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Sri Lanka

Negombo

La palabra serendipia es una anglicismo derivado de la palabra serendipity, término acuñado en el siglo XVIII por el escritor británico Horace Walpole a partir de un cuento persa en el que los protagonistas eran unos príncipes de la Isla de Serendip -antiguo nombre persa de la Isla de Ceilán, la actual Sri Lanka-. En la actualidad, la palabra Serendipia, aunque no se encuentra recogida en el diccionario de la RAE, se refiere a un descubrimiento afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa diferente.

Sri Lanka había sido objeto de todos nuestros sueños y nuestras conversaciones durante seis largos meses y estábamos a un tris de comenzar nuestra aventura ¿Sería Sri Lanka nuestra especial “serendipia” o se nos mostraría realmente como la habíamos soñado? La primera noche, en Negombo, comenzaríamos a dar respuesta a nuestras preguntas.

Doncellas de Sigiriya (Sri Lanka)
Doncellas de Sirigiya

Después de dos días de viaje, cuatro aviones y unas interminables esperas en diferentes aeropuertos del mundo, por fin aterrizamos en Colombo sobre las cinco y media de la tarde.

Aeropuerto Internacional de Gatwick (Londres)
Macarena duerme plácidamente entre el ruido y la prisa en el aeropuerto de Gatwick (Londres)

Cambiamos algo de dinero en el aeropuerto y salimos a coger un taxi para llegar hasta Negombo, donde habíamos reservado hotel la primera noche a través de la página www.booking.com.

Todos los taxistas nos pedían alrededor de 1.500 LKR (Rupias) (unos 9 €) para llevarnos a Negombo, pero antes de comenzar a discutir el precio, nos tomamos el tiempo de fumarnos un cigarro; y así iba pasando un taxista tras otro hasta que uno se acercó y nos dijo que nos llevaba por 1.000 LKR (6€). Pronto comprendimos por qué.

De camino, nos estuvo comentando que era conductor y que si necesitábamos alquilar un coche para hacer nuestra ruta por Sri Lanka, estaba libre y encantadísimo de trabajar para nosotros. Estabamos cansados, y yo, en ese momento, todavía ligeramente descolocada, así que le pedimos la tarjeta y nos despedimos de él amablemente diciéndole que si lo necesitábamos, le llamaríamos.

Vegetación en la carretera del aeropuerto a Negombo (Sri Lanka)
Vegetación en la carretera del aeropuerto a Negombo

Lo primero que llamó mi atención fue la escasa distancia entre el aeropuerto y la Ciudad de Negombo –apenas 8 ó 10 minutos-, quizás por las grandes distancias que hay que recorrer en otros lugares para llegar desde el aeropuerto a las ciudades, o por los precios desorbitados que había leído había que pagar en el desplazamiento, lo que me hizo pensar que sería más complicado llegar. El caso es que, en un momento estábamos ya instalados en el Shanith Guesthouse de Negombo. Y este fue mi primer contacto con los hoteles cingaleses.

Habitación del Hotel Viceroy en Sigiriya (Sri Lanka)
Habitación del Hotel Viceroy en Sigiriya

Los hoteles en Sri Lanka son un tanto diferentes a lo que, al menos nosotros, estamos acostumbrados.

Las habitaciones suelen ser un espacio enorme, con camas enormes –por lo general con mosquiteras- y desprovistas de bastante mobiliario. La iluminación, de bajo consumo, les hace parecer desangeladas, o quizás lo sean, lo que se podría solucionar simplemente utilizando bombillas amarillas de bajo consumo. Los cuartos de baños también son enormes con la peculiaridad de que, salvo excepciones, no poseen plato de ducha ni bañera, sino que te duchas directamente sobre el enlosado, con lo cual se pone todo perdido, salvo en algunos lugares donde han tenido la deferencia de bajar un tanto el nivel del suelo. Además, es muy común que frieguen el suelo con mucha cantidad de agua, con lo cual vas dejando todo empapado y nunca llega a secarse del todo. Eso en el mejor de los casos, porque como la costumbre es andar descalzo en los interiores, alguna que otra vez vas patinando con el riesgo de romperte la crisma.

Pero esta noche estábamos cansados y nos conformábamos con que la habitación estuviese limpia, tuviese aire acondicionado y el hotel fuera correcto, y éste cumplía los requisitos. Además, estábamos deseando darnos una ducha y comer algo en condiciones, así que salimos a tomar algo a una pizzería cercana. La cena, unos cócteles de marisco, una pizza, unas patatas fritas y unas coca-colas por 14 € no auguraban el mal trago culinario que se nos avecinaba, sobre todo para la pobre de Macarena que durante 20 días se iba a alimentar, casi en su mayor parte, de plátanos y salchichas con Ketchup.

Puestecillo de verduras en Sri Lanka

Tienda de alimentación en Sri Lanka
Puestecillo de verduras en Sri Lanka
Puestecillo de sandías y plátanos en Sri Lanka
Principales proveedores cingaleses de salchichas con ketchup y plátanos, base de la alimentación de Macarena durante su estancia en Sri Lanka

Pese que en Sri Lanka, todo lo que se consuma lleva un 10% de cargo en el servicio – no así en los hoteles- en Negombo han descartado esta práctica en la mayor parte de los restaurantes, con lo cual el camarero solicitó de manera sutil su propina.

Y al volver a la habitación… ¡surgió el drama! ¡Maldito Jet Lag!

La diferencia horaria de Sri Lanka con España es de tres horas y media más (en agosto). Además, por su ubicación casi en el Ecuador, el sol sale sobre las 6.00 – 6.30 de la mañana y anochece a las 6.30 de la tarde. Con lo cual la vida nocturna en el país es casi o totalmente nula. Y se puede decir que después de las ocho y media de la tarde ya no hay un alma en la calle. A ello hay que unirle las altas temperaturas en la mayor parte del país, lo que te lleva a unirte al ritmo cingalés para evitar el sol durante las horas de más calor.

El problema es que Yayo y yo estábamos hechos polvo. Yo porque soy muy dormilona y Yayo, el pobre, porque es nuestro Ángel protector y no quiso cerrar ni un momento los ojos en los aeropuertos. Así que apenas habíamos dormido durante dos días; pero lo de Macarena es diferente. En los vuelos, cogía siempre el asiento central y levantaba los reposabrazos. Cabeza para uno y pies para otro… y a dormir plácidamente. Y en los tránsitos, llevábamos preparado su saco de dormir para cuando encontrara un buen rinconcito en el que echar una cabezadita. Así que no fue hasta que no llegamos, y tuvo que dormir a lo que equivalía eran las cinco o seis de la tarde en España, no notó las consecuencias de la diferencia horaria… y se desesperó. Porque pasaban las horas y no podía conciliar el sueño. En fin, esta una de las cosas que ocurren cuando viajas con niños…

Aeropuerto de Málaga (España)

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