A 45 kilómetros y una hora y cuarto de autobús, al sureste de Beirut se encuentra Beiteddine, o Beiteddin, situada 850 metros sobre el nivel del mar. En este lugar montañoso, se ubica el Palacio del Emir Bachir II Al-Chahab que gobernó el Monte Líbano durante cincuenta años. El Palacio de Beiteddine constituye el paradigma de la arquitectura libanesa del siglo XX y se le conoce con el sobrenombre de “La Alhambra de Líbano”.


Desde la Edad Media, el territorio de Líbano se dividía en feudos gobernados por Emires o Cheij. El Emir Bachir II decidió establecer su residencia en Beiteddin y obligó a los habitantes a trabajar dos días al año gratis para canalizar el agua de las fuentes hasta el palacio que originariamente era una ermita drusa.
Cuando el principado de Bachir II se abolió, el Palacio se convirtió en sede de los gobernadores otomanos de Monte Líbano hasta 1915. Los franceses tomaron el Palacio como sede durante la ocupación del país y, en 1943, se transformó en residencia de verano para el Presidente de la República.
La visita al Palacio de Beiteddine
La entrada al Palacio cuesta 10.000 L.L. (6$) para adultos y 6.000 L.L. (4$) para estudiantes y niños.
Midán, el gran patio de entrada
Al palacio se accede, desde la explanada del aparcamiento, a través de un pasillo que da acceso a un gran patio, llamado Midán, donde dicen que se concentraban los jinetes, los caballeros, los cortesanos y los visitantes cuando se celebraban los grandes eventos del Palacio. En este mismo lugar, el Emir concentraba a sus tropas cuando partía hacia sus campañas.


A la izquierda, hay una galería cubierta que supuestamente alberga un museo; aunque durante nuestra visita, el corredor estaba vacío.


El edificio del fondo, la Madáfa, era el lugar reservado para los huéspedes y visitantes que se alojaban en la parte superior, dejando sus caballos en la inferior.


Subiendo la escalera, se atraviesan las salas que llevan a la parte central del palacio, Dar al Wusta. Este ala se caracteriza por sus portones decorados en mosaicos de estilo damasquinado e incrustaciones, aunque no son tan espectaculares como esperábamos.


De hecho, no pudimos ver la mitad de las bondades prometidas en Palacio. Del museo no encontramos ni rastro y gran parte de las estancias del Palacio estaban cerradas.


Dar al Wusta, la parte central del Palacio
En esta parte central de Palacio, se encuentran los alojamientos de la guardia de Palacio, las oficinas administrativas y el ala del Ministro. No esperéis ver nada de ello.
La parte izquierda se alza sobre el valle sobre el que se encuentra el Palacio.


Si encontramos alguna mínima semejanza con la Alhambra, pudo ser en los conductos de agua que se ubican en este patio, de estructura más parecida a la arquitectura iraní que a la nazarí de Granada.


Dar al Harím, el área privada del Emir
Desde este segundo patio, se puede acceder a los departamentos privados de palacio, Dar al Harím, que se compone de las habitaciones que albergaban el harén y el ala de recepción para el Emir y sus visitas.


Es en esta parte en la que puede contemplarse algo de lo que queda del mobiliario, las incrustaciones de techos y puertas, las chimeneas,…


Lo mejor, sin duda alguna, son los Baños en la parte baja del mirador de madera, llamado comandaloune, desde el que las mujeres del harén contemplaban la vida en Palacio.


El hammam
De los baños se ha conservado todo o casi todo, incluso los frescos de las paredes, aunque se hallan un poco deteriorados.




La estructura de los baños es igual a la de los hammams actuales: sala fría, sala intermedia y sala caliente.




Posee los inodoros y las canalizaciones originales de la época y, cada uno de sus lavatorios, en mármol, es de una forma distinta. Aún se conservan las tuberías y grifos originales e incluso los topes y bisagras para las puertas.




Los Establos
Dar Al-Wusta y Dar Al-Harim se construyeron sobre la base de unas estructuras abovedadas que sirvieron como Establos. Es aun hoy día común alojar en lugares fríos a las bestias en la parte inferior de los edificios para que den calor a las partes altas.


Esta área fue restaurada y acondicionada para albergar la mayor colección de mosaicos bizantinos de los siglos quinto y sexto descubiertos en Jiyyeh, al norte de Sidón, con las reconstrucciones que tuvieron lugar en el país tras la Guerra.


Impresiones sobre la visita
Realmente cuando decidimos visitar el Palacio de Biteddin, una de las atracciones turísticas más visitadas de Líbano, dicen –porque realmente no había nadie más allí que nosotros-, esperábamos encontrar una verdadera Alhambra, pero no fue así.
No vamos a negar la belleza del Palacio, ni tampoco el encanto del lugar sobre el que se halla ubicado, pero no, desde luego no tiene ni punto de comparación con la Alhambra.


Además, ya lo hemos ido comentando, son pocos los lugares de libre acceso y los que lo son, no resultan especialmente espectaculares.
No obstante, solo por ver los baños, diremos que merece la pena la visita; aunque como ya se ha dado entender, nos pareció algo decepcionante.


Alrededores del Palacio de Beittedine
Se construyó un Palacio para cada uno de los tres hijos del Emir: Qassim, Khalil y Amine. El Palacio del Emir Qasimm ahora está en ruinas y se erige sobre un promontorio frente al gran Palacio. El Palacio del Emir Khalil se utiliza hoy como sede de la administración local y el Palacio del Emir Amine fue restaurado y convertido en hotel de lujo con terrazas privadas y un jardín colgante.
A poca distancia, además, se encuentra la residencia de verano del arzobispo maronita de Sidón.
Y, a tan sólo 5 km, se encuentra el bello pueblo de montaña de Deir El-Qamar, que visitamos el mismo día y sobre el que hablamos en otra de nuestras entradas.
Cómo llegar y salir de Beittedine
Parece que en Líbano, salir de la autopista que atraviesa el país de Norte a Sur es bastante complicado, como lo es moverse por esta zona. Pero, en realidad, sólo hay que tener algo más de paciencia.
Parra llegar a Beittedine, lo primero que hicimos fue coger un Uber hasta la Intersección de Cola por 5,24$
Una vez allí, sólo había un pequeño autobús que llevaba a Beittedin y tuvimos que esperar más de media hora a que arrancara. Nos costó 3.000 L.L. (2$) a cada uno y tardamos una hora y cuarto en llegar.
El camino de montaña, está lleno de curvas y ese día llovía a mares. El conductor iba whasappeando y el vehículo le patinó un par de veces. Un horror.
El autobús no te deja en la puerta del Palacio, sino que te para en una rotonda y hay que bajar una cuesta empinada para llegar hasta él. La distancia no es larga y hay taxis service que te pueden llevar. El problema fue, que como no era un largo trecho, decidimos bajar andando y, a mitad de la cuesta, nos empezó a caer una lluvia impresionante que formó ríos a ambos lados de la calzada, con lo que, entre los charcos y los salpicones de todos los coches que bajaban, nos pusimos empapados en cosa de cinco minutos.


Un coche paró para llevarnos y, al llegar, en menos de tres minutos, nos dijo que teníamos que pagarle 10.000 L.L. (6$). Lo mejor es que encima me dijo que, cuando saliera del Palacio, lo llamara por teléfono para acercarme a comer a su restaurante. Cosas que pasan.
Al terminar la visita, subimos una pequeña pero empinada cuesta hasta el pueblo, donde vimos una iglesia, una tienda de souvenirs, nos regalaron unas manzanas y… allí nos quedamos. Ni autobús, ni taxi, ni nada de nada. Yayo y Macarena comenzaban a desesperarse cuando le pedimos a un militar si podría hacernos el favor de indicarnos cómo llegar hasta Deir El-Qamar.


Si no hubiera estado lloviendo, podríamos haber ido andando – de hecho se puede hacer así sin problemas-, pues sólo son 5 km cuesta abajo los que separan ambas localidades. Pero tras el remojón anterior, no queríamos mojarnos más.
El amable militar llamó por teléfono a un taxi que vino a recogernos en menos de dos minutos y nos cobró 10.000 L.L. (6$) por llevarnos hasta Deir el-Qamar.
La otra opción es volver a subir hasta la rotonda y coger un autobús de vuelta a Beirut; pero creo que ya que habéis llegado hasta allí, merece la pena no perderse la siguiente visita.
15 comentarios
Creo que pocas cosas en este mundo se pueden comparar con la Alhambra, ponemos el listón muy alto jajaja…Me parece fatal que muchas estancias estuvieran cerradas…si pagas la entrada digo yo que tienes derecho a verlo.
Un abrazo
Jajajajaja ¡Ya te digo, Alicia! pero eso es lo que dicen allí. No es que esperáramos ver la Alhambra porque sabíamos que eso era imposible, pero la visita fue algo decepcionante.
La militarización y el nivel de seguridad en Líbano es importante, así que pocas cosas son las que se cuestionan teniendo en cuenta los antecedentes. Imagino que como el Palacio también es lugar de residencia estival del Presidente, cualquier bloqueo a los accesos se justifica en aras de la seguridad. Pero, vaya, que calculo que lo que se ve en la visita es una parte minúscula de lo que, en realidad, hay en Beiteddine.
Un abrazo
La verdad es que podían dejar visitar más zona, de todas formas me parece una construcción impresionante. Un beso
Es bonito, pero sí, tendría que haber abiertas más estancias, lo que creo que ocurre porque el edificio es también residencia estival del Presidente de Líbano. En fin, siempre está guay ver algo nuevo.
Un besito
Una visita interesante pero como bien dices para ir con menos expectativas que las que describe el apodo del lugar.
Pues menos mal que es uno de los lugares más visitados jeje pero bueno, por otra parte que esté vacía casi para vosotros pues oye, se agradece no tener aglomeraciones, colas y quítate de ahí que quiero hacer una foto…
Buenas recomendaciones como siempre. Besotes
Es que Alex, eso es lo guay de Líbano para el viajero y la pena para el país: no hay turismo. Así que no hay que darse codazos para nada en ninguna parte. Imagino que, de aquí a algunos años, esto cambiará. Y con respecto a «La Alhambra de Líbano», pues eso: marketing. Jejejejejeje
Un besito
Totalmente de acuerdo, el palacio no tiene ni punto de comparación con la Alhambra. A mí me parece que está a medio camino entre un palacio y un castillo, pero claro, yo no entiendo mucho ni lo he visto al natural.
Los baños, efectivamente, son preciosos. Y eso de que conserven tantos elementos originales es un plus.
Macarena me he quedado con las ganas de saber si finalmente le pagásteis al «buen samaritano» que os llevó. Que no fuísteis a su restaurante me ha quedado claro jajajaa. Como tú dices, cosas que pasan :))
¡Un beso grande!
Jajajajajajaja ¡Clarooooooo! Cuando paramos ya no fue tan amable. Te puedes imaginar Yayo. Y yo, que tengo vocación de medidadora de la ONU, allí, debajo de la lluvia.
Lo mejor es que cuando recibió el dinero, me dio la tarjeta para ir a su restaurante jajajajajajaja
Un besito
Hola Macarena!!
A primera vista, por lo menos, en las fotos, el palacio parece interesante. Y es de esas construcciones que a mí me gustan: antigua, sin restaurar y sin gente 🙂 Eso le suma puntos parra mí. Pero claro, otra cosa es la sensación al estar allí, en vivo. De todas formas, estos sitios poco conocidos cuando se comparan con algo tan grande (en este caso la Alhambra), la mayoría de las veces es porque por sí mismos no son capaces de atraer al turista con sus atractivos. He visto Venecias en medio mundo… y es un insulto compararlas con la bellísima ciudad italiana. Es como las películas que anuncian no sé cuantos premios (de no se qué festivales) y luego son un rollo de miedo jeje
En cualquier caso, a mí me han gustado mucho las fotos. Y si fuera al Líbano, sería una de mis elecciones, sin duda.
Un fuerte abrazo!!
¡Hola Lízar!
Por si me lees, vuelvo a repetir lo que te dije en el anterior comentario sobre que te sumes a la red Me We ¡No sé dónde dejarte comentarios!
Respecto a tu entrada sobre Pekín, me estás quitando la ilusión. Siempre he tenido muchas ganas de viajar a China, pero lo que cuentas de las aglomeraciones me ha dejado loca ¿3 horas para las gestiones de entrada al país?
Voy a esperar el resto de tus entradas porque me parece que te pasó con China, algo parecido a lo que os ocurrió en India.
En cuanto a la entrada de hoy en mi blog. Pues ¿Qué quieres que te diga? Líbano es todo lo contrario a un país invadido por el turismo. La comida es buena y la gente amable. La única pega es que es caro, si te lo montas mal, y que conducen «pal culo», además de que las carreteras, saliendo de la autovía principal, son regularcillas. Pero… por lo demás, sé que es un lugar que os encantaría.
Un fuerte abrazo!!!
Que bonito!!! Aunque no pueda verlo al completo me encantaría visitarlo. Un beso y feliz fin de semana
Es un sitio bonito, Vicensi, aunque de ahí a que sea como la Alhambra…
Besitos
Creí haber dejado un comentario a esta entrada pero nuevamente los avatares de la red me dejan un poco descolado. Estoy fuera Macarena pero a pesar de todo intento seguiros aunque sea telegráficamente. Lo que más me gustó los mosaicos y los baños,… lo que menos, … bueno imagino que ya lo sabes,… la mala leche de la gente. Feliz domingo!
Jajajajajaja ¿Fuera? ¡Me lo imaginaba! ¿Dónde dónde? Noooooo ¿Por qué todos vais y venís? Jou.
Trabaja poco y disfruta mucho. Un abrazo, Norte!!!!
Sí un poco lejos, pero por trabajo no por diversión. Hasta la vuelta!