Hay lugares de los que despides sabiendo que será la última vez que los verás durante el resto de tu vida. Otros a los que dices adiós con la incertidumbre de que el destino vuelva a llevarte hasta ellos. Pero hay lugares que, cuando marchas, sabes a ciencia cierta que volverás; que captan tu pensamiento y tus sueños y que dejan en tu interior la corazonada cierta de que pasan a formar parte de tu vida para siempre. Bangkok, se encuentra entre ellos. Aunque en esta ocasión, nuestra visita era fugaz. Sólo viajábamos a Bangkok para comprar unos pantalones.
He contado muchas veces cómo fue nuestra llegada la primera vez que visitamos Bangkok. Especialmente yo estaba absolutamente horrorizada y, pese a que siempre trato de mantener el tipo y dar apariencia de seguridad para que Yayo y Macarena se sientan tranquilos, me sentí como Paco Martínez Soria en la Estación de Atocha.
Pero Bangkok, pese a sus monstruosas dimensiones, su caos, su polución y sus ruidos, fue una ciudad que nos conquistó de forma arrebatadora: por sus rincones, su gente, su comida y las cientos de actividades que siempre esperan al visitante. Así que, en 2017, decidimos entrar en Asia por Bangkok y salir por Kuala Lumpur.
En realidad, la visita de esta ocasión era ciertamente fugaz, pues sólo estaríamos en Bangkok un par de días, algo de lo que nos arrepentimos tras abandonarla. Pero nuestro viaje a la capital tailandesa tenía una finalidad muy concreta y casi increíble.
El año anterior habíamos pasado dos meses en Asia recorriendo Myanmar, Tailandia y algo de Malasia. Habíamos pasado casi una semana descubriendo todos los secretos de Bangkok, pero –como ya contamos- sucedió un imprevisto en nuestra visita al Mercado de Chatuchack.
En Tailandia hay lugares que realizan cambio de moneda sin solicitar documentación alguna, pero otros requieren el pasaporte. Es el caso de las casas de cambio de moneda en Chatuchak. Habíamos gastado todo los baths que llevábamos y quisimos cambiar dólares, pero Yayo había olvidado el pasaporte, así que tuvimos que olvidar la idea de seguir comprando y, como Chatuchak sólo abre los domingos, tampoco podíamos volver otro día.
Pero Yayo se quedó con las ganas de comprar unas bermudas que le habían encantado. Sólo costaban 20 ó 30 $, pero no pudo hacerlo y estuvo soñando con ellas durante todo el invierno. Así que un día, de esos que me pillan “de buenas”, le prometí que volveríamos a Bangkok a buscar sus pantalones. Sí, simplemente iríamos hasta allí a comprarlos. Ya está.
Teníamos que hacer coincidir nuestra ida con la llegada en sábado, de manera que nos diera tiempo a descansar y a llegar holgadamente el domingo a Chatuchak. Y el lunes, ya partiríamos hacia Laos, uno de nuestros destinos asiáticos del verano. Dicho y hecho. Salimos de Melilla un viernes con destino a Málaga y, desde allí volamos con Turkish Airways hasta Bangkok con escala en Estambul, en donde por cierto, el avión sufrió un retraso y la cantidad de gente en el Aeropuerto de Ataturk consiguió agobiarnos.
Pese a que nuestro principal objetivo en Bangkok era comprar los pantalones de Yayo, planeé los dos días de nuestra estancia con precisión milimétrica para ver algo, poco, de lo que no habíamos visto en nuestro anterior viaje y, además, quedamos en hacer una visita a nuestro amigo Juan López Vlogs, un vlogero youtuber colombiano que reside en la capital de Tailandia desde hace algún tiempo.
Los pantalones de Yayo equivalieron durante todo el invierno al placer de viajar. Nos sirvieron como pretexto de infinidad de bromas invernales e, incluso, provocaron alguna que otra discusión; pues yo le decía que aunque le quedaran mal, aunque le estuvieran pequeños, aunque hubieran subido de precio, aunque le hubieran dejado de gustar, se las compraría igual y se las pondría hasta para dormir.
El domingo tempranito estábamos ya listos para comprar las bermudas. Así que llegamos en skytrain hasta Chatuchak y nos hicimos con ellas. Y, bueno, como es costumbre, Macarena compró tráiler y medio de las miles de cosas que allí pueden encontrarse y ¡Gracias a Dios! que la iba limitando, pues de no haber sido así, hubiéramos llevado un exceso de equipaje brutal desde el día uno de nuestro periplo asiático.
Paseamos por el mercado, vimos cosas que no habíamos visto el año anterior, hicimos algunas paradas para beber algo fresco en lugares con aire acondicionado para comenzar a aclimatarnos al agobiante calor asiático. Y también visitamos a Fernado, un riojano ya casi tailandés, que se dedica a hacer paellas los domingos en Chatuchak, porque teníamos que entregarle los saludos que le enviaban Mochileo SD desde Málaga.
Y con esto, nuestra misión en Bangkok estaba más que cumplida, aunque aún quedaba tiempo para algo más, amén de la visita que habíamos hecho el día anterior a Asiatique Market.
14 comentarios
Te deseo en este nuevo año, que tu alma tenga un rincón destinado al encuentro contigo misma, y en cada encuentro haya una celebración que llene de luz, y amor, tu bello interior. Macarena, recibe mi cariño, en un abrazo muy afectuoso, y mis deseos de seguir caminando juntas por este sendero de la evolución. Feliz Año Nuevo!!!
Ay Cristina!
Yo de verdad, leo estos mensajes y me emociono. Acabamos de llegar de un pequeño viaje, así que no he visto tu felicitación hasta hoy, pero gracias.
Un beso enorme. Y que sepas que te deseo que tus sueños sean reales en 2018.
Feliz año. Un beso.
Un beso Susana.
¿Y no nos muestras semejantes bermudas? ¡Me has dejado en ascuas! Je, je, je… Bueno, te conocí, os conocí, en vuestro viaje a Thailandia y desde luego esta breve visita es una excelente oportunidad de recordar aquellos artículos. Como no me canso de hacerlo os deseo un maravilloso y viajero 2018! Un fuerte abrazo
Jajajjajajjaja ¡Lo pensé David! Pero es que… es que… en realidad creo que sólo le gustan a él y como la que escribe soy yo, pues…
Bueno, los verás en los videos de Laos porque las bermudas son de un naranja intenso que estropean la cornea Jajajajjaja
Un beso gigante. Muy feliz año.
Un post genial!! Me ha encantado la frase de la sonrisa!!
Besicos!!
¡Oh! Gracias. Me alegro que te haya gustado.
¡Feliz Año!
Fascinante forma de permitir que te acompañemos en este viaje. Me han dado ganas de hacerlo en realidad. Gracias por compartirlo.
¡Hola Maru!
Gracias a ti, de corazón por estar con nosotros.
Un beso y Feliz Año.
Jajaja, y yo que cuando voy a comprar al centro comercial ropa creo que es una aventura!! y vosotros para unos pantalones os vais hasta Bangkok!!! Un besazo.
Jajajjajajajaja Ay Asun,
Yayo… que me lió. Pero es que me encanta liarme!!!!! Igual los podría haber comprado por internet, pero ni siquiera le pregunté, por si acaso.
Un beso
¡¡¡¡Qué bueno!!!
Genial la aventura de las bermudas. A mi, cuando se me mete una cosa entre ceja y ceja, no paro hasta conseguirla. Soy un poco cabezón. Como Yayo, soy caprichoso y sentimental hasta con los objetos. Aunque sea diferente… me acuerdo que retrocedimos 50 kilómetros por el desierto de Arizona porque nos habíamos dejado la guía en una cabina telefónica. 100 kilómetros por una guía manoseada!! Pero la tenía cariño 🙂
Gran entrada, Macarena.
Un fuerte abrazo!!
Y espero que los Reyes Magos hayan sido generosos con todos!!
Jajajajjajajaja ¿Ves? Si al final no somos raros. Siempre hay alguien igual que uno. Creo que esta entrada te ha podido servir como alivio para descargar «tu culpa» en el episodio de la guía.
Lo mejor es que, llegados a Vietnam, se compró más pantalones y más ligeros y ya no volvió a ponerse las bermudas. Jajajajajajaja
Un abrazo Lízar.