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Camboya

Phnom Penh : El Palacio Real y la Historia del Chino Muerto

El Palacio Real y la Pagoda de Plata en Phnom Penh -dentro de un mismo y único recinto- son de obligada visita para cualquier visitante en la capital de Camboya. Construídos en 1860, son un bello ejemplo de arquitectura khmer y se encuentran ubicados, junto a otras edificaciones, en un recinto amurallado donde habita la Familia Real, por lo que determinadas zonas se encuentran cerradas al público.

Pagoda de Plata

El Palacio Real de Phnom Penh

Después de un par de fallidos intentos de visitar el Palacio Real, al que siempre llegábamos a poco minutos del cierre, por fin, visitábamos esta joya del arte khmer, residencia actual de la Familia Real. El Horario de apertura del complejo es de 10 a 12 y de 14 a 16. El precio de acceso es de algo más de 6$ por persona (nosotros pagamos 19$ en total) y todo el mundo paga, salvo los menores de 6 años. Es obligatorio, en señal de respeto, realizar la visita con los brazos y las piernas cubiertas y no vale cubrirse con un pareo. En caso contrario, se puedes adquirir camisetas y pantalones en la entrada al precio de 3$; aunque la norma no es tan estricta en el caso de los niños a los que se les permite entrar con bermudas y camisetas sin mangas.

Acceso al Palacio Real de Phnom Penh

Es obligatorio entrar al Palacio Real con brazos y piernas cubiertos

En la puerta, se pueden contratar guías turísticos, generalmente angloparlantes, pero no hispanohablantes.

Salón del Trono – Palacio Real de Phnom Penh
Los tejados del Palacio Real son buen ejemplo del arte Khmer

El complejo de edificios en el interior del Recinto amurallado del Palacio Real lo conforman 9 edificios que ocupan una superficie de más de 6 hectáreas. Los edificios más destacados son: la Sala del Trono, el Pabellón de Napoleón III, el Pabellón Pochani, el Pabellón Chanchaya y la Pagoda de Plata.

Salón del Trono – Palacio Real de Phnom Penh

 

Interior del Salón del Trono

La Sala del Trono,

con sus 59 metros de altura, es el edificio más llamativo de todos y, hoy día sigue utilizándose para albergar actos oficiales, bodas, y encuentros diplomáticos. No se puede acceder a su interior, sino que se observa desde la puerta y las ventanas acordonadas bajo la atenta mirada de los guardas. Tampoco se pueden tomar fotos del interior, quizás como medida de seguridad para prevenir actos terroristas o de boicot, ya que este salón sigue estando en uso en la actualidad.

Imágenes del Pabellón Pochani

El Pabellón Pochani,

construido en 1912, es (o era) utilizado como salón de baile.

Pabellón Chanchaya

El Pabellón Chanchaya o Pabellón de la Luz de la Luna

es reconocible por las imágenes expuestas del Rey de Camboya, Norodom Sihamoni. Es visible en su integridad extramuros y por ello, es elegido por el Rey para dar discursos o presenciar los desfiles por las calles sin tráfico de los alrededores de Palacio.

Pagoda de Plata
Recinto de la Pagoda de Plata

La Pagoda de Plata

En el complejo interior, en un recinto anejo, encontramos la Pagoda de Plata, conocida como Wat Preah Keo, cuya traducción significa el «templo de buda esmeralda». Su sobrenombre deriva de los suelos realizados en baldosas de plata. El recinto alberga además, galerías con frescos, estatuas, estupas y jardines.

Hay que descalzarse para acceder a la Pagoda de Plata

Se puede acceder descalzo al interior de la Pagoda de Plata, pero tampoco se pueden hacer fotografías. Las baldosas se hallan cubiertas con enormes alfombras que cubren lo que, de haber dejado al descubierto, habría sido impresionante para los ojos del viajero; pero hoy día sólo se dejan ver retazos del suelo al descubierto para mostrar cómo es verdaderamente la planta de la Pagoda. ¡Una pena que ni siquiera se molesten en dejarlo reluciente!

Parte exterior del Recinto de la Pagoda de Plata

La Pagoda de Plata alberga multitud de tesoros nacionales, entre los que destaca una estatua de Buda del siglo XVI hecha en cristal, conocida como el Buda Esmeralda -que da nombre a la edificación-, y una estatua de tamaño real de Buda Maitreya con 9.584 diamantes encargados por el rey Sisowaht.

Pabellón de Napoleón III. Fuente: http://www.voyagevirtuel.net/cambodia/photo/phnom-penh-palais-royal-699.php
Pabellón de Napoleón III

El Pabellón de Napoleón III

se encuentra en el patio que hay junto al Salón del Trono y, en la actualidad está cubierto por un andamio y una malla. Se trata de una curiosa casa de hierro que fue donada por Napoleón III al Rey Norodom en 1876 sin tener en cuenta el clima camboyano. Es una pena que no la pudiéramos ver, creo que objetos imposibles como este pabellón son dignos de ser considerados OOPArts del mundo moderno.

Imágenes del Palacio Real de Phnom Penh

Y tras la visita, salimos con sabor agridulce, pues las expectativas de la visita al Palacio Real superaban mucho lo que vimos. Pero no nos arrepentimos, de no haberlo visto, no hubiésemos tenido criterio para opinar.

Jardines del Palacio Real de Phnom Penh

 La Historia del Chino Muerto

Fue a la salida del Palacio Real, cuando sucedió el acontecimiento más desagradable que hemos protagonizado, no sólo en Camboya, sino en cualquiera de nuestros viajes.

Samdach Sothearos Blvd.

Las calles que rodean el complejo del Palacio Real están cerradas al tráfico y nuestro hotel se encontraba justamente en la parte trasera del recinto. Así que íbamos tranquilamente, despreocupados, paseando de camino al hotel, charlando sobre la visita al Palacio Real.

Monjes budistas en la esquina del Recinto del Palacio Real

Casi al finalizar la calle, antes de doblar la esquina, Yayo se quedó un poco más rezagado y Macarena y yo continuamos andando hasta que oí “un algo raro” que me hizo volverme.

Y al mirar, ví a un chico joven que intentaba agarrar del brazo a Yayo, mientras se lo despegaba de un codazo. Otro chico, de rasgos asiáticos, permanecía junto a ellos cerca de la pared y, de pronto ¡boom! Yayo le soltó un puñetazo que lo hizo golpearse contra el muro del Palacio Real.

Yo rodeé a Macarena bajo mi axila derecha, mientras le tapaba los ojos con la mano. Había sonado como si un melón se estrellara contra el suelo y, de pronto… el chino se desplomó y volvió a golpearse la cabeza contra el suelo.

Fueron unos segundo, sólo unos segundos, todo ocurrió muy rápido, y allí estaba el chino tendido en el suelo sin moverse. En aquel momento, yo me asusté y pensé ¡Dios mío, se lo ha cargado! Puffff. Por mi cabeza pasaron todas las imágenes éstas que vemos en la televisión sobre las cárceles de los países africanos, sudamericanos y asiáticos y pensé ¡Madre mía, en el lío que nos hemos metido! Tuve miedo.

Yayo me contó que se dio cuenta de cómo, al salir de la visita, dos jovenes camboyanos comenzaron a seguir a un grupo de japoneses pero que, al ver que nosotros éramos presas más fáciles, abandonaron su idea primigenia para seguirnos. Por eso, él se puso detrás de nosotras. Y, mientras caminábamos, le agarraron de los brazos, mientras hacían una maniobra para meterle la mano en el bolsillo. Fue cuando él le dio un codazo a uno de ellos y se defendió del otro con un puñetazo.

Tras unos segundos, que se me hicieron eternos, el chino del suelo reaccionó mientras unos militares uniformados, que estaban sentados en unos taburetes de la esquina, venían hacia nosotros gritando “No problem, no problem”. El chino, tambaleándose, y visiblemente conmocionado se puso en pie, mientras -cuál era mi sorpresa- el del codazo seguía persistiendo en agarrar a Yayo en una mezcla de insistencia, burla irónica y muestras de victimismo. Pese a la escena, yo respiré aliviada ¡Menos mal, el chino estaba vivo!

Con aquel panorama, yo también comencé a darle gritos al militar que nos increpaba y le decía que sí, que sí que teníamos problemas, que aquellos chicos eran ladrones y que habían intentado agredir a mi marido. Poco a poco, se fue acercando más gente: los conductores de tuk-tuk que se agrupan al final de la calle para transportar a los turistas que van saliendo del Palacio Real.

Conductores de tuk tuks al fondo, al finalizar la calle

Comenzaban a rodearnos cuando pensé que lo más inteligente era salir de allí lo más tranquilamente posible, pues no sabía de qué parte se posicionarían los mirones. Agarré a Yayo y a Macarena de la mano y con toda la parsimonia que me permitía el temblor de piernas que tenía en aquel momento, salimos de entre la gente. Y con toda tranquilidad, seguimos calle abajo, sin mirar atrás.

Abandonábamos al día siguiente Camboya, así que decidí no volver a pasar por aquel lugar en todo el día. Macarena se daría un baño en la piscina, comeríamos cerca del hotel y nos iríamos al día siguiente, por si acaso.

En el hotel, mientras a Yayo se le comenzaba a hinchar el brazo por minutos, pregunté por su reacción. Le reprendí diciendo que hay mil formas de neutralizar a una persona, pero que casi mata al chino y que, de haber pasado una desgracia de tal calibre, nos hubiera metido en un lío a los tres del que difícilmente hubiésemos podido salir. Me contestó que sólo trataba de defenderse, de defendernos, que no lo pensó, sólo reaccionó al hecho de que dos extraños, en un país extraño, le abordaran por la calle y le intentaran sujetar por los brazos. Macarena, por su parte, que había permanecido muda hasta el momento, arrancó en llanto: estaba acojonada la pobre. Gracias a Dios, no ocurrió más y aquello fue sólo una mala experiencia.

No me gustaría que el lector pensara que ésta es la tónica habitual de Camboya. Estábamos advertidos sobre ladrones y carteristas en Phnom Penh, Sihanoukville y, en menor medida, en Siem Reap; pero Camboya es un país seguro con gente maravillosa. Tuvimos mala suerte y una mala experiencia, pero que este relato no desanime a nadie en sus planes de viajes: simplemente precaución al salir del Palacio Real y los alrededores del Mercado Ruso y Central Market.

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8 comentarios

Macarena Sierra Lechuga 25 octubre, 2015 at 2:11 pm

Pues sí, por desgracia siempre hay quien estropee el turismo en Países que lo necesitan para el despegue de su economía; por suerte, incidentes como éste no empañan la visión de lugares como Camboya con una población maravillosa y una culturas e Historia extraordinarias.

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Bizcochos y Sancochos 25 octubre, 2015 at 12:43 pm

Interesante viaje a estos sitios de culturas tan distintas a las nuestras, menos que el "chino muerto" que al parecer los hay por todos lados!

Besos a Macarenita…

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Macarena Sierra Lechuga 4 febrero, 2016 at 6:08 pm

Ufff Marco ¡Qué susto! No animes a Yayo, no vaya a ser que vaya a ir repartiendo mamporros por Asia. Yayo cuenta que fue una reacción instintiva, pero creo que se excedió. Yo creo que fue mala suerte porque en realidad los camboyanos son encantadores. De todas formas, me alegra que me digas que Tailandia también es un lugar seguro y tranquilo, aunque coincido contigo en que la inseguridad es más un problema de la permisividad de los países occidentales. Pero a Yayo luego se le hinchó el brazo… ¡Ni te cuento!
Muchos Besos.

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Vivir viajando 4 febrero, 2016 at 5:40 pm

Yayo…¡Eres mi héroe! Yo también defendería a mi mujer a puñetazos si hiciera falta y seguro que ella también se liaría a mamporros para defenderme a mi. En los 5 meses que llevamos viviendo en Bangkok nunca hemos tenido ningún episodio como el que contais. Espero que el chino terminara, primero en el hospital y después en la cárcel. No se como será en Camboya pero en Tailandia las penas por robo son altísimas, ese chino aquí tendría 10 años entre rejas como poco. En España a un carterista reincidente no le pasa nada. Si lo detiene la policía, a las dos horas está otra vez robando tranquilamente. Creo que Madrid o Barcelona en algunas zonas y ha ciertas horas son mucho más peligrosas e inseguras que cualquier ciudad asiática.

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Lizar 17 octubre, 2017 at 9:48 pm

Joer, y yo que pensaba que los budistas sólo meditaban y veían mariposas. No creía que tuvieras que tomar tantas precauciones en estos países del sudeste asiático.
La verdad es que un incidente tonto de este tipo puede traerte la ruina. Hay que tener mucho cuidado con la población local, porque a pesar de que en muchos sitios se protege al turista, en otros es al revés, y simplemente (he leído experiencias de viajeros, y casi me pasa a mí) si rechazas al típico guía ilegal, o no le compras algo a un vendedor pesado, pueden inventarse cualquier historia ante la policía, y prepárate luego para el follón.
¡¡Pero como le echas la bronca al pobre Yayo, Macarena!! jeje Menos mal que no pasó nada grave. De todas formas, lo mejor en estos casos es largarse lo antes posible.
En cuanto a la visita al Palacio Real, veo que no os emocionó, pero las fotos han salido muy bonitas. Quizás, acostumbrados al detalle y las filigranas de los templos tailandeses, éste es más sencillo, ¿no?
Un abrazo fuerte!!

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El Mundo con Ella 17 octubre, 2017 at 11:01 pm

Qué va qué va Lízar que también hay «chinos» hijoputas. La verdad que no es la tónica habitual en Asia, de verdad, y menos aún en Camboya en donde creo que la gente fue una de las cosas que más me gustó; pero, verás, que estábamos advertidos sobre los carteristas del Palacio Real de Phonm Penh… ¡Y nos tocó! Lo que pasa es que Yayo es como Rambo ¿Sabes? Creo que pasó demasiados años en el Ejército jejejejejeje Lo malo fue que después de Camboya fuimos a Bali y allí no había Dios que condujera con el brazo tan hinchado. Pero creo que éste es el único incidente desagradable en todos nuestro viajes… Aun así, es lo que tú dices, que no sabes de qué parte se va a posicionar la policía.
Y el Palacio Real… sí sí, es bonito y tranquilo ¡Nada que ver con el de Bangkok! Pese a que dicen que se trata de construcciones «gemelas» por sus tejados. Pero vaya, que en Camboya hay muchísimas cosas mejores. Aún así, si se va, hay que verlo.
Un fuerte abrazo.

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mirandoXelmundo 13 diciembre, 2018 at 2:22 pm

Excelente información familia , nos esta ayudando bastante la información de su viaje por ASIA. Saludos de Bertha y Ronald de mirandoxelmundo.

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El mundo con ella 14 diciembre, 2018 at 12:05 am

¡Muchos besos, compañeros! Disfrutad mucho. Camboya es un país fantástico. ¡Y cuidado a la salida del Palacio Real! jjjjjjjj Ya nos contáis a la vuelta.

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