
Y ahora, sí es cuando diré el tópico “… pero Vang Vieng no es sólo tubing”.
La ubicación de la ciudad de Vang Vieng es fantástica: junto al Río Nam Song y rodeada de prados y montañas es un pequeño reducto en medio de la naturaleza de la que disfrutar realizando multitud de actividades al aire libre o, simplemente, perdiéndote en moto por sus alrededores. En las afueras de Vang Vieng hay lagunas de un azul intenso, montañas kársticas llenas de cuevas escondidas, cimas que se elevan más allá de las nubes y, además de su río, el salto natural de agua de las cataratas Kaeng Nyui.

Con el tubing y el trasiego del día anterior, no nos podíamos levantar de la cama.

Dejamos la ropa en la lavandería del Hotel (1Kg = 15.000 LAK = 1´5€) y fuimos a alquilar unas motos. Pagamos 60.000 LAK (6€) por cada una de ellas, pues aquí era imposible ir los tres en sólo una y no hubo que dejar el pasaporte en depósito. El alquiler de 24 horas es más caro y, si lo que se prefiere es alquilar un buggie, costará 50€ el alquiler para 4 horas.

Cambiamos algo de dinero en la calle principal, la de los bares, sin necesidad de mostrar el pasaporte y a buen precio, y fuimos a desayunar: café, agua, coca-cola y croisant 7€. Nada nada barato para ser Asia.

Excursiones en Vang Vieng
Teníamos muchas opciones para pasar el día:
- Se puede pasar el día visitando su famosa zona de cuevas de Tham Sang, en un circuito a tan sólo 15 kilómetros de Vang Vieng: Tham Sang, o cueva del elefante, Tham Hoy, Tham Loup y Tham Nam o cueva del Agua, en la que se hace parte del recorrido en un neumático por el agua en la oscuridad del interior de la cueva. El problema es que era temporada de lluvias y “esta atracción” sólo puede realizarse en época seca, cuando baja el nivel del agua.
- La segunda opción era visitar la Blue Lagoon y la Cueva Tam Pou Kham, en el mismo recinto, que tiene un Buda reclinado en su interior.
- La tercera opción era visitar las cataratas Kaeng Nyui y subir luego a la cima del monte Pha Ngeum.

Habíamos optado en pasar sólo dos días en Vang Vieng, pese a que luego nos arrepentimos porque nos divertimos mucho estando allí. Yo estoy en forma “lo justo” y, como además, seguramente no podríamos visitar la Cueva del Agua, ya que agosto es temporada de lluvias, no voté por la opción de las cuevas porque eso de estar subiendo y bajando con el calor que hacía, pues no me apetecía.

La cima del monte, estaba claro que tampoco. Y como iríamos a las cataratas Kuang Si en Luang Prabang, dimos un voto unánime para la Blue Lagoon.

Blue Lagoon y Cueva Tam Pou Kham
El camino hasta allí en moto es fácil y está bien señalizado, además es todo recto sin desvíos. Para salir del pueblo hay que atravesar el río por un puente de madera por el que se pagan 10.000 LAK (1€) (sólo se paga al salir del pueblo. A la vuelta no hay que pagar de nuevo). Claro que sólo pagamos los guiris.

Y luego, un precioso paisaje de montañas “de película” y campos de arroz se despliega ante tus ojos transportándote casi a un decorado de cine ambientado en el Asia del siglo XIX. Sin palabras. Precioso. A ello contribuye el escasísimo tráfico que, además, te permite escuchar el sonido de la naturaleza. Y fue allí, cuando descubrimos lo bello que es este país y acordamos volver algún día para visitar el Sur. Por cierto, las formaciones geológicas, son las mismas que se pueden encontrar en Tam Coc y Halong Bay, en Vietnam, así que éste sería el preludio de lo que pudimos contemplar con posterioridad en el país vecino.

A tan sólo seis kilómetros de Vang Vieng se encuentra la Blue Lagoon, por la que se paga a la entrada 10.000 LAK (1€) por persona, lo que da acceso también a la Cueva Tam Pou Kham. Su horario es de 7:30 a.m. a 17:30 p.m.


La Blue Lagoon, el lago azul, es una “charca” con un agua limpia de un impresionante color azul intenso, de ahí su nombre. El agua fría y refrescante es la atracción de locales y turistas que pasan las horas muertas tirándose desde la rama de un árbol a la laguna y descolgándose entre sus columpios y cuerdas.

Desde el aparcamiento se accede por un puente de madera cubierto, que separa la parte más tumultuosa de la laguna, de otra en la que se encuentra un tobogán –de pago: 1€- y algunos hinchables sobre el agua. Hay un par de chiringuitos que sirven bebidas y algo de comida, y también mesas y bancos para las consumiciones, aunque es posible llevar el pick nick de fuera.


La mayoría del público es asiático, que yo no sé qué le pasa a los asiáticos con los chalecos salvavidas, que por cierto se alquilan, porque la mayoría de los orientales no saben nadar.
Lo ideal es ir por la mañana, que no digo a las ocho de la mañana porque ya habéis visto que temprano nosotros no llegamos. Pero a partir del mediodía, la laguna comienza a abarrotarse de la gente que llega con los tours organizados, y ya es imposible pegarse un baño.


El recinto también cuenta con un circuito de tirolinas que cuesta 150.000 LAK (15 €) y que, por supuesto, tuvieron que utilizar Macarena y su padre.


Tras el baño, decidimos subir a la cueva, pero yo, creo que intencionadamente, me quedé dormida. Así que no llegué a subir. Y, por cierto, en mi plácida siesta en un banco de piedra, los mosquitos me acribillaron las plantas de los pies, pues era el único lugar que no me había embadurnado de repelente.

Para visitar la Cueva Tham Phu Kahn y ver su Buda reclinado, lo primero que hay que hacer es “agenciarse” una linterna. Nosotros llevábamos las nuestras, pero si no, hay que alquilarlas antes de la subida por 10.000 LAK (1€) ya que no vale la linterna del móvil. Hace falta, de verdad, una linterna, linterna.


Hay que subir una escalera muy empinada de unos 200 metros en la que hace un calor asfixiante, ya que se sube en medio de la vegetación y la pared de la montaña. La subida es tan vertical que, en algunos tramos, hay que ayudarse de un pasamanos ¡Cuánto me alegré de no haber elegido la “opción 1”!

Una vez arriba, al visitante le espera un auténtico laberinto de cámaras, galerías y grietas llenas de estalagmitas y estalactitas que se recorren en la más absoluta oscuridad. Nada más entrar, hay una cámara grande perfectamente iluminada y en la que se encuentra un gran Buda reclinado de tres metros labrado en bronce.


Al principio, unas flechas rojas señalan el camino, pero pasado unos metros, desaparecen y no hay un camino claro a seguir, pues el sendero por el interior de la cueva comienza a ramificarse y a adentrarse en la montaña. Más allá de la primera cámara, la oscuridad es tal, que es imposible continuar sin linterna. Y otra cosa, el suelo resbala, así que lo mejor que pudieron hacer Macarena y su padre, fue llevar los escarpines puestos.

Tardaron una vida entera y, al salir, venían absolutamente empapados en sudor. Comenzaba a lloviznar, así que se dieron un baño y decidimos salir de la Blue Lagoon, que ya estaba más llena de la cuenta, para comer algo fuera de las instalaciones. Yo había dormido una siesta de lirón, pero Yayo y Macarena estaban exhaustos. Así que después de comer, mejor, de merendar, decidimos regresar tranquilamente a Vang Vieng. Hoy finalizaríamos el día disfrutando de su ambiente mochilero.
Este lugar es ideal, así que te invitamos a que lo veas en uno de nuestros videos.
Jajaja me parto contigo.. mírala quedándose dormida en un banco, mientras el marido y la hija se van de aventura! jajaja pero te digo una cosa ehhh, que yo me apunto a la aventura antes que los mosquitos me acribillen la planta de los pies! jajajaja ay madre.. Pues una excursión muy chula oye, seguro que echasteis un día genial, cada uno en su estilo! Las fotos desde luego son preciosas. Besos.
!Ay Verónica! ¿Ves? Siempre te lo he dicho, que somos un desastre. Lo que no sé yo cómo llegamos si quiera al aeropuerto a coger el avión jajajajaja Mira yo, cuando me dijeron el calor que hacía subiendo la escalera para llegar a las cuevas, me empecé a recostar en el banco y turn off!!!! Es que irme de viaje para sufrir… uf como que no. Además, mientras dormía no noté los mosquitos jejejejejeje
Pero sí, un día genial y un lugar muy bonito.
Besotes
Una excursión chulísima y la mar de variada, aunque no todos hiciérais todo. Seguro que os lo pasásteis bomba y que esa noche dormísteis como lirones (bueno, tú un poco menos por la siesta jajajaja).
Qué aventureros Yayo y Macarena, no se pierden nada. A mí lo de la tirolina me hubiera dado un pelín de miedo y lo de la cueva, aunque muy tentador, si dentro hacía tantísimo calor… Suerte que luego pudiern darse un bañito para refrescarse :))
Me he encantado la entrada, Macarena. Está bien tener una jornada de puro ocio en un viaje y dedicarse solo a disfrutar. Las fotos y las descripciones, como siempre, estupendas. ¡Muchas gracias!
Besitos de martes.
¡Hola Julia!
Como ya habrás podido comprobar, lo del riesgo y el «ajetreo gratuito» no es lo mío. Y cuando me dijeron el calor que hacía y el esfuerzo que debía de hacer para llegar a la cueva, es que los ojos se me cerraron incoscientemente; pero luego sí sí dormí otra vez como un bebé ajajajajaja
Estas cosas que hacemos son las que animan a Macarena a querer seguir viajando con nosotros y, además, son las que le quedan grabadas a fuego en la mente. Por eso nos repartimos las actividades al viajar.
Muchas gracias a ti, siempre. Muchos besos
Ay… qué preciosidad, Macarena!
Las actividades al aire libre me encantan, y ese lago azul…, qué delicia.
Una excursión preciosa, me dais envidia sana, jajaja!
Un abrazo.
¡Hola Carmen!
El sitio era precioso y Yayo y Macarena disfrutaron muchísimo con todo lo que hicieron, claro que, salvo por lo de las picaduras, yo también tuve mi pequeño ratito de gloria jejejejeje
Un besote
¡Madre mía! Eso es un día aprovechado, creo que yo me quedaría remojándome en las aguas turquesas y a lo mejor metía las narices en la cueva. Lo de las tirolinas ya es algo demasiado arriesgado para mi torpeza. Un fuerte abrazo!!
Bueno, entonces coincidirás conmigo, David, en que tampoco fue tan mal plan dormirme un ratito!!!! jejejejejeje
Muchos besos
¡Es todo precioso!
Vaya despertar con los mosquitos jaja! Pero bueno, descanso y diversión es posible. Un gran saludo y esos remojones, con el calor, debe ser cómo agua de mayo.
¡Muy buen post!
Gracias Karen.
No, no, no desperté ¡Me dí cuenta luego! Y me hice fotos, jo, fue horrible después. Pero todavía me acuerdo de la siesta, no creas jajajajaja
Besos
Qué preciosidad la laguna, Macarena, y qué pena que te perdieras la cueva, debe ser una maravilla aunque cueste tanto esfuerzo el recorrido. Pobre, te imagino con los pies hechos polvo por los mosquitos, ya sabes para la próxima, repelente de bichos hasta en las uñas, jeje.
Y me parece que se pasan un pelín con los precios del desayuno, caray, ni en el Corte Inglés.
Me ha encantado «viajar» con vosotros. Besos a los tres
¡Hola Chari!
El sitio de la Blue Lagoon fue muy bonito y, además, muy entretenido con tantas actividades por hacer. Y no te creas que me dio pena perderme la cueva. Hacía un calor del demonio y tardaron una eternidad. Yo les dije que se trataba de ver el buda y un poquito más, pero ellos se la recorrieron enterita.
De los precios de Laos hemos hablado en otras ocasiones a lo largo de nuestros relatos y, la verdad es que sí, éste salió caro.
Besitos
Incoscientemente ? o los cerrastes tú conscientemente ? Yo me hubiera apuntado también a la tirolina, ves si hubieras ido no te hubieran masacrao los mosquitos.
Precioso día .
Besos
Jajajajajaja ¡Me encanta! Así visto… Ay Laura, es que una se va haciendo mayor y eso de escalar la montaña dos veces para las tirolinas y luego para la cueva… Que de viaje también hay que descansar! Jejejejeje Besotes