El Cementerio alegre de Săpânța, al Norte de Rumanía, en la región de Maramureș, es otra de las imperdibles curiosidades que ofrece el país al viajero. Se trata de uno de los cementerios citados en todos los artículos de cementerios bizarros del mundo, y es conocido por su colorido, sus cruces de madera y el tono humorístico de sus epitafios.
Săpânța, la aldea más conocida de Maramureș
Săpânța es una pequeña aldea rural de Rumanía fronteriza con Ucrania de apenas 3.000 habitantes puesta en el mapa gracias a la obra de Stan Ioan Pătraș, un tallador de madera –oficio tradicional y común en Maramures-, quien atraído desde su adolescencia por la talla de cruces, la pintura tradicional de la región y la poesía comenzó a tallar cruces de madera y adornarlas para los enterramientos del cementerio de su aldea.
Maramures es, sin duda, la región maderera de Rumanía en la que destaca su artesanía de ricas tallas de madera: cruces, puertas y, por supuesto, las mundialmente conocidas Iglesias de Madera. De hecho, etimológicamente, Sapantza significa abeto.
Stan Ioan Pătraș, el creador de «El Cementerio Alegre»
Pese a las iniciales reticencias de los tradicionales miembros de una sociedad cerrada y rural, Ioan Pătraș, cuyo enterramiento se encuentra, claro está, en el Cementerio Alegre o Cimitirul Vesel, continuó con su hobbie en los ratos libres que le dejaba su ocupación como tallador en la empresa maderera familiar y, rondando los 30 años, ya se había convertido en el reputado y demandado tallista de las cruces de madera del cementerio de Sapanta.
En 1936, perfeccionó su estilo: las cruces, con un pequeño tejadillo en su parte superior, se estilizaron y aparecieron las figuras talladas en bajorrelieve de vivos colores, entre los que destaca el azul, conocido hoy día por los expertos como Blue Pit –Azul pozo-.
Hasta su muerte, en 1977, Stan Ioan Pătraș había confeccionado unas 700 cruces.
Pero el cementerio de Sapanta es mucho más que las cruces Azul Pit decoradas de Ioan Pătraș. El Cementerio Alegre es muchas más cosas: es un lugar colorido y alegre en las que las flores decoran toda y cada una de las tumbas. Es un lugar concurrido donde los difuntos nunca serán olvidados. Es un lugar turístico y una fuente de ingresos para los habitantes de la aldea, porque la entrada al cementerio es de pago, y porque los artesanos locales venden sus productos a la entrada del cementerio. Así que este peculiar camposanto es “alegre” por bastantes y variados motivos.
Visitar el Cementerio Alegre de Săpânța
Llegamos a primera hora del día, tras nuestras últimas etapas en Cluj Napoca y Satu Mare, siendo nuestra primera incursión en los campos de Maramures. No esperábamos encontrar mucha afluencia de gente, aunque había más que en otros lugares –en circunstancias normales, debe ser un auténtico hervidero-.
Aparcamos el coche cerca de la entrada y atravesamos el pasillo de puesto de artesanías hasta la puerta, en donde los adultos tienen que pagar 5 lei (1€) y los niños de hasta 14 años, 3 lei (0,60€).
En el interior, además de recorrer cada una de las hileras de sepulturas y hacer decenas de fotografías, se puede visitar su iglesia central, en la que se realizan los oficios corpore insepulto y que fue completamente restaurada hace tan solo unos años para dar esplendor a una bonita arquitectura que combina la piedra, la madera, la cerámica y la policromía. Su interior también es un lugar colorido y alegre por el tono de sus frescos.
El cementerio, además, cuenta con una tienda de souvenirs en la que pueden adquirirse imanes y pequeñas tallas que simulan las cruces del cementerio.
La Iglesia greco católica de Săpânța y la Casa Memorial de Stan Ioan Pătraș
La visita dura alrededor de una hora, pero no es lo único que hay que ver en Sapantza, pues junto al cementerio, se encuentra la Iglesia greco católica, realizada íntegramente en madera, que si bien adolece del encanto del resto de Iglesias de Madera de Maramures, ya nos aventuraba la arquitectura religiosa típica que nos había llevado a la región más al Norte del país.
Además, uno no puede irse de Sapanta sin haber visitado el Monasterio de Sapanta Peri, ni la Casa Memorial de Stan Ioan Pătraș, ésta última a tan sólo unos metros del cementerio en sentido opuesto a la Iglesia greco-católica.
La casa, hoy convertida en museo etnográfico, fue vendida al Museo del Pueblo Maramureş en 1980, tras la muerte de su esposa. Su visita se incluye en el mismo ticket de entrada al cementerio y en ella podrás encontrada un amplio repertorio del arte de Pătraș.
A lo largo de su vida Stan Ioan Pătraș tuvo varios discípulos, pero solo uno fue elegido por la familia después de su muerte, para quedarse en su casa y continuar con su obra y arte, Dumitru Pop.
Desde 1977, Dumitru Pop se ha asegurado de que lo que Pătraş dejó como legado no se pierda. Por ello, continúa tallando cruces y volviendo a contar las historias de vida de aquellos que se fueron del mundo.
¡Por cierto! El cementerio y el memorial abren todo los días de 8:00 a 18:00 horas.
14 comentarios
Qué colorido!!! Desconocía totalmente este lugar y gracias a tu entrada y esas fantásticas fotos nos has acercado a nuestra pantalla este cementerio tan curioso. Un abrazo
Sí, es verdad que tiene un color maravilloso. No parece que sea un cementerio.
Besos Asun.
Genial!! No lo había visto nunca y me gusta que sea alegre pues para mi ir al cementerio me deprime un montón. Un beso
Allí parece que la muerte es una excusa, Vicenta.
Un beso
Pues sí que es colorido, Macarena. Con predominio del azul añil.
Sin duda es un concepto de cementerio muy opuesto a lo que estamos acostumbrados ¿verdad?(lúgubres, grises, tristes….). Choca ese cambio conceptual, al menos esa ha sido mi impresión. Incluso las tiendas de souveniers con sus artículos llenos de vida y color.
Curiosa la cantidad de cruces (cerca de 700) que realizó este señor antes de fallecer, pues no parece que sea una labor sencilla en absoluto. Me fascina el lujo de detalles que tienen, una creación artesanal sobresaliente.
Todas las fotos me gustaron mucho, pero la número 12, la del fresco en el interior de la iglesia, me pareció tan hermosa…..
Gracias por compartirlo con nosotros, Macarena. Para tomar nota de todo, si se piensa ir hasta allí.
Un beso grande!!!
El creador sólo podía tener terminadas una o dos cruces al año, lo que significa que tardaba en tallar y decorar cada una en un mes aproximadamente. Toda una vida, Nélida,insistiendo en la gran obra que perdura tras su muerte.
No lo he contado en la entrada, pero dicen que el lugar era un campo de minas y que los aldeanos hacían deambular a sus ovejas por la zona para que, si había alguna detonación, murieran las ovejas en lugar de las personas. Por ello, las cruces iniciales, todas, tienen una oveja pintada.
No fue un hobbie al azar. Ioan Patras lo tenía todo calculado y, lo cierto, es que ha conseguido atraer a miles de turistas a «su cementerio» año tras año.
Un besote, amiga.
MUCHOS TIEMPOS SIN PASAR POR AQUÍ, ME ENCANTA TODOS LOS LUGARES POR LOS QUE HABÉIS PASADO. UN ABRAZO. KEREN.
Ay qué alegría, Keren, bienvenida. Me alegra tanto tu visita. Muchos besos.
¡Hala me parece súper guay este cementerio! Es súper original y diferente, ¡muchas gracias por compartirlo! Yo conocí un cementerio de arte que me llamó mucho la atención. Te lo dejo por si te interesa 🙂 https://www.flipoenmayusculas.com/cementerio-de-arte/
He visto el tuyo y también está chulo. Merece la pena visitar sitios así.
Distinto a lo nuestro. Gran colorido para dar ánimos al visitar a los difuntos. El interior de la iglesia es una gran obra de arte macarena. Solo al que le gusta trabajar la madera sabe el gran trabajo y el tiempo que se le dedican a esas cruces.
Buen jueves. Cuidaros.
Un abrazo.
Decía en otro comentario, Laura, que el creador del cementerio tardaba una media de un mes en confeccionar tan sólo una cruz: toda una vida dedicado a su gran obra, que ha perdurado tras la muerte.
Un abrazo, Laura.
¡Hola, Macarena! Me vino a la cabeza la canción aquella de Mecano «No es serio este cementerio», je, je, je… La verdad es que este me ha encantado. Pienso que lo que mejor define una sociedad son sus ritos funerarios y su aceptación del hecho universal e inevitable como es la muerte. La nuestra siempre la vio con tristeza, amargura y sobre todo como algo terrible que mejor obviar. El concepto de este cementerio de considerar la muerte con naturalidad me parece mucho más sano. Un abrazo!
Bueno, David, no creas. Hubo muchas reticencias con el origen de la idea: una sociedad pequeña y cerrada con costumbres muy arraigadas. Pero, con el tiempo, pasa como con todo. Cuando se aceptan las buenas ideas, el resultado es como el de este cementerio. Todo un éxito en muchos sentidos.
Un abrazo!!!