Como en cada despedida de un sitio bello y tranquilo, yo me hubiera quedado. Me hubiera quedado un poquito más en Ubud: en sus calles estrechas, entre los arrozales; viendo desde mi ventana los adornos de palma y bambú; en sus mercados, perdida entre tiendecitas y turistas, entre el bosque de los monos y la cueva de Goa Gaja… dando vueltas a la isla, perdida entre volcanes, en un coche de alquiler. Pero tocaba visitar las playas de Bali y nuestro próximo destino era Kuta.
Legian Street Kuta, Bali |
Pero como dicen que siempre quiero quedarme, Yayo y Macarena son los que inician los preparativos para el cambio, la mudanza, el camino… Lo que ocurre es que esta vez, y yo estaba segura, cambiábamos duros por pesetas y, pasábamos de la bucólica tranquilidad de Ubud, al merdelloneo: ¡Nos vamos a Kuta!
Kuta Square |
Mira que hay playas en Bali. Mira que en el anterior viaje vagamos sin rumbo por playas infinitas. Mira que residimos en una tranquila zona de playa. Mira que,… mira que… ¡Terminar en Bali para alojarnos en Kuta!
Playa de Kuta (Bali) |
Y pese a que hay veces, muchas, casi todas en los viajes, en las que sé lo que me espera y lo advierto, la mayor parte de ellas, callo vehementemente para no ser siempre la aguafiestas, a pesar de tener que hacer de tripas corazón y saber que lo que voy a encontrar es infinitamente peor que lo que dejo. Y aquí, en Bali, lo sabía, estaba segura; pero ellos querían playa y había que marcharse.
El hotel que Yayo había reservado se llamaba Bali Bungalo y, aunque estaba ubicado casi en el centro de Kuta -a espaldas de Legian Street- era un lugar tranquilo y alejado del ruido; justito enfrente de la playa. Parecía un lugar casi idílico: con piscina, amplias habitaciones, frigorífico, aire acondicionado, camas enormes y televisión satélite. El problema es que el hotel distaba mucho de los servicios ofrecidos en su web. Era sucio. Sucio no, sucísimo. Estaba plagado de mosquitos. Y no recuerdo ya el problema que hubo al hacer el check in en el que medio personal de hotel subía y bajaba una cama completa escaleras arriba, escaleras abajo.
El despreciable Hotel Bali Bungalo – Kuta, Bali |
Quedarse aquí a pasar unos días era impensable. El staff del hotel era antipático y exigente. Yo aluciné ¿Un establecimiento hotelero dedicado al turismo realizando exigencias a los huéspedes? Requerían el pago por adelantado de toda la estancia impuestos incluidos, pero es más, querían que “obligatoriamente” cambiásemos divisas en recepción al precio que ellos quisieran exigir ¡Esto era inconcebible!
No voy a decir que me esperaba todo esto porque siempre me dicen que suelto la misma retahíla, pero es que… lo sabía. Alojarse en Kuta iba a ser como estar en Benidorm en pleno mes de Agosto. Para colmo, coincidimos con el final de Ramadan. La constitución de Indonesia garantiza la libertad de culto, siempre que sea una de las cinco religiones oficiales (Islam, Catolicismo, Protestantismo, Budismo e Hinduismo), pero como la mayor parte de los habitantes del país profesan el Islam (un 88%), y estábamos a un par de días de la Festividad de Aid el Kebir, cientos de habitantes de Yakarta, se habían desplazado hasta la Isla para realizar compras y disfrutar de unos días de vacaciones. Así que todo estaba petado.
Intenté mantener la calma lo más que pude y aguantar estoicamente la mierda de hotel, las calles abarrotadas, el tráfico, las tiendas llenas, pero al final… tuve que quejarme, pese a que Yayo había intentado comprar mi silencio con collares, pareos y zapatillas.
2 comentarios
Ay, me ha entrado la risa floja con lo de "once años y un tsunami". Creo que tanto Yayo como Macarena deberían hacer un poco más de caso a tus presentimientos. El hotel sucísimo, el staff exigente, estar como en Benidorm en pleno agosto (jajajajaja)… yo te haría caso la próxima. Un beso enorme
Chari, si es que no me hacen caso!!!! Y mira que me paso el año leyendo aquí y allí antes de viajar. Casi con toda seguridad sé lo que me voy a encontrar; pues nada éstos erre que erre… a la buena de Dios. Y porque son míos, si no… lo de playa playa playa es que no me entra en la cabeza ¡Qué vivimos en Melilla por Dios! Que aquí, la temporada de playa empieza en marzo y acaba en noviembre, que Yayo tiene un barco y sale a pescar todos los fines de semana. Pues no hay manera. Yo les dejo. Les tengo que dar cuartelillo en algún momento, pero me encanta eso de… os lo dijeeeeee. Pues verás la próxima. Igual. Es que no escarmientan.