La ciudad de Luang Prabang, al Norte de Laos, es la más turística del país. Incluida desde 1995 en la de Lista de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por su mezcla de arquitectura tradicional laosiana y colonial francesa, en ella podemos encontrar más de cincuenta templos budistas, algunos de ellos catalogados como los más bellos del Sudeste Asiático.
De Vang Vieng a Luang Prabang
Habíamos comprado nuestros billetes de autobús a Luang Prabang en una agencia de Vang Vieng. Pagamos 110.000 LAK (11€) por persona y vinieron a recogernos al Hotel a las 9.30 a.m. porque la minivan salía a las 10.00 de la mañana. Tardamos en llegar unas 6 horas.
Al llegar a Luang Prabang, la minivan te deja en la Estación de Autobuses bastante retirada del centro de la ciudad para llegar con las mochilas a cuestas. La única opción es el songathew compartido por el que se pagan 20.000 LAK por persona (2 x 3 = 6 Euracos pagamos entre los tres) para recorrer los cuatro kilómetros hasta llegar al centro, en donde estaba nuestro hotel – Odoumlith Guesthouse-.
No puedo recordar por más que lo intento qué fue lo que comimos ese día porque creo que no comimos nada hasta llegar a Luang Prabang. Así que, tras registrarnos y acomodarnos en el hotel, fuimos a dar una vuelta y comer algo.
Nuestro Hotel estaba casi haciendo esquina con Sakkaline Road, justo al lado de los Restaurantes 3 Nagas, en la continuación de Sisavangvong Road; así que se trataba de un lugar muy cercano de todo que, aunque Luang Prabang no es una ciudad grande, lo mejor es estar en el cogollo del asunto.
Nuestra primera tarde en la ciudad
Echamos a andar calle abajo –o arriba, según se mire- y llegamos andando hasta el Night Market recién abierto. La ciudad nos estaba pareciendo un encanto: bonita, sin turismo masivo, con una arquitectura colonial muy diferente y estábamos deseando comprobar si esta primera impresión sería la misma al día siguiente.
Macarena compró unas cuantas cosas en el Night Market ¡Cómo no!
Y llegamos hasta la callecita de la comida. Todavía no estaba atestada de turistas. Era temprano. Y, en aquel callejón estrecho y lleno de humo, comenzaba a oler a comida recién hecha, pero las mesas de hule y la basura de los rincones me estaban quitando las ganas de comer. Pero Yayo, que come de todo como un bendito, se compró unos bambús de cerdo y unos pajaritos que no esperaría a comer –lo de “bambú” es porque, en Laos, se asa la carne dentro de palos de bambú para no tener que ponerla en la barbacoa encima de las brasas-. Y entonces ¡zas! Se le rompió un diente ¡Madre mía! ¡Qué viaje!
Entre tanto, Macarena y yo habíamos decidido comprarnos unos bocatas que estaban malos hasta más no poder. Acostumbradas como estábamos a los bocatas de Vang Vieng, el pan de aquí nos pareció chicloso, los ingredientes rancios y el bocadillo frío. Así que, entre el diente roto de Yayo, y lo mala que estaba nuestra cena, decidimos ir a comprar algo más blandito: unos crepès y un bizcocho, de los mejores que hemos comido nunca.
Y así de desastrosa fue nuestra primera tarde en Luang Prabang. Amanecería de nuevo al día siguiente y buscaríamos un dentista para el diente roto de Yayo; pero eso es otra historia.
14 comentarios
Espero con impaciencia tu siguiente entrada!!! Que mala suerte que Yayo se rompiera un diente, estoy segura que hoy lo recordareis como una anécdota, pero en su día tuvo que ser un fastidio. Nosotros también tenemos algún momento de estos y ahora nos reímos, pero hay que pasarlo y solventar el contratiempo.
PD: me encanta tu niña comprando en los puestos, es lo más.
Un super abrazo
Alicia
Ay Alicia! Ya te tocará. Cada vez que viajamos a Asia, llevo casi lo puesto. Allí es todo muy barato y hay auténticas monerías (Por cierto, tengo una entrada de los mercados de Siem Reap), pero no compro casi nada porque ya se encarga ella de llenar las mochilas para la vuelta: chanclas, estuches, mochilas, zapatillas, ropa,… Al principio del viaje, suelen ser fruslerías porque lo gordo se lo guarda para el final, que suele ser Bangkok o Kuala Lumpur. Y, con el final de fiesta, venimos con el equipaje de mano petado!!! La verdad es que es buena y no pide, sólo mira ¡A ver qué hago!
Lo del diente, ya lo contaremos. Terminamos en el dentista y, la verdad, es que alucinamos por limpio, bien hecho y barato. Tan es así que Yayo quería quedarse más días para hacerse más cosas jajajajaj ¡Lo que faltaba! Es que son la pera.
Un besazo
Vaya primer contacto que tuvisteis, me encanta la foto del callejón, realmente bonito. Un beso
Asunción, Luang Prabang es una ciudad preciosa y cuidada. Ya verás cómo te gusta. Besitos
Es una faena siempre romperse un diente, pero mucho más si uno está de viaje, ¡pobrecito Yayo!. Como siempre os las apañáis muy bien, seguro que lo solucionásteis; estoy deseando saber cómo :))
Qué pena de cena, sobre todo si esperábais bocadillos tan buenos como los que habíais comido en Vang Vieng. Suerte que surgió la alternativa perfecta, sobre todo si sóis golosos :DD Muy bonitos las construcciones de estilo colonial, y el hotel también se veía muy limpio y acogedor :))
Un beso de lunes, Macarena.
Yo no sé, Julia, por qué nos pasaron tantas cosas «extrañas» en este viaje. Luego se calmó la historia y ya no hubo mayor complicación en la parte de Vietnam. Lo del diente, ya lo contaremos, pero básicamente, tuvimos que ir al dentista. Jjjjjjjj
La cena, la verdad que más mala… Pero para el resto de los días descubrí bocatas de los buenos!!!! Aunque los seguí comiendo en Vietnam que son también muy típicos.
La verdad que Luang Prabang es una ciudad con mucho encanto. Ya verás cómo te gusta verla.
Besos
Desde luego, no parece que este destino entre en la guía Michelín, je, je, je… Bueno, seguro que el lugar presenta algún rincón maravilloso, y vosotros siempre sabéis encontrarlo. Un fuerte abrazo!!
A ver, a ver. Era una ciudad preciosa. Ya verás cuántos lugares chulos hay!!!! Besos David
¡¡Vaya inicios!! lo peor se lo llevó Yayo, he leído en un comentario anterior que os solucionaron bien el problema ¡¡¡menos mal!!!
Qué pena lo de la cena, cuando contabas lo de los bocadillos de baguette de Vang Vieng se hacía la boca agua.
Espero leer pronto la continuación de vuestra odisea.
Mil besos a los tres
Si es que Chari, lo que nos pasó en Laos, no nos ha pasado en ningún otro viaje. Menos mal que lo del diente fue el punto y final a los imprevistos ¡Qué viaje! Pero ya ves que nosotros… siempre bien.
Más tarde descubrí un nuevo lugar de baguettes y, cuando seguimos ruta por Vietnam ¡Aún estaban más buenos los bocatas!
Muchos besos
Veo que siempre encontrais lugares precioso, aun con algun que otro contratiempo seguro que lo pasasteis genial. Un beso
¡Hola Vicensi!
Ya sabes que al final siempre lo arreglamos. Luang Prabang es un sitio muy bonito, sí. Muchos besos
No fue un dia muy bueno, pero ahí está esa experiencia. Vaya mala suerte Yayo con el diente. Tu hija volverá cargaita de recuerdos :)) Que linda la mesita que hay en el callejon. Si puedo entraré, nos han hablado muy bien de las Merindades de Burgos y vamos a quirar las telarañas a la caravana, lleva tiempo sin salir , la pobre le tiene envidia a la moto :))
Besos familia.
¡Muy bien que haces, Laura! Además ahora es la mejor temporada. Lo cierto es que cada vez me gusta más Burgos, pues no la conocía y veo que tiene muchísimos parajes naturales poco visitados y un gran patrimonio.
Muchísimos besos. Disfrutad mucho.