La Mezquita Tinmel, también conocida como Tin Mal, ubicada a unos 80 kilómetros al sur de Marrakech, en las montañas del Alto Atlas, fue construida por los almohades el año 1153 y es el punto de partida del más grande imperio del Magreb.
Esta mezquita es importante por todo un conjunto de particularidades que se aglutinan en torno a ella: Desde el punto de vista arquitectónico, inauguró un estilo que tuvo su continuidad en la Koutubia de Marrakech y se extendió posteriormente en todos aquellos lugares en los que los almohades alcanzaron el poder; Desde el punto de vista político, se le considera punto de partida del Imperio de los almohades que se extendió hasta Trípoli, Al Ándalus y el África Subsahariana; Desde el punto de vista religioso, supuso la génesis de la filosofía de los Al-Muwahhidun, “los que reconocen la unidad de Dios”, los almohades; y en la actualidad, se trata de la única mezquita de Marruecos, junto a la de Hassan II en Casablanca que ofrece la posibilidad de acceso a los no creyentes.
Ibn Tumart, en el inicio de la renovación de un Imperio
Ibn Tumart fue un clérigo bereber nacido al sur de Marruecos que, en época de los almorávides, y tras haber pasado por Al-Ándalus, Irak, Siria y La Meca, regresó a Marruecos donde desarrolló una teología propia (kalam) basada en la unidad de Allah y en el retorno a los preceptos coránicos perdidos, según él, por la laxitud de la dinastía reinante.
Si bien en un principio, el Imperio de los Almorávides también surgió con este afán renovador, sus dirigentes aplicaban la doctrina maliquí, que admitía las costumbres consuetudinarias de la ciudad de Medina durante la vida del profeta, es decir, validaba algunas prácticas previas a la existencia del Corán.
Ibn Tumart hizo de la ortodoxia su bandera y fue expulsado, por ello de no pocos lugares. También le ocurrió en Marruecos, donde tuvo que huir a las montañas del Atlas para evitar la ejecución por revolucionario.
Y fue allí, en un lugar próximo a donde se erige la Mezquita Tinmel donde comenzó a predicar su doctrina, y en poco tiempo se hizo con un ejército de seguidores de entre las tribus bereberes de las montañas, recelosos del poder de los almorávides, que comenzaron a ser conocidos como los Al-Muwahhidun, los almohades.
Abd al-Mumin, líder de una de estas tribus, se convirtió en brazo armado de la revolucionaria doctrina de Tumart. Y tras un ataque fallido por parte de los almorávides a la zona de Tinmel, los almohades se aventuraron a la que fue una conquista desastrosa de Marrakech, capital del Imperio Almorávide, donde murió Ibn Tumart.
Abd al-Mumin mantuvo en secreto su muerte hasta que reorganizó su ejército y se autoproclamó califa. Comenzó entonces una nueva estrategia conquistadora, haciéndose con Tremecén, Fez y, por último, Marrakech en 1147. El Imperio Almorávide había caído y comenzaba, a partir de entonces, una época de conquistas muy próspera para Marruecos.
Tinmel, “La Mezquita Blanca”
Ibn Tumart, había levantado una mezquita en Tinmel en la que impartía sus enseñanzas. El templo se hallaba en un lugar privilegiado rodeado de murallas en la que vivía una importante comunidad de la que ya no queda más rastro que las pequeñas casas de montaña actuales.
Con la toma de Marrakech, Tinmel se convierte en lugar de peregrinación esencial y centro cultural del Imperio, y Abd al-Mumin emprende un proyecto de restauración de la mezquita original, ordenando construir, en 1153, una nueva sobre la de Ibn Tumart que la convierte en arquetipo de la arquitectura almohade que se difundirá por el Magreb y Al-Ándalus en los siglos sucesivos.
Símbolo de un poder nuevo, el rigor espiritual y el carácter militar se unen en la geometría de Tinmel, que servirá como modelo a la Koutubia, la Torre Hassan y la Giralda de Sevilla. Y aunque por fuera, la mezquita parece más una fortificación que un centro de culto, es en su interior donde despliega toda su belleza tanto en su distribución y decoración ornamental, como en el tono rojizo de las construcciones de los países árabes que tanta emoción me provocan.
La mezquita Tinmel fue conocida en sus orígenes como “La Mezquita Blanca” por la ausencia de pintura en su interior. Los fundadores de la dinastía Almohade predicaron pureza y naturalidad y ahuyentaron los artificios que son perjudiciales para la naturaleza pura.
Los que saben sobre matemáticas y arquitectura dicen que en Tinmel se da una combinación de simetría en perfecta armonía por un esquema compuesto por un cuadrado y un triángulo equilátero.
El edificio conforma un cuadrado casi perfecto en sus dimensiones (48 x 43,60), casi unos 1800 m2. El patio y la sala de oración se distribuyen en nueve naves longitudinales y perpendiculares a la qibla (muro orientado a la Meca). La nave central y la de la qibla son más anchas formando un diseño en “T”: Es, en realidad, un cálculo matemático cuya finalidad es que la atención se fije en el mihrab.
Es partir de la mezquita Tinmel cuando se adopta esta costumbre, iniciada por los almohades precisamente aquí, de ubicar las naves de manera perpendicular al muro principal que se dirige a la Meca, que es lo que se conoce como quibla, y marca la orientación de los fieles en la oración.
En el centro del muro de la quibla, en Tin Mal, se ubica el minarete, lo cual es bastante inusual, pues lo habitual es encontrarlo en una de sus esquinas.
Hecho en piedra, hoy sólo conserva tres de los seis pisos que debió tener y, en su interior, conserva el mihrab ricamente ornamentado – nicho que se ubica en el muro de la quibla, que señala a la Meca-.
Sin techo, desaparecido durante el abandono centenario que sufrió tras la decadencia de la dinastía almohade, la mezquita y sus naves están hoy abiertas. En medio del patio se encuentran los restos de una fuente de abluciones.
Muchos de los pilares no se han tocado y aún conservan vestigios de la arquitectura floral original y la decoración geométrica
Los almohades introdujeron novedades de importancia que luego se tomarían como modelo para las mezquitas en el Magreb. Fueron los iniciadores de los arcos lobulados y el empleo de pilares. La ornamentación se vuelve más profusa a medida que nos acercamos a la zona del mihrab. De esta manera, los arcos de herradura muy elevados, se transforman en arcos con muqarnas, ornamentación floral, como palmeras y el empleo de la geometría. Todo ello realizado en estuco.
La madera utilizada es original de cedro, así como las cúpulas que aún se conservan a ambos lados del mihrab.
Varios sultanes de la dinastía almohade, incluyendo a Ibn Tumart, fueron enterrados en un cementerio contiguo a la mezquita, pero no hay rastro aparente de ello. La mezquita también albergó una biblioteca; y una bodega en el sótano, según algunos historiadores que trabajaron en el siglo XVII en las estructuras sociales y tribales del Alto Atlas, y que evocaron en su trabajo de manera subsidiaria a la mezquita de Tinmel.
Será por su ubicación, su variedad y su decoración una fuente donde muchos monumentos vendrán en busca de inspiración. Y así, esta decoración, ya sea floral (palmeras, palmetas, flores, tracería) o geométrica, el arte de Tinmel se convertirá en referencia para el futuro del mundo musulmán de Occidente.
Un lugar recuperado para el Patrimonio Marroquí
Sumergida en el olvido durante cientos de años tras la caída del Imperio Almohade, sólo la especial mezcla de cemento utilizado por los almohades (guijo y tierra con alto contenido en cal) y el tesón de los habitantes cercanos a Tinmel impidieron la desaparición de un edificio sumido en la más profunda ruina.
Por suerte, gracias a la colaboración del mecenazgo privado y el Ministerio de Asuntos Culturales marroquí, en 1997, y tras dos años de trabajos y nueve millones de dírhams, se inauguró una renovada Mezquita Tinmel.
El interés por recuperar la mezquita de Tinmel no surge hasta las primeras décadas del siglo XX. Diversas campañas de restauración llevadas a cabo sin el necesario rigor científico y las lluvias torrenciales caídas en la región a finales de los años ochenta condujeron a una situación crítica, en la que el edificio amenazaba con desplomarse.
Es entonces cuando la Fundación ONA, una institución cultural presidida por Fuad Filali, lanza en 1990 la iniciativa de “Salvar Tinmel”, un ejemplo de mecenazgo de empresa coronado por el éxito.
A partir de entonces, han surgido algunos otros proyectos de interés que pretenden una recuperación integral del edificio. A lo que ha contribuído su adhesión a la Lista indicativa del Patrimonio Mundial de la UNESCO en la categoría cultural, en 1995.
La visita a la Mezquita Tinmel
Aunque la visita a la Mezquita Tinmel se puede realizar en una excursión de un día desde Marrakech, no son muchos los viajeros que se aventuran en este camino, quizá por el desconocimiento sobre su existencia o quizás porque les atraen más todos los lugares curiosos y cercanos que se pueden ver en otras excursiones. Supongo que habrá quien piense que se trata de un largo camino sólo para ver una mezquita. Aunque a mí me mereció muchísimo la pena y no podré jamás transmitir con palabras la emoción y la fascinación que me supuso visitar este lugar.
En cualquier caso, el camino para llegar hasta la Mezquita no es fácil y, aunque entretenido y bello, transcurre por una carretera estrecha y sinuosa que atraviesa las montañas del Alto Atlas, a la que afectan las nevadas en invierno.
Durante el trayecto se pueden contemplar los altos picos nevados de la cordillera y los curiosos pueblos de montaña colgados en la roca. Incluso alguna que otra construcción que se aventura a ser ya la Mezquita. No hay barecitos, no hay arcenes, no hay merenderos. Así que el camino hay que hacerlo y deshacerlo en un avanzar precavido y lento.
Aunque la mezquita se puede observar ya desde la carretera, el acceso se halla bien señalizado por un caminito de tierra que atraviesa un río caudaloso y limpio proveniente de las aguas del deshielo.
Llegamos casi a la hora de comer y aparcamos el coche casi en la puerta.
Aquel día no había nadie. Sólo un joven que con un inteligible inglés básico nos invitó a pasar por la estrecha puerta delantera que se abre en un lateral del minarete.
La visita es gratuita y se trata de una de las dos únicas mezquitas abiertas a los no musulmanes en Marruecos. La otra es la Gran Mezquita de Hassan II en Casablanca.
“El cuidador” de la mezquita, pese a su juventud, se ha documentado sobre la Historia de la construcción y la trayectoria de los almohades en Marruecos, y puede resolver cualquier duda que se le plantee. Por ello, lo mejor es contribuir con una propina a un trabajo que realiza de manera altruista.
Si al momento de la visita, encontráis la mezquita cerrada, se le puede llamar por teléfono y vendrá a abrir la puerta y esperará sin interrumpir a que el interés sobre el lugar del que se siente orgulloso quede saciado.
Terminada la visita, y hambrientos como estábamos, paramos a comer en un pequeño y rústico restaurante que hay a los pies de la mezquita. La carta no es variada y la comida no fue gran cosa, pero el lugar es agradable. Se estaba bien allí, en mitad del Atlas, en un «chiringuito de campo» que sirve como lugar de esparcimiento a los jóvenes de la zona.
Como viajera, entiendo a veces –aunque no comparto- las prisas del viajero o las preferencias por lugares exitosos para Instagram. Tinmel, en cambio, es un lugar para visitar con calma. Pero seguro que, los que amáis el Arte y la Historia, sentiréis la fascinación por este lugar del que aseguro me enamoré.
12 comentarios
Qué maravilla, Macarena. No me extraña que te enamorases de este lugar, solo las fotos transmite una paz y una calma increíbles. Creo que en cada viaje hay que disfrutar de estos momentos de tranquilidad y de conectar con el lugar. Me parece un trabajo increíble el que hicieron para recuperar la mezquita y ¡menos mal que lo hicieron! porque hubiese sido una pena que el mundo se perdiera un lugar así. Besos.
Pues sí, Verónica, la mezquita estuvo a punto de derrumbarse. Pero gracias al esfuerzo de los vecinos del lugar se pudo mantener en pie hasta su restauración.
Es un lugar que me dejó sin palabras. Además estábamos allí solos en una zona remota. Fue mágico.
Un beso
Pues desde luego, merece muy mucho la pena dedicar ese día a ver esta maravilla. Casi diría que es la mezquita que más me ha gustado de las que has mostrado en la serie. Tal cual está es increíble, imaginarla en su plenitud con su techo, con sus fuentes de agua, debía ser algo increíble.
Me ha encantado esta clase de historia y viajes. Un fuerte abrazo, Macarena!!
David, para mí sin duda de las más bellas que he visto nunca, sino la que más. Creo que debió ser preciosa y su significado es muy especial.
Me alegro que te haya gustado.
Un fuerte abrazo!!!
Precioso Macarena, esos motivos en las columnas siempre me fascinan, los techos y esa nave central con tantas columnas es una auténtica preciosidad. Es fácil pensar en ese gran edificio con el refrescante sonido de fuentes de agua. Desde luego no se pueden perder lugares tan bonitos.
Besos
Creo, Conxita, que leíste la entrada de los Templos de Baalbek en Líbano. Pues esta mezquita estuvo a la altura de la impresión que me produjo. Es bellísima y en su origen tuvo que ser impresionante, sobre todo para haberse construído en el siglo XII en mitad de las montañas. Además, su significado es una auténtica pasada a todos los niveles.
Un fuerte beso
¡Impresionante!
Casi sin palabras, Macarena, no me extraña que digas que te cueste transmitir con palabras la emoción y fascinación que te produjo el ver la Mezquita. Me gusta que la llamaran «Blanca» por ese significado de pureza que transmitía y para lo cual fue diseñada. La arquitectura es preciosa, en algo me recuerda la que hay por la zona en la vivo. También soy de las que prefieren visitar estos lugares a otros, digamos más turísticos, ya te he comentado que la piedra también es lo mío, y soy bastante rural jaja.
No te ha faltado detalle para dar una información que me parece bien fidedigna, con sumo gusto la visitaría. Me alegro de que que pudierais ver esta belleza prácticamente solos y con la comodidad de encontrar a un joven bien documentado, siempre es de agradecer que te vayan orientando cuando contemplas algo de tanta importancia.
Un lujo venir a visitarte, me ha encantado.
Gracias.
¡Un abrazo!
Muchas gracias Mila.
Creo que es de los sitios más impactantes que he visitado. La mezquita es bellísima por miles de motivos y, además, como yo soy una friki de la Historia, las leyendas, el arte,… Me encantó poder tomarme mi tiempo para recrearme en lo que el lugar pudo haber sido y supuso en el siglo XII.
Desde luego, recomendadísima visita.
Un beso enorme y ¡Felices vacaciones, Mila!
Maravilla de entrada Macarena. Es de esas que te recreas mirándo las fotos y sus detalles y además deseas compartir para que se disfrute de ella. Que hicieron rehabilitándolo. Contemplar siglos de historia me gusta.
Por eso me gustan los blogs amiga. Otras redes solo están para presumir de + y visitas, sin apenas detenerse a mirar y menos leer lo que están viendo.
Gracias fue un placer encontrarte en el desapareciso G+
Un abrazo.
Oh! Gracias Laura por tus palabras.
Me alegro que te haya gustado. Yo disfruté mucho en este lugar. Me pareció de esos lugares escondidos del mundo que impresionan.
Por otra parte, y con respecto a las Redes Sociales, pienso igual que tú.
Un besazo. Para mí también es un placer haberte conocido.
Estuvimos allí después de la renovacion. Es un lugar con mucha barakah (influjo espiritual), de ahí esa emoción y admiración que produce.
Esa barakah es la combinación de la belleza de sus formas y de las muchas oraciones que tuvieron lugar ahí.
He entrado en tu blog buscando información sobre Timmel porque he oído que ha sido afectada por el terremoto. Dios quiera que sea reparable, Está nezquita es un tesoro.
Tu relato es precioso. Me ha gustado mucho.
Muchas gracias, Lidia. Yo también espero que no haya habido daños. Habrá que regresar para comprobarlo.
Un abrazo!!!!