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Sri Lanka

Kandy durante el Esala Perahera Festival

Si quieres conocer cómo es la ciudad celiandesa de Kandy durante el Esala Perahera Festival, estás en el lugar acertado.

Esala Perahera Festival Kandy

Se cree que el Esala es una fusión de dos – aunque interconectadas- procesiones (Peraheras): The Esala y the Dalada. El Esala Perahera data del siglo III a.C. y era un ritual para solicitar lluvia a los dioses. The Dalada Perahera, sin embargo, se cree que comenzó a celebrarse en el siglo IV, 8 años después de la muerte de Buda, cuando la reliquia sagrada del diente de Buda llegó a Sri Lanka.

La celebración moderna tal y como se lleva a cabo a día de hoy, es posterior. Está fechada durante el reinado de Kandyan (1747 -1781). En aquel tiempo, la reliquia del diente sagrado era considerada propiedad exclusiva del Rey, y el público no tenía la oportunidad de adorarla. Sin embargo, el Rey Rajasinghe decretó que la reliquia fuera sacada en procesión para que las masas pudieran contemplarla y venerarla.

The Randoli Perahera comienza tras cinco noches de Kumbal Perahera.

Randoli es el nombre que servía para designar a los palanquines en los que viajaban los Reyes. Las procesiones de las primeras noches eran reservadas para el público en general y las siguientes, más fastuosas y espectaculares, para la nobleza, los ciudadanos adinerados y los Reyes, que se desplazaban expresamente a Kandy para venerar la reliquia de Buda en los tradicionales palanquines. Y de ahí deriva el nombre que designa la segunda mitad del Esala Perahera, y que ha perdurado hasta nuestros días.

Después de los cinco días del Randoli Perahera, los desfiles finalizan con la Diya Kepeema, una ceremonia de agua en el Río Mahaweli, en Getambe, una ciudad cercana a Kandy. Y las ceremonias del Festival finalizan en este día festivo, propiamente denominado Perahera.

Ocho de agosto. Tercer Randoli Perahera. ¡Hoy era nuestro día!

 

Nada más despertar le dijimos al dueño del hotel que queríamos ver el sitio de nuestros asientos para ver el Perahera. Nos recogió y nos acercó hasta su tienda en el centro de la ciudad y nos enseñó el balcón que íbamos a ocupar. Además, vino a recogernos por la tarde y luego nos llevó al hotel de vuelta al finalizar el Perahera.

Después de nuestra conformidad con los sitios que nos habían asignado fuimos a la oficina de correos para enviar al hijo de un amigo una postal para su colección. Luego comenzó a llover y nos refugiamos en una Galería de tiendecitas donde aprovechamos para comprar unas cosillas y fuimos a comprar algo de comida para la cena: 3 bocadillos de nuggets, 2 bollitos de atún picantes, 2 perritos de salchicha, un delicioso hojaldre de espinacas, dos sweet breads y un bocadillo de huevo duro que nos costó tan sólo 300 LKR (unos 2€) con lo que tuvimos para comer y cenar sobrados.

Y la lluvia no cesaba… Decidimos volver al hotel porque entre la lluvia, la gente y los coches no se estaba bien en la calle; y allí comimos y echamos una siesta para prepararnos para la gran noche. Estábamos ilusionados, pero al despertar… seguía lloviendo, lo que hizo que no parara de lamentarme por no haber ido a la procesión la noche anterior.

Llegó la hora de marchar al centro para ocupar pacientemente nuestro lugar durante las dos horas y media que pudimos disfrutar del paso de la gente, los vendedores de mazorcas y garbanzos, los vendedores de globos, los niños, la gente agolpada en las aceras, los últimos turistas en busca de hueco, la policía, el ejército, los rezagados del pasacalles, algún elefante que otro y nuestros vecinos de balcón con fiambreras repletas de comida de toda clase de olores, sabores y colores.

Elefantes traídos de todo el país participan en las procesiones

El pasacalles comenzó a las 20.30 y, durante las tres horas que duró, pudimos disfrutar de un espectáculo único en el mundo a la luz de las antorchas: malabaristas del fuego, prestidigitadores del látigo, bailarines, elefantes y músicos tocando ancestrales melodías que, sin parar un solo minuto, hacían bailar a más de cien agrupaciones de niños y adultos engalanados para la ocasión con pesados trajes tradicionales.

Cofradías de devotos acompañan la reliquia durante las procesiones

Nada más oírse el atronador sonido de pólvora con el que se inicia el Perahera, la lluvia cesó. Dicen los creyentes más fervientes que precisamente ése es el milagro: que la lluvia deje paso a las celebraciones del Perahera.

Elefantes engalanados en los pasacalles

No puedo describir con más palabras lo que es y lo que significó el Esala Perahera para nosotros: la música, los colores, la gente, los olores, el fervor religioso, la tradición, lo inimaginable. Así que no puedo por más que recomendar a cualquiera que pretenda viajar a Sri Lanka en algún momento, que replantee sus fechas de viaje para hacerlo coincidir con esta celebración de Kandy en honor a Buda única en el mundo.

El Esala Perahera Festival de Kandy es un espectáculo religioso lleno de luz y color

Para más información, puedes visitar también la siguiente entrada: Esala Perahera Festival

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