Sri Lanka es uno de los lugares del mundo más ricos en cuanto a la variedad de su fauna. Debido a la riqueza de su suelo y la variedad de su clima, se podría decir que es una selva habitada, pese a ciudades y carreteras; y de ahí la gran variedad de especies animales de Sri Lanka. El mono es la especie más abundante y se ven en carreteras, ciudades, ruinas y templos. Pero también es común ver varanos, elefantes, murciélagos, jabalís tortugas, ranas, luciérnagas, cuervos, pájaros carpintero,…
No hay que poner en duda cómo puede alucinar un niño en este entorno. Lo cierto es que es una de las cosas con las que más disfrutó Macaren no sólo en el Parque Nacional de Yala, sino observando a los monos en las ruinas que visitábamos; los varanos que se cruzaban en la carretera; los elefantes de Habarana, Sigiriya y Kandy; los pájaros carpinteros en Hikkaduwa; las luciérnagas de Mirissa que metía con su padre en una botella para observarlas de cerca y luego dejarlas ir; los murciélagos de Anuradhapura y el hotel de Sigiriya; las tortugas de la Costa Sur; las ranas que se encontró en el baño de Ella, las ardillas que se acercaban sin temor… Tengo el convencimiento de que jamás podrá olvidar lo que vio en Sri Lanka.
Advertí seriamente a Macarena antes de viajar sobre los peligros de la enfermedad transmitida por la mordedura de estos animales y le pedí, por favor, precaución (en realidad que no se acercara a ellos); pues de ser mordida por uno de estos animales, lo mejor iba a ser coger un avión de vuelta a casa y fin de las vacaciones. En caso de mordedura, se puede acudir a una clínica privada de Colombo, pero lo más seguro es volar a un hospital de la India para que te inyecten una antirrábica antes de las 48 horas, ya que la vacuna es difícil de obtener en Sri Lanka. Y ya se sabe que la rabia no perdona.
Otra de mis preocupaciones con Macarena eran las sanguijuelas, muy comunes entre la vegetación de las zonas rurales. Este, sin embargo, era un problema fácil de lidiar evitando arrozales, selva y zonas de mucha vegetación silvestre. En realidad, no tuvimos que enfrentarnos a ese problema.
Y por último, había que prevenir las enfermedades transmitidas por la picadura de los insectos: el Dengue y la Malaria.
Pese a que el Ministerio de Sanidad ceilandés ha constatado la baja incidencia de la malaria en las ciudades, los mosquitos transmisores de la enfermedad siguen estando presentes en las zonas rurales. Por otra parte, el dengue sigue teniendo una alta presencia en Asia.
Algunos Centros de Vacunación Internacional no recetan la profilaxis contra el dengue ni la malaria, pero en nuestro caso, teniendo en cuenta que viajamos con una niña de 8 años, sí que nos lo recomendaron. Así estábamos más tranquilos.
Además, me pertreché con varios botes de repelentes antiinsectos para zonas tropicales como Relec Forte, ISDIN Extrem y Goibi Xtreme – que es el que personalmente más me gusta porque, además de su precio, no se queda pegajoso, es duradero, efectivo, y porque cuando se está acabando el bote y ya no funciona el atomizador, puedes abrirlo y terminar el líquido del fondo del envase hasta que se acabe.
4 comentarios
Excelente! saludos
Muchas gracias, Mariano!!!!
Hay dinosaurios?
Pues debe ser lo único que falta.