Es imposible pasear por Beirut sin reparar en las cicatrices de la Guerra de Líbano que se alternan con los nuevos edificios reconstruídos después de años de relativa paz en el país. Para muchos libaneses, hay que eliminar cualquier recuerdo de la Guerra, mientras que para otros, los orificios de bala en las fachadas, los edificios bombardeados y los agujeros de artillería pesada son una fuente de inspiración, mantienen vivo el recuerdo y embellecen el entorno en una ciudad que se va edulcorando con el paso de los años y que, lentamente, recupera la normalidad para incorporarse al bullicio cadencioso de cualquier ciudad floreciente.
La Guerra Civil Libanesa
El 13 de abril de 1975, militantes de las Falanges Libanesas (partido político cristiano) atentaron contra 27 palestinos en un autobús.
Mucho antes de la guerra, el Líbano se encontraba dividido entre grupos pro-palestinos, dispuestos a luchar contra Israel, y grupos nacionalistas más preocupados por el país.
Tras la victoria de Israel, en 1967, durante la Guerra de los Seis Días, en la que aumentó considerablemente su territorio, con la incorporación de los Altos del Golán, Cisjordania, la Franja de Gaza y la Península del Sinaí; ciertos grupos hicieron de la causa palestina una causa propia. Así, comenzaron a aparecer facciones que apoyaban a los palestinos, mientras que otros abogaban por el nacionalismo en el país. Aun así, el resto de partidos cristianos tildaban a las Falanges, nacidas de la Guerra Civil Española -dicen-, de fascistas, comenzando a aparecer las primeras disensiones entre las filas de los diferentes partidos cristianos.
La matanza de 1975 y la toma de armas por los grupos palestinos provocaron la explosión de la Guerra Civil.
Los grandes hoteles de Beirut se vaciaron de forma instantánea y el pánico cundió entre los extranjeros que, por aquel momento, residían regular o temporalmente en la ciudad de Beirut y decidieron abandonar el país de forma precipitada.
La Batalla de los Hoteles
La Batalla de los Hoteles se desarrolló entre el mes de octubre de 1975 y abril de 1976. La contienda se libró por la disputa de un complejo hotelero estratégico adyacente a la zona de la Corniche, en el Centro de Beirut y de allí se extendió a otras zonas del centro de la capital.
El intercambio de artillería pesada fue feroz y fueron destruidos los mejores hoteles de esta zona que representaban la confianza de la inversión extranjera en Líbano.
El antiguo Hotel Holiday Inn
El impecable Hotel Holiday Inn, que había abierto sus puertas en 1972, fue completamente destrozado, quedando relegadas sus instalaciones al alojamiento de puestos de mando y ubicación de francotiradores.
Hoy día, tras 45 años, la estructura del Hotel permanece en ruinas completamente agujereado por impactos de balas y morteros como recuerdo de un triste episodio histórico que sufrió Beirut en el pasado.
La Torre Al Murr
Otro edificio valioso durante el conflicto fue la Torre Al Murr, por ser uno de los más altos de Beirut, ideal para establecer puestos para francotiradores. El recién estrenado edificio de 40 plantas, fue tomado por la guerrilla y hoy día constituye otro de los emblemas de la Guerra en la capital.
Al final de la Batalla de los Hoteles, la amalgama de facciones en pugna apoyadas por la OLP, Israel y algunos países árabes era de tal magnitud que llegó un momento que ya ni se sabía contra quién se luchaba y ni siquiera con qué finalidad exacta. De hecho, aún hoy día, muchos libaneses tienen la sensación de que esta guerra se hizo por otros y para otros.
La Batalla de los Hoteles sirvió para completar la división de Beirut en un sector occidental controlado por los musulmanes (West Beirut) y un sector oriental dominado por cristianos (Beirut Oriental), división que se materializó de manera tangible en lo que vino a llamarse la Línea Verde.
La Línea Verde
La Línea Verde o Línea de Demarcación cruzaba Beirut de Norte a Sur durante la Guerra Civil dividiendo las facciones musulmanas del Oeste y el Frente Libanés cristiano del Este. La arteria principal de la Línea Verde, la Avenida de Damasco, pronto se convirtió en un lugar desierto y peligroso a cuyos lados se apostaban francotiradores. Cruzarla suponía un ejercicio de riesgo extremo que podía saldarse con la muerte. Por ello, los vehículos dejaron de circular por ella y pronto, la vegetación cubrió esta “frontera imaginaria” para terminar dando nombre a un lugar innombrable.
Hoy día no es posible distinguir visualmente esta separación material que dividió la ciudad en dos durante quince años, aunque los edificios ubicados cerca de la Línea Verde fueron las más perjudicados y pueden identificarse con exactitud por los graves daños en sus fachadas e infraestructuras.
Beit Beirut, La Casa Amarilla (بيت بيروت)
Inicialmente conocido como Edificio Barakat –por el nombre de su propietario-, fue llamado La Casa Amarilla por el color ocre de la piedra con la que fue construido. En la Guerra Civil fue apodado El Edificio de la Muerte y tras la Guerra, Museo de la Memoria y Beit Al Madina (Casa de la Ciudad).
Ubicada en un lugar privilegiado, en la esquina de dos importantes avenidas (Damasco con Independencia) de la Línea Verde, se convirtió durante la Guerra en un punto de control avanzado y un puesto para francotiradores. Su arquitectura, llena de transparencias y ángulos, se utilizó como puesto estratégico para controlar este lugar, conocido como “Sodeco Crossroad”. Hoy, Beit Beirut se ha convertido en recuerdo de la Guerra y en símbolo de la lucha de la sociedad civil libanesa por mantener vivo el recuerdo de su historia reciente.
Tras la Guerra, el gobierno libanés emprendió un proyecto de rehabilitación de la ciudad a través, principalmente de la Sociedad Anónima Solidere, que suponía la demolición de los edificios dañados por la Guerra. La Casa Amarilla, gravemente dañada durante el conflicto, finalmente se salvó gracias a la movilización de la sociedad civil después que se hubiera instado su demolición, pese a que se terminó expropiando.
Según el decreto de expropiación, Beit Beirut albergará un museo, salas de exposición, un lugar de conservación para historiadores e investigadores, una oficina y aparcamientos.
Aún no se han ejecutado todas las actuaciones que permitirán la conservación y el mantenimiento de este icono de Beirut y, aunque suele estar cerrada, se abre en ocasiones especiales con motivo de muestras y exposiciones de interés.
Mosaico del Museo Nacional de Beirut
No muy lejos de La Casa Amarilla se encuentra el Museo Nacional de Beirut, ubicado a lo largo de la calle Damasco y del que hablaremos más adelante.
El Museo fue un edificio también muy dañado durante el conflicto civil en Líbano y sirvió como cuartel general a los combatientes. Se perdieron muchas obras de arte y, como recuerdo de la conflagración, hoy se conserva en una de las paredes un bello mosaico con un agujero de bala en una de sus esquinas inferiores realizado por el tiro certero de un francotirador.
Edificios Culturales Civiles
Los combates de la Guerra Civil afectaron rápidamente a la vida cultural de Beirut, símbolo de la modernidad libanesa. Dos ejemplos de la destrucción son el Gran Teatro, ubicado en pleno Centro de Beirut y en fase de recuperación desde hace años, que en el pasado acogía a importantes artistas de todo el mundo.
El Dome, The Egg
Situado en la Plaza de los Mártires, cerca de la Mezquita Al-Amín, el Dome, el Huevo, o la Cúpula fue el primer y más grande cine de Beirut en los años 50.
El Dome fue encargado como parte de un conjunto de edificios modernistas en 1965, pero, debido a la arquitectura de su cúpula, concebida para albergar a más de 500 espectadores, se convirtió durante un búnker durante la Guerra.
Solidere se hizo cargo del edificio tras la guerra y, en la actualidad, pertenece a una empresa inversora árabe.
Como muchos otros edificios, los conservacionistas libaneses, luchan para preservar este edificio histórico de Beirut que lleva escrita en sus paredes las heridas del conflicto. Pero el terreno, en el centro de la ciudad, es muy goloso en orden a su urbanización. Lo que pasará con él, sólo el futuro podrá decidirlo.
23 comentarios
Excelente artículo Macarena. Es difícil describir como afecta la guerra a una ciudad, y cómo un viajero puede apreciar esas cicatrices. Pero tu lo has hecho y muy bien. La verdad que tiene que dar mucha pena ver los edificios agujereados por las balas…a mi por lo menos me produce esa sensación. Yo soy muy sensiblera con estas cosas y tiendo a emocionarme, no puedo remediarlo…..no sé yo si terminaría con la lágrima en el ojo…
Un abrazo,
No sé, Alicia, creo que en realidad son bellos, sobre todo porque enseñan cómo un pueblo puede superarse a sí mismo. Siempre he abogado por mantener las huellas del pasado: las buenas y las malas porque creo que el ser humano no tiene memoria y lo material, en ocasiones, ayuda a mantener la memoria viva. En muchos sentidos, Beirut sigue recordando de manera contínua que allí hubo no hace tanto una guerra, pero al ritmo de edificación, creo que la memoria va a terminar por difuminarse.
Pero te diré que lo que sí pensé muchas veces estando allí, cuando veía alguien con arrugas en la cara, era en cómo debía haber vivido aquella persona el pasado bélico del país.
Un fuerte abrazo!!!!!
No se si alguna vez visitaré el Líbano, pero viendo estos reportajes que nos presentas, como si ya hubiese estado. Enhorabuena Macarena, un fuerte abrazo desde el Mar Cantábrico.
Estupendo Germán. Muchas gracias. Me alegro que me digas eso. Un fuerte abrazo!!!!
Hola Macarena, qué buen reportaje. Desde luego aún quedan muchas huellas de esa terrible guerra y produce mucha tristeza pensar en tantísimo dolor y tantas vidas que se perdieron, todo por intereses de algunos porque al final eso es lo que parece que hay detrás de muchas guerras. Como Alicia comenta, a mi estos edificios con las señales de balas me dan mucha tristeza, se me hace un nudo en el estomago pensando en tanto dolor.
Besos
¡Hola Conxita!
En el comentario que le he dejado a Alicia le digo que a mí estos edificios me resultan bellos porque, a pesar del dolor, testimonian la historia de superación de un pueblo. Creo que las huellas materiales de la Historia deben ser conservadas porque la memoria del ser humano es frágil, aunque creo que, en este caso, la especulación inmobiliaria terminará por fagocitar estos ejemplos.
Un beso.
Interesantísimo, como siempre lo son tus artículos.
A mí juicio, borrar las huellas de la guerra es borrar la memoria. Tal vez sea eso lo que quieren hacer…
Muchas gracias.
¿Te recuerda algo? Muy en contra de borrar las huellas del pasado -bueno o malo-.
Un saludo!!!
Buen reportaje de esas huellas Macarena. Recordar es bueno para no olvidar, que los humanos parece que somos muy olvidadizos y volvemos a repetir los mismos errores una y otra vez sin aprender nunca nada de ellos. Estas fotos son claro ejemplo de mucho dolor y destrucción .
Besos.
Muchas gracias Laura. Pues eso. Pienso exactamente igual que tú. No por demoler un edifico significa que no hubo guerra; no por destruir una estatua, dejó de haber un dictador ¿Qué hubiera pasado si tras la Guerra se hubiera borrado cualquier huella de Auswitch? ¿Si no se hubiera hecho un memorial del 11-S en NY? Los humanos somos tan ingenuos a veces. Supongo que políticamente es muy rentable contentar a determinados grupos.
Un beso
Ver en directo el resultado de una guerra siempre impresiona. Mis padres son de un pueblo cerca de Belchite y siempre que paso por allí no puedo evitar pensar en las vidas y el sufrimiento que hubo en aquel lugar. Un besazo guapa
Pero, Asun, es bueno que el horror tampoco se olvide para que siempre tengamos presente lo que no podemos volver a repetir.
Un beso
Hola Macarena, me gusta mucho como nos has contado todo en este artículo y como has reflejado las huellas de ese pasado de Líbano. A mi estas cosas me impresionan mucho, soy muy aprensiva y según que cosas me afectan mucho. No se si sería capaz de visitar un lugar así, aunque me parece perfecto que los edificios estén ahí y se demuestre como han sabido superar eso, aún teniendo muchas cicatrices. Un beso.
Pues te doy toda la razón, Verónica. Es importante conservar también las huellas de nuestros errores para nunca olvidar.
Un besito
Qué bien has denominado a esas «cicatrices» arquitectónicas que la guerra dejó tras de sí, son imponentes. Una se pregunta al verlas si alguna vez los seres humanos aprenderemos a dirimir nuestros conflictos sin hacer uso de las armas y las guerras. Me han impresionado mucho todas las fotos que nos enseñas en tu post, Macarena. Ha de ser muy diícil que una ciudad cierre y termine de borrar definitivamente todas las heridas sufridas. Quizás tampoco deba, como recordatorio…
Un post genial, muy bien documentado y más que elocuente. ¡Me ha encantado!
Muchos besos, estoy feliz de volver por tu casa 🙂
Ohhhhhh feliz estoy yo siempre cuando te veo!!!
Creo que Líbano y, concretamente Beirut, quiere olvidar. Y a ello ha contribuído la especulación inmobiliaria.
Cuando visito un país, siempre quiero conocer el pasado porque pienso que saber de dónde venimos es la única forma de conocer en qué estado estamos. Así que soy muy combativa con las corrientes que, bajo el argumento de «no dictaduras», «no genocidios», eliminan los vestigios del pasado. Los genocidios, las guerras, las dictaduras han existido y a veces sólo lo material es capaz de recordarnos una y otra vez lo que no debe volver a ocurrir. Por eso, creo que hay que verlos, hay que enseñarlos al mundo y hay que valorarlos en su justa medida.
Las cicatrices de balas en las paredes de Beirut son absolutamente impresionantes y pienso que deberían ser conservadas.
Un besote Julia.
Hola,
Muchas gracias por el articulo, me encantó.
Hace 2 años visite Líbano por primera vez y cada palabra que dices es muy cierto ya que las heridas de la guerra aun permanecen en algunas personas que conocí allá. Aun así he tenido la mejor de las experiencias en ese bello país, la gente me trato muy amable y fue realmente inolvidable mi estancia allá. Ame y amo El Líbano y recomiendo mucho visitarlo.
Un abrazo
Ohhhh Alma,
Muchas gracias por tu comentario con el coincido plenamente. Para nosotros, Líbano fue un descubrimiento increíble por su gente, su mezcla cultural, los lugares históricos y arqueológicos, la gastronomía, la gente,… En nuestro viaje, nos quedó algún lugar por visitar, así que seguro que es un país al que volveremos.
Espero que, además de éste, el resto de artículos sean de tu interés y agrado.
Un fuerte abrazo!!!
Muchas gracias por tus excelentes comentarios e información.
Muchos de los países que tienes en tu blog los he visitado y leerte es como revivir mis viajes pero al mismo tiempo es también una forma de compartirlos con alguien que le apasiona viajar ,descubrir y compartirlo de forma didáctica y amena.
Ay Pedro, me encanta tu comentario.
Realmente, esa es también mi pasión; así que, si no estoy viajando, estoy leyendo otros blogs, guías de viaje o estoy preparando alguna nueva ruta. El caso es soñar con otros lugares y otras culturas.
El tema es si este año podremos viajar, porque yo ahora mismo no debería estar aquí Jjjjjjjj
Muchas gracias a ti.
Un saludo!!!!!
He llegado a tu artículo profundizando en el contenido de la novela del escritor libanés Rachid al-Daif
¡Al diablo con Meryl Streep!. Me hallamado la atención que uno de los personajes es una chica francesa que se dedica a fotografiar los edificios dañados en la guerra que aún quedan en Beirut. Curiosa coincidencia. Me ha interesado tu artículo.
Muchas gracias José por tu comentario.
Lamento la tardanza en la respuesta, pero ya sabes cómo somos los viajeros.
Me alegra mucho la aportación que acabas de realizar, pues mañana mismo, me pongo manos a la obra para localizar la novela.
Espero que el artículo haya satisfecho tus expectativas.
Un saludo.
Gracias por tu respuesta. No sé si la novela es recomendable, la verdad. Aunque no conocía al escritor, me interesó, en principio, por estar ambientada en Beirut, que me fascina como todo Oriente Medio. Aunque me costó, la terminé intentando desentrañar los entresijos del siniestro personaje que protagoniza la novela y al final me quedé sin saber exactamente dónde quiere llegar el autor
Saludos