discapacitados y estudiantes. ¡Pues no! El taquillero decía que 1.000 por cabeza, pero claro, además no hablaba inglés. Así que allí iniciamos un diálogo para besugos que no llegaba a ninguna parte, hasta que el portero le dijo al taquillero que llevábamos razón y que el importe total era de 2.000 lekë por los tres.
Comenzamos una ruta circular por la colina de Butrint que nos llevó algo más de dos horas, hasta que comenzamos a desesperarnos por las picaduras de los cientos de mosquitos que nos estaban devorando. La mayor parte de la gente que nos cruzamos iban comiditos a picaduras y llegó un momento en que, entre el calor y los mosquitos, no aguantábamos ni un minuto más allí. No entiendo cómo nadie me advirtió de que hay que ir embadurnado de repelente y llevar una buena cantidad de agua.
De hecho, la ciudad fue abandonada en el pasado por la proliferación de la malaria, enfermedad que transmiten los mosquitos, que hallan en estas aguas pantanosas un hábitat perfecto. Y no es que haya malaria en la actualidad, pero desde luego, los mosquitos nunca dejaron de habitar esta zona.
Lo primero que se ve al pasar por caja es la Torre Veneciana del siglo XV y, tras un camino perfectamente señalizado, se llega al corazón de las ruinas en el que se encuentra el Santuario de Asclepio del siglo IV a.C. y el Teatro romano diseñado para acoger a 2.500 espectadores, cuya orquesta se encuentra permanentemente anegada de agua estancada.
Continuando la visita, se pueden ver las termas, el ágora, el baptisterio – cuyo suelo cubierto de mosaicos no se puede apreciar porque lo han recubierto de gravilla- y las fuentes.
En una parte algo más elevada, se alza la Gran Basílica del siglo VI y ya, rodeando las murallas ciclópeas con vistas al lago, se llega a la Puerta del León, una entrada a la ciudad que no podía verse desde el mar, en cuyo dintel se aprecia un león –dicen, que mordiendo el cuello de un toro-, diseñada para que no cupieran muchos atacantes y se les pudiera abatir con facilidad.
Y finalmente, en la parte más alta, se encuentra un castillo –que alberga el museo- y la acrópolis.
La ciudad de Butrint, es uno de esos lugares míticos. Según la Eneida de Virgilio, fue fundada por los exiliados de Troya después de que ésta fuera destruida y el héroe de la mitología clásica Eneas, la visitó de camino a Italia.
Fue construida con grandes murallas y gradualmente se transformó en lugar de culto, aunque también fue un importante hito portuario y comercial en el Adriático.
El problema de los hoteles en la Riviera Albanesa
Hasta cuatro veces llegamos a reservar hotel en las ciudades de Ksamil y Sarandë. Y es aquí donde llegamos a pensar de dónde puede venir la fama de los albaneses en el extranjero.
El sistema es el siguiente: Reservas online un alojamiento por un importe determinado. Pero cuando llegas al alojamiento te han anulado la reserva y el hotel – apartamento, hostal, casa o guesthouse– está lleno.
Si llega otro huésped antes, anulan tu reserva –que conlleva un porcentaje a la página de reservas de hotel- y al nuevo huésped le cobran más cara la habitación. Luego, te dicen que han entrado dos reservas juntas, que ha habido un error, y que por favor anules tu reserva, y así la página en la que se están publicitando no les penaliza.
Total, que te fastidias y te quedas como nosotros, hasta las once de la noche dando vueltas en un sitio con una ocupación hotelera de casi un 100%.
Finalmente, encontramos un antro inmundo en el que pasar la noche por nada más y nada menos que 40€ y que, sólo regateando, conseguimos que nos rebajaran a 30€.
Así que entre lo masificado del Blue Eye, los mosquitos de Butrint y la experiencia con el alojamiento de Ksamil (o Sarandë) es igual, habíamos echado el día.
14 comentarios
Qué bonito venir a tu casa, Macarena. Es una ventana al mundo, literalmente, y también una ventana a lo bello que es viajar y a las buenas sensaciones (amén de mosquitos, masificaciones, jeje).
Estamos tan cansados de mirar para todos lados y no ver sino noticias malas, que llegar aquí es un bálsamo, lo digo de corazón.
Esta entrada me ha gustado de manera especial, porque yo soy mucho de visitar lugares ruinas cargadas de historia. Me alegra cuando la Unesco toma la decisión de declarar Patrimonio de la Humanidad. Me da esperanzas de buena conservación y de que la historia del lugar no acabará perdiéndose.
Lo del hotel, bufff, vaya gracia la jugada que tienen con eso de anular reservas y poner excusas. Me alegra que se lo tomaran con buena actitud, al menos la suficiente como para que no les fastidiara ni un minuto el viaje.
Sorprendente el lago con tanta masificación de gente. Y luego las fotos del mismo lugar sin gente, qué maravilla y cuánta paz transmite!
Supongo que ese precio que debemos pagar los turistas será eterno e intrínseco a todo viaje, en mayor o menor medida.
Pero oye, que nos quiten lo bailado!!
Gracias, Macarena.
Un beso muy grande.
Ay Nélida, no sabes lo que me ha gustado oirte decir que venir aquí te trae paz porque realmente es lo que yo siento cuando viajo. De verdad que me cambia hasta el humor. Me apasiona tanto conocer otros lugares y me siento tan unida a mi familia, que es lo que más me gusta en este mundo.
Sabes que me gusta contar las cosas como son o, al menos, como nosotros las vivimos. Muchas veces he llegado engañada a un lugar y no me gustaría que, aconsejados por nosotros, eso mismo le ocurra a los demás. Si finalmente se decide ir, al menos que se sepa la realidad de las cosas.
Gracias a ti, un beso enorme.
Qué bonito!! me ha encantado porque como dicen mis hijos soy una loca de las piedras, jajaja, me encanta visitar las ruinas de estos lugares y conocer su historia. Un abrazo
Con repelente y mucha agua, éste lugar es apasionante.
Un fuerte abrazo!!!
Visitar estos lugares es vivir monentos que hemos visitado en los libros y apetece ver cuando nos muestran viajeros como vosotros con tan buena información siempre. Me gustan estos sitios, pateamos casi a diario las de Mérida, vivimos allí unos años y eran de paso obligado.
Bien por contar lo del hotel así se va también prevenido.
Buen fin de semana.
Un abrazo.
A quienes nos gusta la Historia y el Arte, Laura, nos encantan estos lugares. Desde luego son los que más disfruto cuando viajo.
Un fuerte abrazo!!!!
¡Hola, Macarena! Jo, cuando he visto la primera foto del Ojo Azul me he dicho aquello de que no sé si existió el Paraíso, pero seguro que estaba en la Tierra. Luego veo la siguiente totalmente masificada y desde luego que produce un pequeño chasco. De todas formas, es un paraje impresionante.
He sonreído al ver la puerta del león, me trajiste la portada de un libro de texto de mis años de EGB, je, je, je… unas ruinas impresionantes, tanto como su historia.
La experiencia del hotel, sin comentarios. Parece que existen países donde la picaresca es un deporte más común que en España, o al menos de la España actual. Hace falta ser caradura para encima pedirte que anules la reserva para que no les penalice la página. En fin, al menos sobrevivisteis a esa noche. Un fuerte abrazo!!
Lo del Hotel tiene su mérito, David, que era para haberlo visto, que conste.
La Puerta del León, no olvidemos lo de «mordiendo el cuello de un toro», me imagino por qué te produce una sonrisa, puede que me pasara a mí algo parecido. Quizá se lo tome uno más en serio cuando terminen de excavar hasta lo que era el piso.
Y The Blue Eye… Pues sí, tela. Yo lo cuento, luego el que quiera ir… Ya es cosa suya. De todas formas, es curioso ver brotar el agua en el río. Parece algo de otro mundo.
Un fuerte abrazo, David!!!!
Un lugar muy curioso, por tus fotos veo que hay mucho por ver allí. Me ha llamado la atencion que no le cobraran a tu hija por ir dormida, eso por aquí no sucede. Un beso
Supongo que fue por la aglomeración que había y la prisa que se estaban dando en hace circular a los coches… No sé.
Un besazo, Vicenta.
que ruinas mas bonitas para visitar, me gustan mucho y el lago es fenomenal, me imagino allí
Son muy grandes y, salvo por los mosquitos, recorrerlas es muy interesante. Un abrazo!!!
Lugares encantadores, me apasiona la historia y ver sobre todo ruinas antiguas de ciudades. Pero a decir verdad, la experiencia de tu visita no fue nada agradable por todo lo comentado incluido mosquitos y otras exquisiteces del comportamiento de los albaneses. Viajando es la única manera de ir siempre aprendiendo tanto para bien como para mal.
Una fabulosa explicación y bien documentada como ya nos tienes acostumbrados.
Un gran abrazo y buena semana.
Juan Tarrero
Estas visitas son las que a mí más me gustan, Juan. Comparto contigo el entusiasmo por la Historia y los yacimientos arqueológicos.
Y, en fin, supongo que en todas partes «cuecen habas».
Un fuerte abrazo, Juan. Muchas gracias.