
Desordenada y caótica, bulliciosa, animada, ruidosa y anárquica. Todo eso es Amán, capital de Jordania y conocida como Filadelfia, en honor al faraón egipcio, Ptolomeo II Filadelfo, que en el siglo III a.C. reconstruyó la ciudad al estilo helenístico. También se la conoce como “La Ciudad de las Siete Colinas” –aunque en la actualidad se ha extendido sobre 19- cuyos barrios toman el nombre del monte sobre el que se asientan.

Durante su larga historia, ha sido poblada por varias civilizaciones, que han moteado la ciudad con diferentes vestigios artísticos y arqueológicos.

Con más de cuatro millones de habitantes, se trata de una ciudad grande, aunque el centro de su parte más antigua es fácil de recorrer a pie. Lo más difícil, sin embargo, es desenvolverse en su tráfico continuo que impone un colapso diario de todas las calles de la capital a cualquier hora del día.

Fue precisamente la idea de recorrer Amán sin tener que depender del coche, ni de las tristemente famosas estafas de los taxistas, lo que condicionó nuestra planificación para visitar la capital de Jordania. Porque las tretas de sobre cómo se la gastan los taxistas en Amán son constantes en todas las reseñas que leímos acerca de cómo visitar la ciudad. La opción puede ser utilizar el servicio de Careem, la alternativa jordana al Uber, aunque nosotros decidimos prescindir de cualquier tipo de vehículo que no fuera el nuestro.

Llegamos antes del mediodía provenientes de Petra tras haber recorrido 235 km por la autopista que cruza el país de Norte a Sur. La verdad es que las más de tres horas de camino se hicieron muy pesadas y algo monótonas.

La guinda del pastel la puso la circulación en el centro de la ciudad para poder alcanzar nuestro alojamiento, el Hotel Beirut, justo en el centro de Amán.

El motivo de la elección fue el que hemos comentado más arriba, la búsqueda del lugar más céntrico posible. El problema es que necesitábamos saber dónde estaba el parking que habíamos contratado y no podíamos parar en ninguna parte para avisar a recepción.

Cuando pudimos hacerlo, el recepcionista se hizo con el volante y nos llevó a la calle paralela, en donde dejamos el coche en una especie de solar habilitado como aparcamiento vigilado.
Habíamos hecho la previsión de visitar Amán en un día, aunque hicimos dos noches ya que, si quedaba algo por ver, lo haríamos al día siguiente en el tiempo que nos sobrara tras visitar los lugares de Tierra Santa. Si lo teníamos todo visto, aprovecharíamos también para hacer alguna que otra compra, ya que son más baratos lugares como Amán o Madaba que otros más turísticos como Petra o el Mar Muerto.
Qué ver en Amán
La Ciudadela de Amán
Nuestra primera visita fue a la Ciudadela de Amán.

Realmente, no tengo claro por dónde se sube, pero nosotros lo hicimos por la escalera de Arab Tower Hotel, así que entras a la ciudadela por la explanada cercana a la Torre de Hércules. La cuestión es que deberías entrar por la puerta, porque acceder a la ciudadela cuesta 3 JOD (4€), pero como la entrada está incluida en el Jordan Pass, tampoco nos importaba mucho que hubiera algún vigilante que nos llamara la atención –al que le hubiéramos enseñado el Jordan Pass-, pero no lo había.

La ciudadela de Amán se yergue sobre una de las siete colinas de la ciudad, desde donde el Templo de Hércules se hace visible casi desde cualquier rincón.

Estuvo habitada desde el neolítico, lo que la hace uno de los lugares más antiguos habitados ininterrumpidamente y por ella han pasado un gran número de civilizaciones, que han visto el nacimiento y desarrollo de las tres principales religiones monoteístas.

Desde este lugar, es posible ver una panorámica de Amán en toda su extensión, alcanzando casi la totalidad de las colinas que la componen: desde los barrios más antiguos a las zonas más modernas de la ciudad.

Las ruinas de la ciudadela son considerables y de ellas, no te puedes perder:
El Templo de Hércules
Se trata de un templo típico de la arquitectura de la Antigua Roma. En este lugar, hubo una gran escultura dedicada al dios, pero un gran terremoto acabó con ella. En la parte trasera aún se conserva un fragmento de una mano que da muestras de la envergadura que pudo tener la talla.

El Palacio Omeya
El palacio pudo ser residencia del emir y sede del gobierno. Frente a él se alzaba una mezquita y la parte que se ha conservado íntegra fue el vestíbulo del palacio.

La cúpula del palacio se restauró gracias a un trabajo coordinado con España a través de un convenio de cooperación entre el Ministerio de Educación y Cultura y de la Agencia Española de Cooperación Internacional en colaboración con el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Jordania y bajo la dirección de un equipo de técnicos españoles.

La Cisterna
La cisterna omeya de la ciudadela de Amán se ha conservado íntegramente. El agua recolectada de las superficies de los edificios de la ciudadela era canalizada hasta el aljibe, con suelo inclinado para que los sedimentos se acumularan en la parte baja y no quedaran dispersos, y luego poder ser distribuida a los baños y letrinas.

La Vía Columnata
Esta calle conserva su calzada y sus aceras casi intactas. Conduce hasta el palacio y, en sus laterales, conserva la entrada a antiguos edificios.

El Museo Arqueológico de Amán
Se encuentra en la parte trasera del Templo de Hércules en la ciudadela de Amán.
¿Habéis visitado alguna vez un antiguo laboratorio de ciencias en un edificio del siglo pasado? Pues ése es el olor a demodé que se respira en el Museo Arqueológico. Pero no lo digo de manera despectiva. Quizá esa estética de lo antiguo es lo que lo hace más genuino. Pero si la exposición es ya llamativa por el aspecto de su conjunto, cada pieza observada por separado es un auténtico lujo y convierte a este lugar en uno de los grandes imperdibles de la capital.

El Museo contiene, no sólo muestras de los principales hallazgos en la ciudadela de Amán, sino de toda Jordania.
De entre las piezas que más nos llamaron la atención, se encuentran
Las esculturas de Ain Ghazal

Las excavaciones arqueológicas que, en la década de los 80, se hicieron en el yacimiento de Ayn Ghazal, cerca de Amán, sacaron a la luz 32 estatuas humanas de más de 8.000 años de antigüedad y que se consideran de las representaciones humanas más antiguas que se conocen.

Las estatuas se moldearon en yeso sobre una estructura hecha de juncos. Destacan las cabezas y los ojos pintados con betún traído del Mar Muerto.

Cabeza de doble faz de la diosa Isthar
La diosa babilónica Ishtar, cuyo culto estuvo generalizado en tierras de Oriente Próximo, era considerada la diosa del amor, la belleza, la vida y la fertilidad. Se la asociaba a la sexualidad y su culto implicaba incluso la prostitución sagrada.

Aseguró haber quedado embarazada y afirmó que los rayos del sol habían concebido de manera milagrosa al hijo que esperaba. Su hijo, Tamuz, habría nacido exactamente en el Solsticio de Invierno, que es entre el 21 y el 25 de diciembre ¿Os suena?
En el Museo existe una cabeza de doble faz que se puede observar por el espejo que han colocado en su parte trasera.
Sarcófagos antropomorfos
La idea fue importada desde Egipto y fueron encontrados en unas excavaciones realizadas en un palacio de Amán. Están datadas en los siglos VII a X a.C.

Estela de Mesha
La Estela es una réplica –vimos otra en el Museo del Castillo de Karak– que confeccionó el Museo del Louvre, donde se exhibe la original.

El texto de su inscripción es uno de los documentos más antiguos sobre los reinos que habitaron Jordania durante la Edad de Bronce.
Cuando la estela fue descubierta, se desató una disputa entre franceses, británicos y otomanos por su posesión. Los lugareños terminaron por prenderle fuego y la rompieron en mil pedazos.
Cráneos trepanados y cubiertos de yeso
Nos llamaron la atención los cráneos trepanados, así como el cráneo cubierto de yeso.

Hallados en Jericó, durante el neolítico se extendió la costumbre de cubrir los cráneos de yeso una vez desaparecida la carne, moldeando la cara del difunto y poniendo conchas en los ojos con aplicaciones de betún. Los cráneos se guardaban en las casas como una especie de culto ancestral.

Betilo de la diosa al-`Uzza
Uzza era una de las tres diosas hijas del dios supremo que formaban una trinidad y se adoraban juntas ¿Os suena?

El culto a Uzza parece proceder de Petra, y su representación se hacía en forma de betilo con ojos y nariz horadados en la piedra.
En el museo son otras muchas las piezas únicas y sorprendentes: esculturas, lámparas, estatuillas, objetos prehistóricos de uso doméstico, mallas medievales, estelas ¡Cómo para pasarse allí el día entero! No obstante, esta visita se puede combinar con la del Museo Jordano, que abrió sus puertas en 2013, y donde se pueden ver otras piezas de gran interés como los Rollos del Mar Muerto, incluido el Rollo de Cobre.

Restaurante Hashem
Después de dar por finalizada nuestra visita a la ciudadela de Amán, fuimos a comer. Y como no podía ser de otra manera, nos acercamos al Restaurante Hashem del que todo el mundo habla.

El Restaurante se encuentra en una especie de callejón en el que hay multitud de salas con mesas. La afluencia es increíble, pero el servicio es rapidísimo.

El menú es limitado, pero delicioso: hummus – quizá el mejor que he probado en la vida- con carne picada por encima, Mtabal –hummus de berenjena-, falafel, patatas… Comer nos costó 8 JOD (10€).
Ninfeo de Amán
Cuando Amán era Filadelfia, la ciudad se estructuraba en torno a la ciudadela y en un segundo núcleo en la parte baja de la colina donde se encuentra el Ninfeo y el Teatro Romano.

El Ninfeo no está a la vista de una calle principal como ocurre con el Teatro, pero se encuentra junto a éste y no es difícil llegar a él.
Un ninfeo era una gran fuente pública monumental y la de Amán, lo es.
Hasta 2018 no se completó su restauración, pero hoy se encuentra en perfecto estado de revista.
La zona está vallada por una reja, pero hay un vigilante que te abre para que puedas visitarla. Además, te acompaña en la visita y te va explicando, en árabe, decenas de detalles que no puedes entender.
Terminada la visita, le dimos una propina.
El Teatro Romano
Es el mayor edificio monumental y se encuentra en el centro de la ciudad. Delante hay una gran plaza que sirve de lugar de encuentro para los amandinos, sobre todo cuando cae la tarde.

Posee 44 filas y tenía cabida para 6.000 personas, unas dos mil menos que el de Petra. Su ubicación protegía a los espectadores del sol y la ubicación del público se determinaba en función del status en la escala social. Así que, evidentemente, los mejor posicionados se sentaban más cerca de la escena, mientras que las mujeres, los esclavos y los siervos, se sentaban en la parte superior.
A ambos lados de la escena hay dos museos: El Museo Folclórico y el Museo de Tradiciones Populares, a los que se puede acceder gratis.
La entrada al Teatro Romano cuesta 2 JOD (3€) e incluye la visita a los Museos y al Orfeón, pero es gratis si dispones de Jordan Pass.

Cuando nosotros fuimos, en el teatro había un trasiego importante. Supongo que, como era Nochevieja, la gente estaba más desocupada. Así que había un policía en la escena regañando a los jóvenes que se subían a los muros más altos, a los niños que molestaban a los turistas,…
El Odeón Romano
Se encuentra junto al Teatro y es un teatro “en pequeñito” con 9 filas y capacidad para 500 espectadores que se utilizaba para representaciones poéticas y musicales, así como debates gubernamentales.

La visita me resultó mucho más agradable porque no había gente y porque el cuidador era un hombre muy agradable, amante de su trabajo y de la Historia de la ciudad, que no dudó en explicarnos todos los detalles de la construcción.
Pastelería Habibeh
A estas alturas, ya había comido knafeh en muchos sitios de Jordania porque me enamoré del dulce nada más probarlo.

Se trata de un postre típico de Oriente Próximo que consiste en una base de queso, crujiente en su parte superior, con algunos trozos de pistachos y una especie de almíbar que se come preferentemente caliente y con tenedor.

Dicen que la Pastelería Habibeh, en el centro de Amán, es el lugar perfecto para probar este dulce; y la verdad es que está bueno, pero doy fe de que en cualquiera de los lugares en el que lo compréis, va a estar igual de rico.

Por cierto, su forma en la pastelería es la de una gran torta, de la que te cortan un trozo que te sirven en un plato de plástico y, si lo quieres para llevar, te lo envuelven en un papel con una gomilla.
Mezquita del Rey Hussein

Después de unos dulces jordanos –porque durante el viaje nos aficionamos a ellos- fuimos a ver la Mezquita del Rey Hussein.

La Mezquita Al-Husseini es una de las más antiguas de Amán. Cerca de la mezquita se encuentran dos zocos: Souq Bukharia –en el que se pueden comprar souvenirs– y Souq Al-Sukar, en el que se encuentran puestecillos de frutos secos, verduras, fruta, etc.

Mezquita Abu Darwish
Con la visita a los zocos de Amán terminó nuestra ruta del primer día. Pero aún había cosas que queríamos ver en la ciudad.

Muchas personas recomiendan visitar la Gran Mezquita del Rey Abdalá, pero nosotros somos más de lugares con historia, así que al día siguiente (1 de enero), antes de hacer nuestra excursión a los Lugares de Tierra Santa, decidimos que podíamos pasar a ver la Mezquita Abu Darwish, ya que las calles se encontraban desiertas y no había problemas con el tráfico.
La Mezquita Abu Darwish se encuentra sobre una de las colinas de Amán y es considerada la mezquita más bella de la ciudad. Construída en 1960, puede alojar a más de 7.000 fieles y su arquitectura alterna piedras blancas y negras. Casi todo el trabajo de construcción fue llevado a cabo por artesanos y peones palestinos de una aldea de Cisjordania.
La mezquita no está abierta a los no musulmanes, aunque hay quien ha podido visitarla.
Cueva de los Siete Durmientes
Visitamos este lugar el último día de estancia en Jordania de camino a los Castillos del Desierto. Se encuentra en las afueras de la capital, pero merece la pena. Hablamos de ella en otras de nuestras entradas.
Otro precioso recorrido y como siempre una notable explicación por tu parte. Siempre facilitando una buena información que a buen seguro sirve de mucho para aquellos que quieran realizar ese viaje.
Te felicito por tu buen hacer.
Un abrazo y feliz primavera.
Muchas gracias, Juan. Espero que te haya gustado Amán de nuestra mano.
Un fuerte abrazo!!!
Me apunto tus recomendaciones Macarena, si tengo el placer de visitar Amán no me perdere nada de lo que nos has enseñado. Feliz finde
Gracias Vicenta. Un beso!!!!
He quedado agotada pero muy feliz que hermoso paseo!!!!!!!!!
Huelga decir que nada conocía de esto así que muy maravillada y agradecida?????
¡Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado. Amán, pese a su caos, es una ciudad interesante y con muchísimas cosas interesantes qué ver.
Un abrazo!!!!
Fíjate que era un destino en el que no había pensado ni me imaginaba que tenía tantos lugares interesantes. Gracias por la estupenda entrada.
Gracias a ti, Asun. Te veo por allí en breve!!!!
Sorprendente el tamaño de la mano, me hace pensar cómo de monumental sería la escultura entera!
Ese dulce que te enamoró seguro que estaba muy rico, yo soy muy de dulces por eso lo digo (me descubrí, jeje) y cuando llevan pistachos o cualquier otro fruto seco caliente debe ser una delicia……bueno y si encima llevase chocolate apaga la luz y vámonos, ya estaría totalmente pérdida :-))))
Macarena, de esta entrada me ha gustado todo. Aunque lo del tráfico es para agobiarse y mucho. Y lo de fotografiar los cráneos me dio repelús, pero es un defecto mío tranquila que no haces nada malo. Por ejemplo cuando estuve en Pompeya y mi marido quería fotografiar los cuerpos momificados yo le rogué que nooooo. En esos casos me siento como si fuera una intrusa o profanara algo muy íntimo y espiritual de aquellas personas. Ainssss cosas mías, lo sé.
Cómo siempre, tu información es muy útil y se hace muy ameno recorrer lugares tan maravillosos, de tu mano.
Graciassss.
Un beso grande!
A ver, a ver. Yo no soy dulcera. A mí lo que me gustan son las patatas fritas, pero me corto mucho: la línea, el colesterol, ya sabes jajajajaja Lo que pasa es que me gusta muchísimo el queso y la base de ese dulce es una especie de queso. Así que ahí sí.
Entiendo lo que dices con respecto a cráneos. No me pasa a mí igual. Yo es que lo miro todo con una curiosidad casi infantil, como descubriendo algo tan novedoso y extraño, que me resulta casi irreal, inverosímil. Pero sí, cada uno tenemos nuestros propios tabús y ya sabes que yo respeto todas las opciones y opiniones.
Mil gracias, Nélida, por este ratito de compartir experiencias. Un beso enorme.