La Bahía de Kotor: Ruta entre Herceg Novi y Kotor

La Bahía de Kotor o Boka Kotorska es la zona más turística de Montenegro y se extiende desde Croacia hasta la ciudad de Kotor. Se trata de un recorrido de algo menos de 50 kilómetros que podría recorrerse en una hora, de no ser por la cantidad de paradas que uno va haciendo para maravillarse con uno de los paisajes más bellos de Europa.

La Comarca natural, cultural e histórica de Kotor está incluida en la Lista UNESCO como Patrimonio de la Humanidad desde 1979 y se dice de ella que es “el fiordo más meridional de Europa”. La bahía se introduce unos 28 km en la tierra, con una costa total de 107 kilómetros, y se encuentra protegida por grandes macizos de los Alpes Dináricos, aunque en realidad se trata de una ría que antiguamente fue un sistema fluvial.

El Estrecho de Veringe es la parte más estrecha de la ría; la ciudad que se encuentra más cercana al mar es Herceg Novi, y las bahías interiores se encuentran en Risan, al noreste, y Kotor, al sudeste.

Esta zona –llamada Albania Veneciana– perteneció a los dominios adriáticos de la República de Venecia. Desde 1420 hasta 1797, este territorio veneciano fue un baluarte contra la expansión de los turcos otomanos en los Balcanes y, pese al terremoto de 1979, todas las poblaciones siguen conservando gran parte de su patrimonio arquitectónico mezcla de influencias romanas, venecianas y otomanas, plasmados en estilos arquitectónicos románico, bizantino, gótico y barroco. Así que, junto a la riqueza natural, la riqueza artística de esta zona hace de esta área uno de los más bellos rincones de los Balcanes y de Europa.

Salimos temprano de Cavtav, donde habíamos pasado la noche, para cruzar pronto la frontera entre Croacia y Montenegro y que no se caducara el Test de Antígenos que se le requería a Macarena para entrar en el país. Y como en lugar de cruzar el paso habitual, cruzamos la frontera por el paso de Granični prelaz Kobila, que transcurre junto a la costa, lo primero que disfrutamos fue contemplar la Bahía de Herceg Novi.

Hecerg Novi

La primera parada que hicimos en Montenegro fue en la ciudad de Hecerg Novi para conocer su casco antiguo pero, como ocurre en casi toda la Bahía, fue imposible aparcar y dejamos el coche –con las maletas dentro- en un aparcamiento público que costó 2€.

Fundada en 1382, es una de las ciudades más jóvenes (Novi) de la Costa Adriática. Inicialmente conocida como Castelnuovo, bajo el reinado de Herceg (duque) Stjepan Vukčić Kosača, que la convirtió en una próspera ciudad, recibió el nombre con el que se la conoce en la actualidad.

Con una historia convulsa desde sus orígenes, para los que somos españoles la gran curiosidad de este sitio reside en que durante un año, entre 1538 y 1539, perteneció a España antes de ser derrotados en el Asedio de Castelnuovo. En su breve señorío, los españoles construyeron un fuerte sobre la ciudad que hoy está bien conservado.

Entre sus atractivos, pudimos ver en un pequeño recorrido por su Stari Grad: la Plaza Nikola Ðurković –en la que desayunamos-, a los pies de la Torre del Reloj, la Iglesia de San Miguel Arcángel, la Iglesia de San Jerónimo, la Iglesia de San Leopoldo y algunos otros edificios históricos.

Otros atractivos de Herceg Novi son:

La fortaleza de Kanli-Kula, construida por los turcos en el siglo XVI. Entrar a la fortaleza cuesta 2€.

La fortaleza de Forte Mare, que fue construida en el siglo XIV, y está considerada como el origen de la ciudad.

El Monasterio Savina, formado por tres iglesias.

La Isla de Mamula, a 6 km de Herceg Novi, que es una fortificación napoleónica que fue convertida en campo de prisioneros y centro de tortura durante la Segunda Guerra Mundial y de la que dicen es uno de los lugares más siniestros del mundo.

Perast

Nuestra siguiente “parada oficial” fue en la bella población de Perast, aunque por el camino fuimos haciendo pequeñas paradas para admirar el paisaje y hacer fotos.

En el recorrido inicial habíamos incluido la población de Risan, que es el asentamiento más antiguo de la Bahía, para ver los mosaicos de su villa romana. No obstante, fue imposible detenernos en un lugar atestado de turistas que iban y venían por las estrechas carreteras que llevan a las playas.

En Perast, peatonal para los turistas, hay dos aparcamientos en cada extremo de la  población que cuestan 5€ por día –da igual si dejas el coche menos tiempo-, aunque en la parte alta de la ciudad, en la carretera, puedes aparcar gratis teniendo que acceder al pueblo por sus empinadas escaleras.

Perast está edificada sobre una pequeña y alargada franja de tierra que se extiende desde la montaña hacia el mar. Y cuando digo pequeña, es porque realmente es un sitio muy chiquitito. Pero es un lugar realmente curioso y bello. Así que se ha convertido en uno de los lugares más visitados de la Bahía de Kotor.

La población destaca por sus edificaciones, y realmente llama la atención que en tan poco espacio construyeran tantos palacetes –hasta 19- y tantas iglesias, además de muros defensivos y torres de vigilancia.

Además, frente a su costa y muy cerca de ésta se encuentran dos islotes que albergan la Iglesia de Gospa od Škrpjela, Nuestra Señora de las Rocas, y el Monasterio de San Jorge (no visitable).

La primera de las islas se puede visitar contratando un barco en Perast por 5€ por persona ida y vuelta, aunque también se puede llegar desde Kotor contratando un tour en barco por el fiordo que por 15€ te lleva a los islotes de Perast y a la Isla de Mamula.

Comimos en Perast y desde allí, nos dirigimos a Kotor, que es donde habíamos contratado nuestro alojamiento con vistas a la Bahía –Apartamentos Daky– por 57€.

Kotor

Para conducir en las calles de Kotor hay que armarse de paciencia, ya que sólo una carretera atraviesa la ciudad de Norte a Sur con sus semáforos, sus pasos de cebra, sus peatones despistados y su larga cola de coches y coches. Pero si ya es difícil atravesarla, más difícil aún es encontrar un aparcamiento gratuito. Para ello, condujimos hasta Idea Supermarket, frente a nuestro alojamiento cercano al Casco Antiguo, y dejamos allí aparcado el coche hasta que abandonamos la ciudad al día siguiente.

Desde que uno se adentra en la población, se intuye lo espectacular de la visita por la cantidad de turismo que se aprecia en sus calles –mucho menos, imagino, que en un verano prepandemia-. El espectacular puerto en el fiordo en mitad de altas montañas, a un lado, y la fortificación, al otro, hace que cunda la impaciencia para comenzar a recorrer las pequeñas callejuelas del interior de su Stari Grad.

Kotor, o Cattaro en italiano, era un asentamiento ya fortificado en la Alta Edad Media con una historia azarosa y vaivenes en su soberanía, aunque el periodo más destacado de su Historia, por haberle imprimido el carácter que ha sobrevivido hasta la actualidad, sobre todo en su arquitectura, es el que desarrolló bajo dominio de la República Veneciana hasta principios del siglo XVIII, cuando se convirtió en un importante centro artístico y comercial, con sus propias escuelas de albañilería e iconografía.

Kotor es hoy día una ciudad en plena explosión turística que ha comenzado a competir con Dubrovnik y Split por las paradas de los cruceros que surcan el Adriático, y que desean atravesar los bellos paisajes de las Bocas de Kotor hasta su pequeño y espectacular puerto, en el que atracan a diario barcos de gran lujo  y glamour. Por ello, las mejores horas del día para adentrarse en las estrechas calles de su Old Town son las primeras y las vespertinas, sobre todo en verano, cuando el calor arrecia con fuerza.

Lo primero que se aprecia en el Stari Grad de Kotor, es que se trata de una ciudad amurallada rodeada por un foso en su parte frontal y sus laterales, y abrigada al cobijo de una gran montaña con un fuerte en su parte trasera, el Castillo de San Iovan. Sigue conservando torres –como la Torre del Reloj-, bastiones –como la Torre Kampana-, puentes y todos los elementos de una ciudad medieval amurallada, lo que junto a su trazado y la maravillosa arquitectura de sus iglesias y palacios, la hace especialmente bella.

Hay tres accesos al interior del Casco Antiguo de Kotor – que es, por cierto gratuito-: la entrada principal, o Puerta del Mar; Gurdić Bastion, al sur, y el Puente Scurda, más al Norte.

En la Puerta del Mar hay un kiosko de información turística en el que te proporcionan información y mapas gratuitos para hacer un buen recorrido por el interior de la ciudad, aunque creo que lo mejor es perderse por sus callecitas y disfrutar de todo lo que encuentras al paso porque, en realidad, no es un lugar tan grande y puedes verlo con mucha calma en cuatro, cinco o seis horas.

Para subir al Castillo de San Iovan sí hay que pagar. La entrada cuesta 8€, lo que no es precisamente barato, aunque si vas sobre las 7:00 o a última hora de la tarde, sobre las 20:00, es posible subir ahorrándote la entrada para disfrutar de las vistas sobre la Bahía, ver de cerca la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios y disfrutar de las murallas del Fuerte. Ahora, que la subida es de órdago.

Hay otra opción para subir gratis al Fuerte: saliendo de las murallas por el Puente Scurda, a la derecha, hay un camino ascendente sobre la montaña. Cuando lleves una media hora o tres cuartos y comiences a dudar sobre si te has perdido o de si tanto esfuerzo merece la pena, encontrarás una casita en ruinas que es donde comienza el camino de subida al castillo.

Subirás como las cabras, pero te ahorrarás el dinero con el que pagarás el tentempié que vas a pagar en alguna de las caras y bonitas cafeterías del Stari Grad. Y como el Fuerte carece de mantenimiento, parece que duele menos contribuir a la economía local consumiendo en sus cafeterías.

Lo siguiente que nos recomendó la anfitriona de nuestro apartamento fue visitar el Museo Marítimo -¡Parece que están muy orgullosos de su tradición histórica!- en el interior de un palacete, aunque a decir verdad, no lo hicimos. Pero si a vosotros os interesa hacerlo, la entrada sólo cuesta 4€

Además, hay otros museos en el interior de las murallas de Kotor, como el curioso Museo de los Gatos, en el que sólo cobran 1€ por ver la exposición.

Pero lo que quizá más llama la atención del Stari Grad de Kotor, dentro de que toda la ciudad es indiscutiblemente bella, es la cantidad de iglesias que posee: La Catedral de San Trifon, la Iglesia de San Nicolás, la Iglesia de San Lucas – mi rincón favorito de la ciudad-, el Monasterio e Iglesia de Santa Clara, la Iglesia de San Miguel,… (Todas las podréis encontrar señaladas en cualquiera de los mapas turísticos de la ciudad).

Pero Kotor es también lugar de bellos palacios, entre los que destacan el Palacio Pima, el Palacio Grgurina –que alberga el Museo Marítimo-, el Drago, el Beskuca, el Grubonja, el Bisanti, el Buca, etc.

Otro lugar interesante es la Galería Tician, un antiguo monasterio dominico convertido en cuartel durante el dominio austriaco que hoy alberga en su patio puestecillos artesanales. Porque si algo hay en el interior de las murallas del Stari Grad son tiendecitas de souvenirs y artesanías y bares y restaurantes – no tan a lo bestia como en Dubrovnik, pero sí en gran cantidad-.

Y en fin, así entre murallas, iglesias, palacios y callecitas pasamos un día estupendo en la ciudad fortificada de Kotor, antes de dar un paseo por su puerto, admirando no sólo el paisaje, sino las maravillas de barcos atracados en su pequeño puerto.