Últimos momentos en Camboya, el País que nos había acogido y había sido nuestro hogar de verano durante dos semanas. La estancia tocaba a su fin. Bye Camboya!!!
El tuk tuk desde el hotel, en el centro de la ciudad, hasta el aeropuerto -7 km- nos costó 8$. Eran las 6 de la mañana. El avión a Bali salía a las 8:20.
Vendedoras de plátanos en Angkor |
Los mayores hacían ejercicios matutinos en las aceras de sus casas. Los vendedores barrían las puertas de sus comercios y comenzaban a montar los puzzles de sus artículos ofrecidos en las aceras. Las mujeres, con ropa de trabajo y el pelo recogido bajo un pañuelo, o un sombrero de paja, subían a las bateas de las pick ups.
Y el sol, entonces, comenzaba a despuntar en medio de aquel silencio sonoro.
Río Mekong a su paso por Phnom Penh |
Templos de Angkor |
Bajamos en la Terminal Internacional -pequeña para pertenecer al principal aeropuerto del país- tras hacer un giro a la izquierda en medio de la autovía y nos fumamos un cigarrillo antes de facturar el equipaje en mitad de una nube de mosquitos asesinos.
Restos de huesos y ropa en los Campos de la Muerte (Phnom Penh) |
Niños en la Aldea Flotante de Chong Kneas (Tonle Sap) |
Mientras sacaba los pasaportes, se agolparon todas las sensaciones de este bello país en mi mente y supe con toda certeza que un día volvería. Volvería para disfrutar de sus gentes y su comida, de sus templos y sus paseos, de sus wats y sus poblados flotantes. Volvería para observar el marrón de las aguas del Mekong y el Tonle Sap y a empaparme bajo la lluvia del monzón. Supe, sin el más mínimo atisbo de duda, que un día volveremos a Camboya. Bye Camboya!!!