Pitesti Prison Memorial es considerado como uno de los lugares más horribles que jamás haya concebido la mente humana. Según el premio Nobel y superviviente de un Gulag, Aleksandr Solzhenitsyn, allí se cometió «el acto de barbarie más terrible en el mundo contemporáneo». Su programa de “reeducación” a través de la violencia es uno de los experimentos de ingeniería psicológica más horribles de la Historia y, aunque lo que ocurrió en el penal de Pitesti es vagamente conocido en el resto del mundo, lo que allí aconteció y que se conoce como “Experimento Pitesti”, ha sido ampliamente estudiado por investigadores y psicólogos.
Camino a Pitești
Parece que queríamos empezar fuerte nuestro viaje, aunque en realidad, la ciudad de Pitesti, en la que se ubica este memorial, era lugar de paso en nuestra ruta desde Bucarest a la primera parada de nuestra etapa en Rumanía: Curtea de Argés.
El avión aterrizaba muy temprano en Bucarest, lo que unido a la diferencia horaria, hizo que planificáramos una ruta corta. Tan sólo 120 km de autovía separan la capital de esta ciudad universitaria conocida por su producción de tulipanes, su vino y su famoso licor de ciruela.
Días antes, reservamos tal y como ponía en la web de la Prisión, el día y hora para nuestra visita, aunque se trata de un lugar poco concurrido. Pero nos informaron de que sólo es necesario comunicar la reserva en caso de requerir una visita guiada (en inglés y rumano), por lo que declinamos el ofrecimiento y optamos por utilizar la app de la audioguía en rumano e inglés.
Nos fue muy difícil encontrar la prisión porque en el navegador no aparecía Pitesti Prision Memorial (en inglés), sino que hay que buscarlo por su nombre en rumano: Memorialul Închisoarea Pitești, pero al fin llegamos: un antiguo edificio sobre una explanada rodeada por una verja al final de una calle con viejas casas de escasa altura.
Y como era previsible: ningún visitante.
El Penal de Pitesti
En la entrada, había tres chicas, alguna de las cuales chapurreaba el castellano. Como finalmente decidimos visitar la prisión sin guía, fuimos recorriendo el recinto ayudados por la audioguía y por una joven y amable trabajadora de la Fundación Memorial que nos iba indicando el recorrido que debíamos hacer por cada una de las salas.
La prisión fue construida a finales de la década de 1930, bajo el reinado de el rey Carlos II, y se completó durante el gobierno de Ion Antonescu. Estuvo en funcionamiento hasta 1977 y sus 96 celdas podían albergar hasta 800 presos.
Los primeros presos políticos llegaron en 1942; se trataba de estudiantes de secundaria sospechosos de haber participado en la Rebelión de los Legionarios, en enero de 1941, para acaparar el poder en el Estado entre la Guardia de Hierro, el partido fascista y el general Ion Antonescu, apoyado por el ejército y Hitler. La rebelión significó el ataque de los legionarios contra las principales instituciones del Estado.
Después de la proclamación de la República Popular de Rumanía, continuó albergando a culpables de delitos menores. En abril de 1949, el director de la prisión de Pitești era Alexandru Dumitrescu.
A partir de mitad de 1944, el número de presos políticos se incrementó sustancialmente hasta alcanzar un 80% del total. La cárcel poseía también una sección femenina y un área para presos preventivos bajo investigación. Sin embargo, desde 1948, el Régimen comunista, decidió reservar la penitenciaría de Pitesti sólo para alojar miembros del Movimiento Legionario y presos políticos anticomunistas.
Hasta 1949, las condiciones eran medianamente decentes: los presos podían recibir visitas, pasear en el patio, usar las duchas y comunicarse con otros presos. Pero la situación comenzó a deteriorarse en la primavera de 1949 y, el 6 de diciembre de 1949, se inició el conocido como “Experimento Pitesti” de reeducación.
La brutalidad finalizó en agosto de 1951 y los presos fueron trasladados a otras cárceles de Rumanía. Piesti siguió entonces siendo una cárcel para presos comunes hasta 1977, y sólo la amnistía de 1964, liberó a los presos políticos.
El Experimento Pitesti
La idea del Experimento se atribuye al pedagogo soviético Makarenko, experto en delincuencia juvenil. Su teoría se basaba en el uso sistemático de la tortura de detenidos por otros detenidos. Makarenko murió en 1939 sin saber nunca que su idea se podría poner en práctica.
El experimento se centraba en la tortura incesante hasta que el reeducador, que a su vez había sido reeducado, consideraba que el detenido se había convertido en el hombre que el régimen quería. La víctima se convertía en verdugo y así, dejaba de ser víctima. Todos terminan siendo culpables pero paradójicamente, todos son inocentes.
El experimento se llevó a cabo en secreto y obviamente con el consentimiento del Partido Comunista. Pero para ponerlo en práctica necesitaba de la connivencia de un grupo de detenidos leales al régimen. Y aquí es aparece la figura de Eugen Țurcanu.
Eugen Turcano era lo que hoy denominamos un “chaquetero”. Había sido Legionario, pero cuando éstos fueron ilegalizaos, se afilió al partido comunista, gozando de ciertos beneficios hasta que fue delatado por su pasado, detenido y condenado a 7 años de cárcel.
En prisión, lo llevaron ante Nikolski, el comandante de la Securitate, quien le presentó todo el experimento. Aceptó por supuesto liderarlo, pero eligiendo un equipo leal.
A mediados de noviembre de 1949, 15 jóvenes legionarios, junto con un grupo de disidentes comunistas, fueron encerrados en la habitación 4 de la prisión de Pitesti. Aquí, en la Sala 4 del Hospital, los detenidos se mezclaron con el grupo Țurcanu y comenzó el horror.
El proceso de reeducación tenía cuatro fases
La primera era el desenmascaramiento externo. A través de la humillación, la brutalidad y la violencia se exigía a los detenidos que se torturaran unos a otros, con el objetivo de desalentar las lealtades. En esta etapa, se alentaba a los torturados a que confesaran “algo” que no habían confesado antes, por lo que en la mayoría de las ocasiones, los detenidos declaraban cosas inventadas para que cesase la violencia sobre ellos. En base a estas declaraciones, se arrestaron a familias enteras, a quienes se les llegaba a torturar también.
La segunda fase era el desenmascaramiento interno, que tenía como objetivo instar a las delaciones de otros presos y de guardias benevolentes, y la renuncia a todas sus creencias, lealtades y valores personales.
La tercera fase fue el desenmascaramiento de la moral pública, cuando el preso era destruido mentalmente y obligado a profanar todo lo más santo de su familia, esposa, padres, Dios y él mismo. El pasado era cuidadosamente analizado y en base a esta información se inventaban los escenarios más monstruosos. El padre podía representarse como un ladrón, un asesino. Los sacerdotes se vieron obligados a contar con gran detalle escenas eróticas en las que sus padres habrían participado directamente ante el altar. También se cuentan escenas de incesto en el que los reclusos participan ficticiamente, junto a sus hermanas o madres que se presentan como prostitutas.
En la última fase, la fase de reeducación, el detenido se pone al frente del proceso de reeducación de su mejor amigo, convirtiéndose en su verdugo a través de la tortura.
La imaginación enfermiza de Țurcanu aumentaba cuando se trataba de estudiantes de teología y sacerdotes. Algunos eran «bautizados» cada mañana sumergiéndoles la cabeza en cubos con orina y heces mientras los demás cantaban la liturgia del bautismo. El texto de la santa liturgia era, por supuesto, pornográfico. El estudiante que hacía el papel de sacerdote estaba desnudo, cubierto con una sábana manchada de heces y de su cuello colgaba una representación de un órgano sexual masculino. Los detenidos eran obligados a besar el falo la noche de Resurrección y decir «Cristo ha resucitado».
En cuanto a la tortura física, en Pitesti se practicaba toda una amplia gama de posibles torturas: diferentes partes del cuerpo fueron quemadas con cigarrillos, hubo detenidos cuyas nalgas estaban necróticas y se les caía la carne, torturas, golpes hasta la inconsciencia, dientes rotos, uñas arrancadas, huesos partidos, órganos internos reventados, mientras que se obligaba a otros a comer un cuenco de heces y, si vomitaban, debían volver a comer lo que hubiera en el suelo.
Los suicidios no existían en Pitesti. Los “educadores” los impedían con el fin de prolongar el sufrimiento, a pesar de que los reclusos intentaban rasgarse las arterias con los dientes, estrellarse la cabeza contra las paredes o comer jabón.
El juicio contra los instigadores del Experimento Pitesti se produjo en octubre de 1954 y la sentencia se dictó en diciembre de 1954. Hubo dos categorías en el banquillo de los acusados: el culpable en su totalidad -Țurcanu y su gran grupo- y el culpable sin culpa -verdugos-víctimas, torturadores-torturadores: los reeducados-. Aunque al final, con la muerte de Stalin en 1953, la pena capital se transformó en trabajos forzados y en 1964 se concedió una amnistía general.
No se puede describir la tortura a la que fueron sometidos quienes pasaron por Pitesti. La acción de deshumanización aplicada sobre ellos supera el umbral de la razón.
Dicen que, a lo largo de la Historia, han competido en la liga del horror campos de concentración, gulags, los killing fields de Camboya, los machetes de Ruanda o los genocidios de Yugoslavia, pero es probable que la palma al lugar más diabólico del siglo XX se la lleve la cárcel comunista rumana de Piteşti porque en Piteşti se trabajaba día y noche, sin interrupciones, sobre la psicología de los jóvenes, para transformarla totalmente.
Visitar Pitesti Prison Memorial
Tras una visita a las salas de la planta baja, en la que se alojaba el Pabellón Administrativo, y en las que actualmente, como en una galería de arte del horror, se exponen múltiples piezas que simbolizan el infierno que supuso este penal; pasamos a uno de los patios en los que simbólicamente se ha creado un cementerio que conmemora a las víctimas de Pitesti. Pero, en realidad, no hay cuerpos en este lugar y tampoco se conoce el destino de los cuerpos de los fallecidos durante la existencia de la prisión.
Bajamos unas sórdidas escaleras hasta el sótano de la cárcel en donde se ubicaban las duchas, la lavandería, la caldera y las cocinas.
Se trata de un espacio con habitáculos escalofriantes donde sólo sabe Dios lo que ocurrió.
Subimos de nuevo las escaleras originales de la cárcel hasta el primer piso. El que alojaba a prisioneros de condenas más livianas (de hasta 7 años) y a las mujeres que ayudaban a la Resistencia en las regiones de Arges y Muscel.
En una sección de esta planta se custodiaban también los presos con penas de hasta 25 años, considerados como los de mayores convicciones políticas. Les acompañaban los miembros de la Resistencia y quienes hubieran colaborado con ellos.
Pero el verdadero infierno se encontraba en la Habitación número 4: El Hospital.
Fue el lugar donde los prisioneros sufrieron las mayores atrocidades del Experimento Pitesti entre 1949 y 1951. Pese a que se trata de una habitación no excesivamente grande, en ella se encontraban encerrados multitud de hombres, lo que hacía más fácil el control y la violencia.
Los presos con fuertes convicciones religiosas, como sacerdotes o seminaristas, veían aquí intensificadas sus torturas durante las festividades religiosas como Navidad o Semana Santa, en las que estaban obligados a participar en rituales macabros y blasfemos.
En la actualidad, la habitación número 4 se ha convertido en una pequeña capilla ortodoxa.
Finalmente, volvemos al piso principal, en la parte en la que se ubicaban celdas normales anexas a las oficinas. La visita termina en la librería, en donde lamentablemente, sólo existen publicaciones en rumano y donde te espera la amable señorita del principio para recordarte que la visita es gratuita, pero que puedes colaborar con la Fundación del Memorial contribuyendo con algunos lei.
La salida, tras una hora aproximada de visita, se realiza por la puerta trasera en donde se ubican algunos tramos del Muro de Berlín donados por Alemania en 2019, 30º aniversario de su caída.
La Prisión de Pitesti es, sin lugar a dudas, un lugar escalofriante. Pero quizá lo es más por el trasfondo que encierra. No obstante, no esperéis ver un Memorial al estilo de Auschwitz. Es un edificio de la época y posee montones de símbolos que recuerdan el horror y la barbarie humana, o como lo han denominado, el “genocidio de las almas”, pero no son muchos los objetos que conserva de la época. Además, y lamentablemente, toda la información que se ofrece está en rumano, lo que ocurre en muchos otros lugares del país.
Más de 600 estudiantes fueron víctimas de este experimento sólo en la prisión de Pitesti, aunque el Experimento se aplicó de una «forma más moderada» en otras cárceles del país sobre miles de reclusos. Cien estudiantes murieron a causa de las heridas, y solo dos pudieron suicidarse ya que la vigilancia hizo que esta evasión del infierno fuera casi imposible. Las mentes de los que sobrevivieron nunca pudieron recuperarse. Los funcionarios comunistas de alto rango que aprobaron el experimento nunca fueron condenados.
La antigua prisión de Pitesti se inauguró como monumento en 2014. Las antiguas celdas ahora son espacios de exhibición donde se pueden descubrir datos clave sobre el régimen comunista en Rumanía y sus medios de represión y control.
Información útil sobre Pitesti Prison Memorial (Memorialul Închisoarea Pitești)
Str. Negru Vodă 30, Pitești, Argeș, Rumanía, 110069
Teléfono: 0734 365 102
Horarios de visita:
De jueves a domingo (lunes, martes, miércoles cerrado)
11:00 – 14:00
14:00 – 15:00 (pausa de limpieza)
15:00 – 18:00
Si no requieres una visita guiada, no se necesita cita previa.
El recorrido tiene una duración de una hora. No hay tarifas de entrada, pero las donaciones son bienvenidas.
Los niños menores de 12 años no pueden visitar debido a la violencia la exposición.
Es posible contactar con el Memorial para concertar una visita guiada. Aunque por el momento, no pueden realizar visitas guiadas para grupos de más de cinco personas. Para programar una visita guiada (grupos de cinco o más personas) o para conocer los detalles de la visita, se puede contactar por correo electrónico: contact@inchisoareapitesti.org
Las visitas guiadas se llevan a cabo en rumano e inglés. Si prefieres, puedes realizar la visita siguiendo las indicaciones de la audioguía (en inglés).
27 comentarios
Había leido hace tiempo algo pero la verdad es que no conocía la historia, me ha dejado sin habla saber que han existido sitios como este donde se han hecho barbaridades. Da miedo de lo que puede ser capaz el ser humano. Un beso
Es terrible, Asun. Por eso, lo mejor es que esta historia sea conocida.
Un beso
madre mia que horror, no sabía nada, es la primera vez que lo leo, y es horrible, no se como la humanidad somos tan destructivos y malos, es horrible ver cuanta maldad ha habído y por desgracía hay y habrá.
Sí, es terrible y absolutamente diabólico. Quizá algún día podamos aprender de acontecimientos así.
Que horror Macarena!! La verdad es que desconocia esta historia y me ha parecido muy interesante, ya te digo muchas veces que aprendo un montón de cosas contigo. Un beso y feliz fin de semana 💖💖💖
Es una historia desgarradora, Vicenta.
Muchas gracias por tu comentario. Un beso
Qué horror, no conocía nada de esto, sabía de las barbaridades con el régimen de Ceaucescu pero nada de la época «Stalinista», me ha impactado mucho el «Experimento Pitesti», de las cosas más aterradoras que he oído, saludos viajeros.
Es un acontecimiento muy desconocido. Casi oculto. Pero es terrorífico, brutal y desgarrador. La mente humana es perversa, pero lo peor es que siempre encuentra cómplices.
Ahora que sé que te gusta leer, te recomiendo el libro «El Experimento Pitesti. O sobre el poder omnímodo» de Virgil Ierunca, que incluso puedes leer en línea, sobre todo lo que aconteció en la Prisión de Pitesti.
Un saludo!!!!
Tomo nota de libro que me recomiendas, muchas gracias!!!
A ti, Raúl.
Yo tampoco había oído hablar de esta prisión ni del experimento llevado a cabo en ella,… es terrible lo que los hombres podemos llegar a hacer,… como Raúl conocía algunas de las barbaridades perpetradas por Ceaucescu pero creo que no le llega ni a la suela de los zapatos al experimento Pitesti.
Un abrazo!
Sólo con pensar en ello, se me eriza el bello, Norte. Además, lo que yo cuento es una pincelada supercomprimida de lo sucedido. Vivir aquello fue destrozar la vida de los que sobrevivieron y de los que se quedaron en el camino. Si ahondas un poco más en el tema y puedes leer los relatos de las atrocidades a las que fueron sometidos los participantes, te quedas tocado por un tiempo. Así que, en tiempos como los que actualmente atravesamos, es necesario pensar que, en el fondo, seguimos siendo unos afortunados ¿Sabes lo peor de todo, Norte? Que se trataba de estudiantes que, en ocasiones, cumplieron condenas de ¡hasta 20 años!
En fin, Norte…
Escalofríos dá pensar en ella. Parece mentira que seamos humanos y tan crueles. Además pienso que somos los únicos que lo hacemos por placer y con ensañamiento . Y te aseguro que no iría a visitarla. Sitios así y Criminales de este tipo siempre han existido.
Cuidaros. Un abrazo.
El sitio, Laura, sólo es el recuerdo de que lo que cuento. Es más, casi diría que, como recinto o edificación, la cárcel tiene poco de especial; ahora bien que lo que allí aconteció es una aberración abominable, aunque como suele ocurrir, son muchos los que «se fueron de rositas». De lo que no hay duda es que cosas así no pueden volver a repetirse.
Un abrazo. Cuidaros vosotros también.
Ufffff, no imaginas lo que he sufrido leyendo esta entrada. Las torturas, el dolor, la barbarie, tus datos y mi imaginación, todo junto es explosivo. Soy una persona extremadamente sensible y estas cosas me dejan un poso….. Pero te lo agradezco mucho, porque hay que dar a conocer estos pedazos de historia que al menos yo desconocía.
Es tremendo lo que allí sucedió, y lo que no se habrá dicho, ¿verdad? Si esas paredes hablaran….
Son de estos descubrimientos que te dejan sin palabras, casi. Tus fotos nos han ayudado a estar allí y a entender todo con la intensidad de lo sucedido.
En fin…
Cuando estuve en Dublín visitamos la cárcel Kilmainham Gaol. Al principio fui muy reacia, aunque finalmente acepté. Fue sobrecogedor recorrerla por dentro, entrar en las celdas, ver los patios de fusilamiento y sentir (porque realmente se sentía, y con mucha intensidad) el dolor tan grande que pasaron tantas personas allí dentro. Dicen que hay fantasmas de esas almas torturadas que allí murieron, que se siente su presencia e incluso algunos aseguran haberlos vistos.
Gracias, Macarena.
Un beso grande.
No puedo estar más de acuerdo contigo, Nélida.
En realidad, yo soy muy sensible también a estos acontecimientos, pero siempre he sentido curiosidad por conocerlos. Quizá por qué no entiendo qué se puede pasar por la cabeza de un ser humano para actuar tan cruelmente contra otro. Así que soy muy contraria a determinados aspectos de la Ley de Memoria Histórica, y esto es otro tema, porque creo que borrando los símbolos, los nombres y tantas y tantas cosas del pasado, lo único que hacemos es eliminar la memoria de las generaciones del futuro. Y la Historia, para bien o para mal, debe ser conocida.
Gracias a ti, Nélida, por compartir tu experiencia.
Un besazo
¡Tu post me ha dejado sin habla, Macarena!
No cabe mayor horror. Me han entrado unas enormes ganas de llorar.
Tampoco yo estoy de acuerdo con la Ley de Memoria Histórica, asesinatos hubo en ambos bandos y me parece una ley injusta.
Un abrazo y feliz semana.
Pues Carmen, me alientan tus palabras, sobre todo porque parece que expresar tu opinión respecto a la Historia y según en qué foro, es una herejía.
Respecto a Pitesti, dan ganas de llorar y remueven el interior de cualquier ser humano ¡Sólo eran adolescentes! Pero aunque no lo hubieran sido ¿Qué hay dentro de un cerebro para que puedan a cometerse barbaridades de este tipo? Sólo espero que Dios pueda perdonarlos.
Un abrazo.
Ay, Macarena, que tristeza tan grande siento en estos momentos, «El genocidio de las almas». Esta denominación le pega. Aún sabiendo que existen tantas barbaries producidas por los, humanos, una no deja de sorprenderse cuando conoce algo de este calibre. El horror personificado, con tanto ingenio planificado que solo sirvió para acrecentar el dolor de los presos, y encima, el de familiares por las falsas declaraciones. Supongo que ante tanto maltrato uno puede confesar hasta lo imaginado. Te aseguro que este lugar no lo visitaría ni en broma. Y fíjate, trajiste a mi memoria un museo que hace años visité y que, jamás volvería: Está en Santillana de Mar, (Cantabria), Museo de la Tortura, Inquisición; allí hay maquinarias tales como; Guillotina, toro de fuego, un pico de empalamiento… Mi esposo y yo salimos enseguida, y vamos, que jamás volveríamos pues en estos sitios parece que aún se respira el dolor.
Gracias por mostrarme este lugar, el conocer no ocupa lugar, y la información que proporcionas es suculenta.
Muchos besos;)
Entiendo lo que expresas en tu comentario, Mila, porque yo, después de cinco meses, aún no he podido recuperarme del horror y, de cuando en cuando, le doy vuelas a la crueldad de la mente humana, llegando a la conclusión que cosas como ésta sólo pueden ser obra de mentes enfermas. Pero no quiero olvidar que existieron lugares como éste y genocidios como el de Pitesti. Sólo así se puede encontrar más a menudo la bondad en los que nos rodean. Sólo así nos podemos dar cuenta de los privilegios de los que disfrutamos. Sólo así podemos ser conscientes de que no podemos llevar determinados sentimientos en nuestros corazones. Sin embargo, la gran desdicha es que la Historia, los gobiernos, nosotros mismos, nunca aprendemos del pasado.
Gracias Mila por tu comentario. Un besazo.
¡Hola, Macarena! Tecleo con los pelos como escarpias, conocía de algunos experimentos en cárceles, pero este en concreto no. No se me ocurre mayor horror que una persona intente suicidarse mordiéndose las arterias para escapar de ese infierno. La barbarie del ser humano no tiene límites y son episodios como este que nos muestras los que tienen que ponernos en alerta y más hoy día. Las redes sociales sumado al marketing emocional al que recurren nuestros políticos está llevando a una polarización de la sociedad, está convirtiendo la confrontación de ideas en una lucha de bandos, de buenos y malos.
Por ahí se empieza, si se sigue demonizando al que tiene una opinión diferente terminaremos deshumanizándolo, dejaremos de verlo como un ser humano. Y llegado a ese punto, serán solo meros objetos cuyo sufrimiento nos dejará indiferentes.
El siglo XX fue un siglo dramático y por ello tenemos que extraer todo lo que nos ha enseñado. Aunque parece que nuestra memoria es frágil.
Impresionante entrada. Un abrazo!!
Hola David,
Estoy muy de acuerdo con lo que has expuesto y muy enfadada con la sociedad a cuenta de lo que comentas. Bueno, con la sociedad, con la clase política, con los organismos internacionales. Pensábamos que una desgracia como la que está sucediendo nos haría mejores. Yo intuí desde el principio que no sería así. Sólo queda ver qué deriva toma todo. Pero mala solución le veo.
Circunstancias sociales, que en principio parecían ser triviales, llegaron a extremos como el de la cárcel de Pitesti ¿Qué nos deparará el futuro?
Muchas gracias, David, por el comentario. Un abrazo!!!
Ufffff se me ha puesto muy mal cuerpo… no conocía este lugar ni su historia y es realmente escalofriante. Lo habéis explicado muy bien y es de esas cosas que no te puedes ni llegar a imaginar, así que vivirlo… es que mi mente no llega a ello… de verdad que los humanos somos capaces de todo incluso hacia nosotros mismos.
He estado en algunos de estos lugares que te dejan pálido, pero creo que hay que conocer estas historias y a ver si alguna vez somos capaces de no volver a repetirlas.
Muy buen post. Abrazotes
Pues sí, Alex, este lugar tiene el merecido honor de estar entre los más aberrantes y vergonzosos de lo que puede llegar a hacer el hombre. Es cierto que lugares como los campos de concentración en Europa o los campos de la muerte en Camboya son escalofriantes, aunque yo sentí especial repugnancia por lo que aquí ocurrió.
Un fuerte abrazo Alex. Gracias por tu comentario.
Hola! Muy interesante tu post! Tuve conocimiento de este lugar tras leer el libro de Margo Rejmer «Bucarest. Polvo y sangre» y eso que estuve de ruta por Rumanía y nadie nos habló sobre este lugar.
Tu post me ha servido para informarme más al respecto. Cuando lo leí, me recordó al libro de George Orwell, 1984 ¿lo has leído?
La distopía orweliana llevada a la realidad. Misma sociedad comunista, con un Ceaușescu al estilo Gran Hermano y una reeducación a través de la violencia para modificar la mente de los miembros del partido. La crueldad del ser humano no tiene límites. Un saludo y enhorabuena por la web!
Hola Laura,
Muchas gracias por tu comentario, sobre todo, si te ha resultado interesante el artículo.
Sí que he leído 1984 y sí que estoy de acuerdo en que los regímenes dictatoriales, del extremo que sean, son asimilables al Gran Hermano de Orwell. También es cierto que, en cierta forma, la vigilancia permanente a la que fueron sometidos los participantes en el Experimento Pitesti puede ser similar a la de «el ojo que todo lo ve» para la reeducación a través de la violencia. Sin embargo, creo que El Experimento Pitesti traspasó con mucho y mayor crueldad las hipótesis de Orwell en su libro porque, aunque el objetivo fuera la reeducación, lo que se trató fue de hacer cómplices en la violencia a torturados y torturadores.
De hecho, las víctimas que se convirtieron posteriormente en torturadores, no fueron sentadas en el banquillo únicamente por motivos de conveniencia política. Pero, en cierta forma, el Experimento demostró que, de haberse prolongado, podría haber sido exitoso terminando por convertir a un grupo de humillados en una turba violenta sin ni siquiera una ideología clara.
Así que, menos mal que el proyecto se detuvo antes de la llegada de Ceaușescu al poder. Un pequeño ejército así en sus manos hubiera hecho más aterradora aún la Rumanía dictatorial de lo que fue.
Gracias, Laura. Un saludo.
Al que le interese, tiene toda la información en el magnífico libro de Virgil Ierunca, El experimento Pitesti (o sobre el poder omnímodo), traducido y publicado en España en 2019 por la editorial Xorki, de Madrid.