
La Cárcel de Sighet fue construída en 1897 como una prisión para criminales comunes, pero también acogía a presos políticos, especialmente durante las dos Guerras Mundiales. Hoy, la antigua prisión ha sido restaurada como Memorial de las Víctimas del Comunismo y la Resistencia y se trata de una visita imprescindible en la pequeña población de Sighetu Marmației, en la Región de Maramures, al Norte de Rumanía.

Pensábamos que visitaríamos una antigua cárcel comunista para disidentes y opositores al Régimen y, sabiendo que en Rumanía poco lugares ofrecen traducciones del rumano a otros idiomas, nos centraríamos en la estructura y arquitectura del edificio; pero la Prisión comunista de Sighet es mucho más que eso, erigiéndose en toda una clase de historia sobre el comunismo en Rumanía.

La cárcel, recuperada como Memorial y Centro de Estudios, algo tiene que ver con el horror que se vivió en Pitesti Prison Memorial, el lugar más aberrante que haya engendrado mente humana. Y, ni lo que allí ocurrió, ni la justificación en la que se amparó el Régimen Comunista puede ser olvidado. Y eso es precisamente el objetivo de este lugar: imprimir en la memoria los horrores del comunismo y rememorar a todas las víctimas que sufrieron el descarnado régimen que gobernó el país durante décadas.

Hoy, la cárcel se conserva tal cual fue hace 120 años, pero ha sido restaurada convirtiendo sus celdas en pequeñas salas expositivas que recogen, una a una, aspectos de lo que significó el comunismo en Rumanía y en el resto del Este europeo. Además, se han añadido esculturas conmemorativas en su patio trasero y un “Lugar de la memoria”, teniendo en cuenta que los fallecidos en la cárcel desaparecieron, dicen, que enterrando sus cuerpos en fosas comunes en algún lugar cercano en la frontera con Ucrania.

Historia de la Prisión de Sighet
De 1948 a 1950, escolares, estudiantes y campesinos de la Resistencia de Maramures fueron encarcelados en este centro, que se convirtió en una Prisión de máxima seguridad entre 1950 y 1955 en la que, en secreto, se encarcelaron a exministros y parlamentarios, periodistas, funcionarios y religiosos.

En 1955 volvió a convertirse en un lugar de reclusión para presos comunes, introduciendo cierto grado de confort en las celdas. Dos décadas después, la cárcel fue clausurada y el edificio se utilizó como almacén de sal, verduras y neumáticos.

En 1993, cuando se presentó el proyecto para convertirlo en el primer Memorial de las Víctimas del Comunismo, el edificio estaba en ruinas. La antigua prisión es hoy un museo dedicado a lo que ocurrió bajo el comunismo en Rumanía y otros países del Centro y Este de Europa. Las celdas han sido transformadas en salas de exposición.

Memorial de las Víctimas del Comunismo y de la Resistencia en Sighetu
El memorial muestra el horror de las cárceles, campos de trabajo, deportaciones, hospitales psiquiátricos para detractores del régimen, lugares de ejecución y asesinatos en masa. Durante el comunismo hubo más de 200 lugares para el encarcelamiento de prisioneros en Rumanía, lo que incluye centros para el interrogatorio y clasificación de prisioneros, campos de trabajo y campos de concentración.

Más de dos millones de personas fueron perseguidas por sus ideas políticas durante la etapa del comunismo rumano. 600.000 rumanos fueron encarcelados entre 1945 y 1989 y 100.00 permanecieron en arresto domiciliario. Muchos de ellos, sin que se hubiera dictado una sentencia permanecieron en esta situación más de 8 ó 10 años. Los años que discurrieron entre 1948 y 1953 y entre 1958 y 1960 fueron los más terroríficos, pues se enviaba a campos de concentración a la población excedente, incapaces de reducir la sobrepoblación de las cárceles del país.

El Memorial también muestra documentos que demuestran fraudes electorales y el papel de algunas de las figuras democráticas más simbólicas que formaron parte de los reclusos de Sighet.

La religión durante el Régimen comunista
Otro de los aspectos que muestra la prisión fue la represión que sufrió la Iglesia, en su mayoría ortodoxa, durante el comunismo con el objetivo de instaurar un ateísmo absoluto. Por ello, el régimen desató la ira más absoluta contra obispos, sacerdotes y clérigos: algunos fueron arrestados, otros murieron en extrañas circunstancias. Se estima que el Régimen se deshizo de al menos 2.000 religiosos. La Securitate y el Departamento de Asuntos Religiosos redujo, en 1959, el número de monasterios y monjes en dos tercios, y muchos monasterios fueron desalojados.

La Iglesia Greco-católica fue declara ilegal en 1948. La Iglesia católica romana fue tolerada durante el comunismo, aunque no fue reconocida oficialmente y se rompió el Concordato con la Santa Sede. Como ocurrió con otras confesiones, se destruyeron muchas iglesias y sus clérigos encarcelados.

Las iglesias Protestante y Evangélica también sobrevivieron tímidamente bajo estricta vigilancia, sospechosas de estar organizadas desde el extranjero. Los comunistas no toleraban ninguna actividad que no estuviera completamente bajo su control.

No obstante, la actividad ecuménica continuó practicándose en los penales del país pese a las torturas y la ampliación de las penas.
La Securitate y el intervencionismo del Estado
El Memorial también recoge información sobre la Securitate, la policía del régimen, y de sus métodos de acción para el control y el adoctrinamiento y manipulación de la población.

El Memorial no está dedicado en exclusiva a la Prisión de Sighet o sólo a la Resistencia y represión comunista en Rumanía, sino que conmemora el sufrimiento de los otros siete países del bloque comunista: Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, la RDA, Yugoslavia, Polonia y Hungría que, junto a Rumanía, formaban en bloque soviético europeo.

Además, hay celdas dedicadas a recoger “la intervención” del Régimen en la educación, sometiendo y castigando a intelectuales y estudiosos opositores al régimen, y obligando a los más “dóciles” a seguir manuales para adoctrinar a sus alumnos.

Otras celdas reflejan la represión que sufrieron las minorías étnicas durante el comunismo, así como las restricciones y represión de las manifestaciones artísticas y literarias. Durante el comunismo se destruyeron monumentos, se prohibieron canciones y se censuraba el cine.

Una de las salas más emotivas de la cárcel de Sighet es la que expone objetos realizados por los reclusos empleando los rutinarios, escasos e improvisados medios de los que disponían. Y así, se pueden observar: una antología poética escrita con tinta de mora, un diccionario rumano-francés escrito en papel de envolver, una lámpara votiva en madera, una cruz de hueso con la imagen de Cristo o un rudimentario ajedrez.

Información Práctica sobre el Muzeului Memorial Sighetu Marmației

Nuestra visita al Memorial duró aproximadamente una hora y media y pudimos guiarnos a través de las celdas gracias a una guía que nos facilitaron en inglés.
El Museo Memorial se encuentra en el centro de Sighetu Marmației.
El centro abre de lunes a domingo desde el 15 de abril al 14 de octubre en horario de 9:30 a 18:30 y de martes a domingo desde el 15 de octubre al 14 de abril en horario de 9:30 a 16:30.
El precio es de 15 lei (3€) para adultos 4 lei (0,80€) para estudiantes, 5 lei (1€) para jubilados y gratuito para antiguos presos políticos, discapacitados y periodistas.
Cuanta atrocidad se viviría en esa prisión, un verdadero horror. Es bueno proteger y enseñar esos edificios y su historia para que cosas como esas no se vuelvan a repetir nunca más.
Felicidades por el reportaje.
Un fuerte abrazo y buena semana.
Pues sí, Juan. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Aquí, la Fundación a la que pertenece esta prisión lo ha hecho de maravilla, tanto conservando el lugar, como impulsando el estudio de los efectos del comunismo en la sociedad.
Muchas gracias por tu comentario. Un fuerte abrazo.
Aquí deberíamos hacer algo así para que las cosas que ocurrieron no se diluyan en el tiempo porque también se cometieron barbaridades y aún hay gente que lo niega a estas alturas, cosas como esta o como se hacen en Alemania son necesarias para que evitemos que se repitan. Un abrazo
Estoy muy de acuerdo contigo, Asun. Todos los extremismos son perniciosos y siempre hay buenos y malos en todos los bandos.
Un abrazo.
Muy buen reportaje Macarena. No es de mis visitas preferidas pero sin lugar a dudas que si viajo por allí no me la perdere. Un beso
Es una visita muy interesante, Vicenta. Un beso
¡Hola, Macarena! Sin duda que no existe ideología que esté libre de la intolerancia o el totalitarismo. La Historia ofrece enseñanzas para aquel que quiera recogerlas, una entrada y una visita que siempre tenemos que tener a mano, y más en la sociedad de hoy día que parece moverse solo entre el blanco y el negro, en dogmas ideológicos, entre buenos y malos.
Excelente y terrible entrada. Un abrazo!
Desde luego que los extremismos no llegan a ningún lado y desembocan en acontecimientos históricos que todos conocemos ¡No aprenderemos jamás!
Gracias, David. Un abrazo.
Honra a un pueblo querer conservar su historia tanto buena como mala y que no se olvide. Así puede que los humanos aprendamos para no volver a cometer genocidios, que por desgracia muchos ha habido en todo el mundo.
Interesante y triste reportaje a la vez.
Buen domingo. Cuidaros.
Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, Laura. Un fuerte abrazo!!!!
Una entrada que pellizca el alma.
Puedo imaginar lo que se siente recorriendo sus pasillos, viendo las celas, sintiendo lo que otros sintieron estando allí pero no como visitantes turistas sino como presos privados de libertad y con esa barbarie de castigos y métodos de adoctrinamiento.
Escalofríos.
Creo que poner las caras de todas esas personas que sufrieron dentro de la cárcel el horror al que se veían sometidos amén de la falta de libertad, es un acierto para que el visitante sepa que esa parte de historia tiene nombres y apellidos, caras y familiares fuera que los esperaban que sufrían por ellos, etc.
No me extrañó saber que estuviste hora y media visitando la cárcel, sé que esos lugares hay que visitarlos, entenderlos y respetarlos con calma y el tiempo que se merecen.
Gracias Macarena, porque me has acercado una parte de tu viaje y extraordinariamente de tu sentir.
Besos .
Gracias a ti, Nélida.
A decir verdad, nosotros viajamos muy lento. Primero porque tardamos en ponernos de acuerdo sobre muchas cosas y, segundo, porque nos damos tiempo los unos a los otros para recrearnos en lo que más le gusta a cada uno.
Creo que en la Cárcel de Sighetu estuvimos todo de acuerdo. Pero es que, además, tal y como se ha organizado la exposición interior, lo mejor es no perderse nada.
Un besazo.