Little Petra y el trekking hasta Petra eran de las cosas que más nos apetecía hacer en Jordania después de ver la Ciudad de Petra y en ello empleamos nuestro segundo día en la Ciudad Nabatea.
Se trata de realizar una caminata por un sendero de montaña de unos 13 kilómetros a través de la meseta de Ad Deir desembocando en el Monasterio de Petra, desde donde sólo hay que bajar los 800 escalones que lo separan de la parte baja de la ciudad, y terminar recorriendo Petra para salir por el Siq hasta el Centro de Visitantes.
Las fotografías que habíamos visto eran espectaculares y queríamos poder disfrutar de esos bellos paisajes de montaña.
Comenzamos una búsqueda exhaustiva de información sobre la ruta. Pero como siempre, parece que todo es más difícil cuando lo planeas que cuando luego lo ves in situ. Nos mareaban los kilómetros y las indicaciones, así que lo único que pudimos sacar realmente en claro era que las dos únicas formas de hacer este camino eran o contratando los servicios de un guía por aproximadamente 45 JOD (60€), o llevando GPS (y el del móvil vale).
Borramos de nuestras mentes los carteles, los senderos, las indicaciones, las izquierdas y derechas y decidimos hacer la ruta con GPS (que finalmente no utilizamos).
El día anterior decidimos que bajaríamos con el coche hasta el parking que hay delante del Centro de Visitantes de Petra y que, desde allí, tomaríamos un taxi hasta Little Petra. Así, a la vuelta, podríamos coger nuestro vehículo para ir hasta el hotel y evitarnos la cuesta de Wadi Musa.
Cuando salimos de la visita de nuestro primer día en Petra, sondeamos el precio preguntando a los taxistas, y el precio que nos dieron por llevarnos a Little Petra, a 10 kilómetros, rondaba los 15 JOD (20€).
Al día siguiente, tal y como habíamos planeado, cogimos un taxi que regateando, nos llevaba por 12 JOD (15€) hasta Little Petra.
Sin embargo, por la carretera, vimos a un lado una casetilla con unos burros en la puerta y el taxista nos dijo que ésa era “the back door of Petra”, es decir, uno de los puntos de partida para llegar al Monasterio atravesando las montañas.
Decidimos en un instante decirle al taxista que nos esperara una media hora en Little Petra porque íbamos a comenzar la caminata desde allí, ya que de esta manera nos ahorraríamos unos tres kilómetros -¡Mira que somos flojos!-. Así que por esperarnos y llevarnos esos tres kilómetros de vuelta, nos terminó cobrando los 15 JOD (20€) correspondientes.
La Pequeña Petra
La Pequeña Petra (Siq al-Barid) es también un yacimiento nabateo que se incluye, junto con Petra, en la clasificación de Patrimonio de la Humanidad.
La denominación de Little Petra se debe a que se trata de un yacimiento similar a la Gran Petra, pero salvando las distancias, y de dimensiones mucho más reducidas: hay un Siq, cuevas excavadas en la roca y sus construcciones se ubican en un cañón. La entrada es gratuita y, por supuesto, hay menos gente que en Petra.
La Pequeña Petra es contemporánea de Petra (siglo I) y se cree que era “un barrio” de Petra destinado a albergar a los comerciantes de la Ruta de la Seda, una especie de caravasar.
En una pequeña explanada sin asfaltar, en la que se ubican puestos de bebidas y souvenirs, se encuentran las primeras pistas de este curioso emplazamiento: un triclinio que se cree que fue utilizado como lugar de culto dedicado a Dushara –principal deidad de los nabateos- y varias cuevas excavadas en la roca.
Después de eso, se accede por un estrecho Siq con paredes altas y suelo de arena que se adentra en un cañón algo más ancho, pero sombrío (De hecho, la traducción de Siq al-Barid es “cañón frío”). El yacimiento apenas mide 500 metros de un extremo a otro y, desde el Siq, finaliza en una estrecha escalera a ninguna parte (bloqueada probablemente por derrumbes de roca a lo largo de los años).
En Little Petra son claramente reconocibles dos grandes cisternas, dos triclinios y un biclinio, al que se conoce como “La Casa Pintada”.
Se cree que los triclinios en Little Petra eran lugares que servían para cobijo, entretenimiento y reposo de los viajeros.
Además, las cuevas servían como habitaciones con bancos excavados en la roca, espacio para los futones y un céntrico lugar para encender fuego.
Lo más interesante de la Pequeña Petra es La Casa Pintada, ya que se ha encontrado –y restaurado- el mayor fresco nabateo de la época.
Los investigadores y arqueólogos son conocedores del arte de la policromía nabatea, pero el abandono que sufrió durante siglos el yacimiento de Petra y la utilización de las cuevas por los beduinos como viviendas y cuadras o rediles en los que hacían fogatas para calentarse, acabó haciendo desaparecer los frescos originales consumidos por el humo de las llamas sobre la piedra arenisca.
Por ello, el fresco de la Casa Pintada es de gran importancia, siendo la única pintura nabatea que sobrevivió en las cuevas de Petra.
Trekking de Little Petra a Petra
Una vez que habíamos impregnado nuestras retinas de este lugar, volvimos al taxi que nos dejó en la entrada de lo que se conoce como The Back Door of Petra.
En la caseta, nos pidieron la entrada a Petra –no te dejarán pasar sin ella y además no la puedes comprar allí, ya que ésta sólo se puede comprar en el Centro de Visitantes de Petra- y nos ofrecieron los servicios de un burro para llegar a Petra o los de un guía que hiciera la ruta con nosotros.
El camino comienza por una pista reconocible, pero es verdad que llega un momento en que no está claro qué camino seguir. Supongo que somos demasiado atrevidos –aunque habíamos comprobado que la ruta en el GPS del móvil funcionaba-, pero el caso es que el lugar, el desierto, no me pareció un lugar solitario.
Como broma diré que los desiertos siempre me han parecido lugares concurridos y llenos de vida. Los desiertos que nosotros conocemos son lugares turísticos y, por muy solo que te parezca que estás, al final siempre te cruzas con un coche, una persona en bicicleta o en burro, o te encuentras un puestecillo de bebidas. Pero esto es sólo una broma y los lugares así no hay que tomárselos a la ligera, salvo nosotros, que somos en ocasiones unos irresponsables.
La cuestión es que, realmente, no estábamos haciendo la ruta solos. Por el camino nos adelantaron dos guiris que se habían alquilado unos burros con sus respectivos pajes. Y, a lo lejos, un grupo de unos 6 u 8 senderistas, estaban haciendo nuestro mismo camino. Así que lo único que teníamos que hacer era no ir perdiéndolos de vista; aunque cuando esto ocurría, encontrábamos un check point, un cartel o una furgoneta con jordanos que se paraban y nos daban un rato de charla. Así que ése fue el motivo por el que no tuvimos que usar el GPS, de lo contrario, habríamos tenido que consultarlo en alguna parte antes del ascenso.
Cuando acaba la pista de tierra, comienza una pequeña subida hasta llegar al pie de la montaña, donde se inicia un sendero completamente reconocible que alterna partes asfaltadas, con escaleras y partes llanas.
En varios lugares estratégicos –los que tienen las mejores vistas o cuando acaba un tramo largo de subida- hay puestos para descansar y tomar algo. Y por el camino, te vas encontrando burros que vienen de vuelta o, como fue el caso, obreros que estaban reparando un tramo del camino.
Además, todos son geniales, porque te van animando, te van indicando y te van diciendo lo que llevas recorrido y cuánto te queda para el final.
El camino no es fácil. A ratos, las escaleras se hacen interminables y parece que no vas a llegar nunca, cuando de pronto, se abre frente a ti un paisaje espectacular de formaciones rocosas diferentes y colores que oscilan en la gama que va desde el ocre al rojo.
Y, por fin, llega un momento en que divisas la urna de El Monasterio y, de pronto, una mezcla de tristeza y alegría te llena por dentro. El camino y la meta son increíbles a partes iguales.
Después de sentarte a observar quietamente la imponente estructura de El Monasterio, descansar, beber y comer y hacer una docena de fotografías, ya sólo queda descender las escaleras por las que la gente sube jadeando y atravesar toda la ciudad de Petra para abandonarla de nuevo a través del Siq.
Una última mirada al Tesoro con lágrimas en los ojos y el anhelo de poder volver algún día para revivir las mismas emociones en las que, en aquellos días, nos envolvió la Ciudad Rosa del Desierto.
14 comentarios
Qué fotos tan increíbles, yo espero poder ir a ver esa zona un día, es uno de los sitios que me encantaría visitar. Un beso
Gracias Asun. Ya verás que sí!!! Un beso
Precioso lugar Macarena. A ver si puedo verlo algún día, de momento me conformo con tus bonitas fotos. Un beso.
Muchas gracias, Vicenta.
Qué bien lo transmites, Macarena.
Esas emociones vividas, ese punto inconsciente disfrutón jaja, pero equipados conscientemente y vigilantes al entorno (como los carteles, o esos guiris a los que no perder de vista).
Una experiencia única, qué bueno que la hayan podido vivir en persona!
Y qué bueno que nos la compartas, no es lo mismo leerlo que vivirlo obviamente, pero has ayudado a que muchos visitemos Petra sin moverme del sofá de casa. 🥰
Muchas gracias.
Un millón de besos para ti.
Uy Nélida, me daba un poco de apuro contar las cosas como las he contado porque hay quién pueda pensar que somos unos irresponsables. Es verdad que llega un punto en que es posible desorientarse, pero en fin, ya digo que finalmente es una ruta concurrida. A las malas, hubiéramos tenido que parar y esperar que pasara alguien o… seguir el GPS a pies juntillas.
La ruta es una preciosidad y ofrece una perspectiva distinta de Petra y del entorno en el que un día decidieron construir una de las mayores maravillas del mundo. Acuérdate, si vas, de hacer también esta ruta.
Gracias a ti, Nélida, por ese entusiasmo con el que sigues nuestros viajes.
Un beso enorrrrrme.
Qué disfrute de post, Macarena!
Se nota que habéis disfrutado del viaje, y no me extraña, son lugares tan especiales y con paisajes tan maravillosos…
Enhorabuena por el reportaje fotográfico.
Besos.
Este viaje fue especial. El país lo es.
Muchas gracias Carmen.
Un beso. Feliz semana.
Bueno pues sentadita y tranquila a esta hora que me gusta sentarme a visitar amigos que me hacen viajar desde casa y contemplar maravillas que no sé si algun día yo veré.
Gracias por transmitirmos tan bien vuestras experiencias viajeras que son espectaculares. Las fotos me han encantado y yo también me sentaría delante de esa maravilla para gravarmela bien y poder recordarla, porque hay lugares que son difíciles de olvidar.
Buena noche.
Un abrazo.
Ay Laura, vosotros que sois grandes senderistas, disfrutaríais mucho haciendo esta ruta. Me alegro que te haya gustado.
Un abrazo. Gracias.
Jo, Macarena, ¡qué maravilla de entrada! En un enclave así es totalmente excusable dejar la responsabilidad y que nuestros pies pasen olímpicamente de guías, GPS y demás. Es de esos senderos que calificaría como iniciáticos, es imposible que la persona que llegue a ellos sea la misma que los abandona. La primera vez que vi imágenes de Petra fue de la mano de Indiana Jones en La última cruzada, cuando descubrí que era real me quedé impactado. Es una gozada haber compartido con vosotros ese paseo. Un abrazo!
Pues algo así es lo que sentimos nosotros, David. Caminar y disfrutar de lo que la ruta iba mostrándonos.
Petra es apasionante. Uno de los lugares en los que más emociones he sentido.
Un fuerte abrazo, David. Mil gracias.
Hola Macarena, voy con mi mujer en enero y me gustaría saber los diferentes tours (en horas) de Wadi Rum.
Si puedes pasarme por el correo el contacto de la familia que contrataron te lo agradecería mucho. Me gustó mucho tu blog, y espero disfrutar de Jordania en Invierno como ustedes. Muchas gracias, saludos,
Gustavo
Hola Gustavo. Te lo mando al email. Ya verás en su página web la ofertas en número de horas, precios y lugares que se visitan.
Un abrazo!!!!