La Ceremonia de las Almas, Tak Bat o Sai Bat es una ceremonia de entrega de limosnas que se lleva a cabo todos los días al amanecer, desde hace siglos, en todos los templos de Luang Prabang. En realidad, se lleva a cabo en todos los rincones de Laos.
La Ceremonia de las Almas es una de las estampas típicas de Luang Prabang, sin embargo, se produce también en todos los países que practican mayoritariamente el Budismo Theravada, como Laos, Tailandia, Birmania, Camboya y Sri Lanka, donde se practica en comunidades monásticas muy numerosas.
Pero ¿Por qué es común aquí haberla convertido en una atracción turística?
Nosotros habíamos asistido a un ritual parecido en Amarapura, cerca de Mandalay, en Birmania; aunque no era igual del todo. En aquella ocasión, los turistas son admitidos a contemplar cómo todos los monjes de un monasterio, dejan sus quehaceres cotidianos y se dirigen en filas, por cientos, a tomar la única comida que le está permitido tomar –o pueden permitirse tomar- a lo largo del día.
En otros lugares, como Yangon, también en Birmania, o Phom Penh, en Camboya, habíamos observado cómo pequeños grupos de monjes –y monjas-, a primera hora de la mañana, se sitúan frente a comercios inmóviles, en absoluto silencio, hasta que obtienen unos gramos de arroz, un paquete de noodles o cualquier tipo de limosna.
Creo que hay dos factores que influyen en el hecho de que Luang Prabang se haya convertido en el lugar del mundo en el que asistir a esta ceremonia se marca con una equis.
En primer lugar, por el turismo. El hecho de que Luang Prabang se haya convertido en una típica “extensión” de cualquier viaje a Vietnam, ha atraído a cientos de turistas embelesados por el colorido naranja de las interminables filas de monjes y su indudable fotogenia; que ha ha contribuido a convertirse en una auténtica atracción turística para exhibir en twitter e Instagram.
En segundo lugar, creo que es porque, en Luang Prabang, los monjes están más organizados y, en lugar de salir en pequeños grupos a pedir limosna, salen en tropel a la misma hora, acostumbrando a los fieles a realizar donativos con el que sustentarse.
La ceremonia se inicia a las 06:00 a.m., con lo cual, desde las 5:45 a.m. todos están en sus puestos. Y, cuando el día comienza a clarear, cientos de monjes descalzos, rapados, en fila india, en completo silencio, vestidos con túnicas naranjas y portando un bowl que cuelga de su cuello, pasan uno a uno por delante de los lugares en los que se sitúan los fieles arrodillados que depositan un poco de arroz cocinado en cada uno de los recipientes. Sin cruzar palabra unos con otros, con la cabeza gacha, sin tocarse entre ellos, en el más absoluto respeto mutuo.
A los fieles que realizan aportaciones –mujeres en su mayor parte- se les conoce como almsgivers y son las que preparan el mejor arroz para el ritual. Los locales se levantan muy temprano y preparan un generoso envase de arroz glutinoso que posteriormente introducen, arrodillados, en cada uno de los recipientes que portan los monjes, hasta que el desfile termina –o hasta que se acabe el arroz-.
Durante siglos, el ritual se ha cimentado en la simbiótica relación existente entre los monasterios y los fieles que los alimenta, pues las ofrendas ayudan a la redención de las almas y la comida al mantenimiento físico de los monjes.
Cada monasterio ha trazado su propia ruta, conocida por fieles y “gestores del turismo”; pero la ruta más turística es la de Sakkaline, quizá por ser la más céntrica, quizás por ser la más numerosa. El caso es que los monjes salen de Wat Inn, recogen las ofrendas y vuelven a su monasterio. Es así también en los demás monasterios.
Los turistas pueden también participar de la ceremonia. De hecho, se ha creado un comercio en torno a la misma de mujeres que venden arroz cocido y facilitan un lugar en una alfombra a los extranjeros que quieren hacer aportaciones.
Y, al igual, que nuestra Semana Santa fascina a nacionales y extranjeros, no es de extrañar que las costumbres locales nos fascinen a los que hasta allí viajamos. Pero, en ocasiones, la falta de respeto para conseguir la mejor instantánea, desvirtúa lo que debería ser la contemplación de una ceremonia religiosa. Y, sin juzgar por nacionalidades, es más común ver actitudes menos respetuosas en los viajeros que NO son occidentales.
16 comentarios
Qué bonitas son tus entradas sobre Asia. Hay tanto por ver y descubrir. Me encantan tus entradas tan bien explicadas, y desde luego, las fotos.
Un besito.
Muchas gracias, María. Todo un placer que te gusten. Un besazo.
Enhorabuena por tu relato. Transmite perfectamente ese respeto por la ceremonia que todos debemos tener. Incluso cuando queremos conseguir la instantánea deseada. Y me imagino de qué nacionalidad son los «poco respetuosos»….quizá chinos?
Al margen de todo esto, no conocía esta ceremonia y descubrirla a través de tus palabras ha sido lo mejor que me podía pasar. Me ha fascinado. Y dices que solo pueden comer una vez al día? Yo me muero, con lo que me gusta sentarme a comer…jajaja
Un abrazo,
¡Cómo se nota, Alicia, que hablamos el mismo idioma!
Imagínate el aporte de vitaminas y proteínas que pueden tener esos pequeños monjes para su crecimiento; aunque en la mayor parte de las ocasiones es más de lo que podrían comer estando con sus familias. Creo que, al final, es cierto que la meditación -y la costumbre- terminan contribuyendo a mantener el hambre a raya.
Creo que no me he dejado nada en el tintero al hablar de la ceremonia de las almas, pero como siempre soy muy crítica con todo, esta vez me he contenido y lo que no he comentado es que yo esperaba ver a cientos de monjes: una fila interminable de color naranja hasta donde se me perdiera la vista, pero no fue así. Puede que yo sea demasiado imaginativa. Y en ese sentido, me sentí algo decepcionada porque, aunque es verdad que eran muchos, no formaban legión.
De cualquier forma, la ceremonia es bella. Luang Prabang es muy espiritual y es una ciudad en la que llama la atención el silencio. Si a ello le unes el amanecer, el ritual, el significado, pues mola mucho.
Un abrazo.
Hola Macarena, qué interesante tu entrada. No sabía nada de esta costumbre y además en fila de tanta gente. El espíritu calma el hambre con un poquito de arroz. Ese silencio del que hablas me atrae mucho. No me gusta tanto que siendo algo tan íntimo y espiritual tenga que ser tan turístico, ya me imagino los autobuses con turistas y sus cámaras…Bueno si no fuese así tampoco yo podría conocer estos aspectos de esta cultura. Gracias guapa. Un abrazo family!!!
¡Hola Eme!
Has dado en el clavo porque lo que más me impactó de Luang Prabang, además de que es una ciudad bella, es el silencio y la espiritualidad. En la Ceremonia de las Almas, creo que el silencio es aún mucho más profundo.
Para ser sinceros, yo esperaba cientos de monjes, muchísimos, pero la imaginación a veces juega malas pasadas y, aunque eran muchos, no eran millones.
Y, en fin, creo que la ceremonia atrae al turismo, igual que puede ocurrir con otras celebraciones religiosas singulares. El problema es cuando no se respeta en contenido. Pero, claro, eso pasa en todas partes.
Un besazo
Muy interesante tu entrada Macarena, la verdad es que me ha llamado laatencion esta ceremonia pues no la conocia. Lo que estoy aprendiendo contigo!! Si un día llego aa ir a Luang Prabang seguro aque no me la pierdo. Un beso y feliz semana.
¡Hola Vicensi!
¡Te vas a tener que levantar muy temprano para verla! Jjjjjjjj
Es una ceremonia bonita de ver y muy singular, pues en muy pocas partes del mundo puede disfrutarse de ella.
Me alegro que te haya gustado.
Un beso
Qué curioso todo lo que cuentas, Macarena. Me parece genial el aire de espiritualidad que se respira, pero creo que si los turistas no contemplan la ceremonia con respeto acabarán por desvirtuarla y sería una pena. Las fotos son impresionantes.
Un beso enorme
Es una ceremonia impresionante y digna de ver en la que reina, o debería reinar, el silencio. Y, si ves las fotos, impresiona más por la juventud de los monjes.
Un besito, Chari.
Una ceremonia que tiene que impresionar por tanta la juventud como se ve ahí. Siempre que viajamos a otro país, nos atraen sus tradiciones y con respeto procuramos verlas.
Muy interesante.
Besos familia.
Gracias Laura.
La verdad que el silencio y la juventud de los monjes son de las cosas que más impresionan. Es evidente que todos queremos saber más de las costumbres de otros lugares, pero es una pena que haya quien no respete la solemnidad que la ceremonia requiere.
Un beso
Desde luego debe ser un espectáculo, Macarena. Aunque es verdad que en ocasiones nos imaginamos todo con más grandilocuencia, creo que ver a estos monjes deambulando con sus hábitos naranjas y a las personas esperándoles para la ofrenda, sin duda es de esas experiencias que sobrecogen. El amanecer, el silencio de la primera hora de la mañana, el recogimiento que se aprecia en las fotos… Y, bueno, también es lamentable la falta de respeto, la manía de tanto turista dominguero de romper a golpe de selfies la magia de momentos como este. Un fuerte abrazo!!
Jo David, lo has descrito como si hubieras estado allí. No añadiría ni una coma a lo que has dicho. Gracias. Un abrazo!!!!
Esa tradición o ceremonia es muy llamativa. Quizás, desde el punto de vista occidental, el pedir limosna es sinónimo de marginación y humillación, pero en esos países budistas o sintoístas, la vida de los religiosos se acerca más a la de el cristianismo primigenio (o a lo que debería ser), en el sentido de llevar una vida humilde. Yo me quedé asombrado en Japón de como trataban a los monjes mendigos. Con una veneración y respeto admirables. Ellos han elegido ese estilo de vida y la gente valora su dedicación a esa existencia lejos de cualquier mínimo lujo.
Muy interesante la entrada, Macarena. Ah, por cierto, yo también había pensado en los chinos (por lo que me cuentan viajeros que han estado allí).
Un abrazo!!
Jajajajajaja Te digo lo mismo que dije en otro comentario ¡Cómo se notan las apreciaciones de los viajeros!
Es, la verdad, una ceremonia que además de disfrutarse, te hace reflexionar sobre muchos de los aspectos de los que has hablado. Aunque, yo también pensaba en la costumbre (o necesidad) de monjes tan pequeños en este tipo de congregaciones y ¿Cómo serán tratados? ¿Cómo se sentirán? En épocas pasadas había costumbres, modos de vida, que hoy nos escandalizan ¿Será igual? O por el contrario, se vivirá la religión y la espiritualidad con pureza y verdad.
En fin, estas reflexiones también forman parte «del camino» y son precisamente las que nos van cambiando poco a poco el interior.
Un abrazo Lízar!!!!!