En la Isla de Maafushi continuaba lloviendo a mares. Poco a poco, nuestros compañeros de viaje se fueron dispersando acompañado por el personal de los hoteles que habían venido a recogerlos para facilitarles paraguas y llevarles las maletas. A todos…menos a nosotros, que nos encontramos en medio de un tramo asfaltado entre un charco del tamaño de un lago y un enorme barrizal.
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Tiempo poco paradisíaco de las Islas Maldivas |
Al cabo de unos minutos se nos acercó un motorista para preguntarnos nuestro lugar de alojamiento. Iría a avisarlos, dijo y, al ratito, apareció el personal del hotel con paraguas y transportines para el equipaje ¡Esto era ya otra cosa!
Habíamos reservado un hotel en uno de los extremos de Maafushi con vistas al mar y salida a la playa: White Shell Beach Inn. Era perfecto: la arena, el mar, la terracita, Macarena bañándose mientras Yayo echaba unas cañas… ¡Pues no! Al parecer en el hotel no contaron que, con el temporal que había y con todas las comunicaciones suspendidas, nosotros nos presentaríamos allí. Así que prorrogaron la estancia de los huéspedes en la habitación que teníamos reservada.
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Macarena estaba encantada con las figuritas que nos hacían cada día con las toallas |


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Nuestro último día de vacaciones en 2014 |
Hay que decir que Las Maldivas cobra dos impuestos en las facturas de alojamiento. Uno de ello es el “impuesto por cama” que consiste en un impuesto nacional obligatorio de 8$ por persona y noche. Algunos hoteles ya lo incluyen en el precio de sus habitaciones, pero otros prefieren cobrarlo por separado. Por otra parte, desde el año 2011 Maldivas aplica también una tasa del 3,5% del precio del hotel, alquiler de veleros, escuelas de buceo y otros gastos habituales de los turistas. Este impuesto grava de forma progresiva, por lo que los turistas que pernoctan en los hoteles de superior categoría pagan más que los que optan por categorías inferiores. Por último, los establecimientos de restauración, añaden una tasa del 10% al coste de la factura. En fin, que el paraíso no tiene nada de barato.
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Al atardecer, las cenas se sirven en la orilla a la luz de las velas |
La comida no está mal. El plato nacional es el atún y además se puede comer todo tipo de pescados frescos, guisados de maneras diferentes. Hay sandwiches, patatas fritas, ensaladas, sopas, pizzas y pasta, además de frutas, cereales y leche,… así que viniendo de Sri Lanka, como era el caso, en donde casi toda la comida es picante, y es difícil encontrar algo diferente del curry, Macarena estaba más que encantada. Además, no se puede decir que comer sea caro, pero lo que sí puedo decir es que, según los entendidos – que no es mi caso-, las porciones son escasas.
Y luego, está el problema de las moscas, tema recurrente al que hace mención todo el que se ha sentado a comer en una mesa en Las Maldivas.
Al día siguiente, el tiempo andaba igual de revuelto, así que aprovechamos para dar unos paseos por Maafushi, descansar, en fin… no hacer nada en especial. En uno de nuestros paseos coincidimos con Mikel y Soraya – la pareja de Malé – que estaban encantados con haber escogido la opción de embarcarse con destino a Maafushi y, al igual que a nosotros, el país, el mar, el cielo, la gente e incluso la lluvia, ya se veía de manera diferente.
Todos, absolutamente todos, coincidíamos en algo, y era en nuestro deseo de que el temporal cesase y saliera por fin el sol.
2 comentarios
Al mal tiempo, buena cara!! Preciosa la foto de las mesitas al anochecer sobre el muellle…
Gracias, Soraya! Lo que me gustó de ti al conocerte es lo positiva que eres siempre. Muchos besos.